La falta de lluvia ya pone en riesgo la próxima campaña del olivar en Málaga
Si mayo no deja agua suficiente, la provincia se encamina a una escasez de aceite en 2024 y a la pérdida de empleo en el sector de la aceituna
Antonio Luque se levanta todas las mañanas y mira al cielo. Desde hace unos meses, vive en un permanente deseo. En los últimos días, ese ... deseo se ha convertido casi en ansia. Luque es el presidente de Dcoop, la cooperativa de aceite más grande del mundo. Si el sector del olivar tiene algo así como un corazón, éste late en Antequera. Desde su despacho, en apenas unos minutos de coche, se llega a la finca más cercana. La vista se abre y se perciben hectáreas y hectáreas de olivar. Certificado de riqueza y empleo garantizado. El ansia de Luque no es otra que un ansia compartido por todo el sector agrario y que se satisface con lluvia. La ausencia de la misma, hace que ahora todos los días sean crisis. «Si caen entre 150 y 200 litros en mayo, la cosecha que viene puede ser aún peor que la que hemos tenido», asegura en conversación con este periódico.
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Por recordar. La provincia de Málaga viene de cerrar la peor campaña del olivar en los últimos 20 años. El aforo de 40.000 toneladas, calificado en su momento como «drama», puede ser una buena cosecha si se compara con lo que está por venir. Si se mantiene la combinación entre sequía y temperaturas altas, la cosecha del olivar del 2023-2024 está en riesgo.
La sequía, valga la contradicción, va camino de convertirse en un tsunami que arrasa con todo. Antes, –no solo Dcoop– todo el sector del olivar en la provincia se movía en un crecimiento constante. Aceite y aceitunas de mesa 'made in Málaga' lideraban las estadísticas de exportación. Ahora, Luque admite que con la falta de agua no solo se han evaporado las certezas que marca el ciclo natural del olivo. Ese que va desde la floración en primavera al crecimiento del fruto, que luego acaba en los fardos que dan de comer a muchas personas. También se acaba con las certezas sobre el empleo que genera el olivar en la provincia.
Luque habla de una ficha de dominó que cae y tira a la siguiente. Visto con perspectiva de futuro, la ficha de la cosecha solo es la primera que se derrumba. «¿Si no tenemos aceituna que molturar, quién trabaja en la industria? ¿Si no tenemos aceite para envasar, qué hacemos con la gente que envasa aceite o aceitunas de mesa?», se pregunta Luque.
Reflexiones que se contestan con palabras que a nadie le gusta escuchar: despidos, ertes, reducción de turnos en las cadenas de producción… Aunque no se atreve a cuantificar, Luque no tiene dudas que una campaña mala se va a traducir en la destrucción de empleo.
Hay más. Sin una buena campaña, la provincia acumularía dos años con cosechas muy cortas. El sector, que suele ser muy reacio a la hora de conjugar la palabra «escasez», ahora sí lo hace. «Podemos hablar de escasez para el año que viene, sí», confirma Luque. «De hecho, este año vamos a llegar muy al límite para la demanda que hay. Pero todavía teníamos stock de enlace, digamos que algo de posibilidades de aguantar el tirón».
Benito Avilés, el presidente de la Cooperativa de Campillos, una de las más importantes de la provincia, también destila preocupación y alarma cuando se le pregunta por la próxima campaña del olivar. «La flor se suele abrir a mediados de mayo. Pues en nuestra zona, toda la flor ya está abierta. Con la poca retención de agua que ha tenido el olivo, esa flor no va a llegar a ningún lado para poder pasar a fruto», lamenta.
Para Avilés, aunque el cielo se preste a un milagro, casi que ya no se está a tiempo para evitar lo que él califica como una tormenta perfecta: «El agricultor ya viene de no tener una buena campaña de la aceituna. Es que esta vez no va a haber producto en los lineales», vaticina.
«A eso hay que sumarle el incremento de costes y la reducción de las ayudas por la PAC. De ésta, más de uno hinca la rodilla», asegura.
Mayo se convierte en un mes clave. Según los expertos consultados, se necesitan al menos entre 150 y 200 litros de lluvia acumulada. «Con un día de lluvia no es suficiente», sentencia de nuevo el presidente de Dcoop, Antonio Luque, que seguirá mirando todas las mañanas al cielo.
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