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Sábado, 13 de abril 2019, 00:21
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El fuerte hedor que desde finales de la semana pasada emana del canal de pluviales que discurre en paralelo al brazo más oriental del río Guadalhorce se ha suavizado en el entorno de Sacaba, Parque Litoral y Guadalmar por el cambio del viento, pero a día de hoy sigue sin haber sobre la mesa una solución para evitar que este cauce creado para evacuar el caudal procedente de arroyos en caso de crecidas por lluvias intensas deje de mezclarse con aguas residuales. En ello está trabajando Emasa desde que este periódico informó de la situación el miércoles. De momento, lo único que aseguran tener claro es que no se trata de un vertido procedente de la depuradora.
El origen está, como en otros puntos negros de la ciudad que se inundan, en que en la mitad del alcantarillado de la capital la red de pluviales comparte tuberías con la de fecales, por lo que en picos de precipitaciones no dan abasto y el agua sale por distintos aliviaderos, como los que acaban desembocando en este canal sin que pase siquiera por la depuradora del Guadalhorce. En cualquier caso, aunque lo hiciera la planta no tiene capacidad para filtrar todo el caudal de lluvia que le pueda llegar procedente de buena parte de la ciudad. Y menos aún con el aluvión de toallitas higiénicas que se siguen tirando por el retrete. Si a ello se une que el temporal dejó taponada la salida al mar, el resultado es el que se ve, y se huele, en el entorno de la desembocadura del río: un lodazal de aguas estancadas de las que aflora una capa de 'nata' que desprende un mal olor que se extiende por todo el paraje natural y llega a las zonas residenciales que lo bordean.
Técnicos de la empresa municipal de aguas y de la Consejería de Medio Ambiente (entidad responsable de la gestión y conservación del paraje) han estado estos días recorriendo el canal con el objetivo de analizar la situación y tratar de encontrarle una solución. Además, se tomaron muestras del fango, que está en descomposición y cuya acumulación ha sorprendido a los técnicos porque hace apenas un año que se acometió una limpieza a fondo del cauce y desde entonces no ha llovido para tanto. «Seguimos investigando», apuntan desde la entidad pública de aguas.
Mientras tanto, en Emasa confían en que la situación se pueda corregir, aunque no eliminar del todo, con la estación de tratamiento de aguas de tormenta que se está construyendo en la entrada de la planta depuradora para retirar una mayor cantidad de sólidos, especialmente de las toallitas muchos malagueños siguen tirando por el váter pese a que no son desechables y acaban generando una maraña que atasca las canalizaciones y los filtros de tratamiento.
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