Educadores reivindican la labor del profesor en un mundo tecnológico

En el debate se puso de manifiesto que la sociedad ha cambiado y que a los docentes se les exigen nuevas competencias en un contexto diferente. Ante este futuro incierto, la educación es la mejor manera de poder afrontarlo con garantías de éxito. En este sentido, parte del debate lo ocuparon las nuevas tecnologías y su uso en el aula. Coincidieron en las oportunidades educativas que ofrecen teléfonos o tablets, pero también advirtieron de la necesidad de hacer un uso responsable. «Son nativos digitales, pero hay que educarlos. Tenemos que ser capaces de sacar todo el partido que nos brinda la tecnología», dijo Rosa Liarte. Y es que, como apuntó Juan Ignacio Santos, «una cosa es que tengan un 'smartphone' y otra distinta es que tengan competencias digitales». En este mismo sentido, Francisco Ávila puso el acento en la contradicción que supone el gran cambio social experimentado en los últimos años, pero en el que rigen las metodologías educativas tradicionales. De esta manera, Patricia Santos, profesora de FP, habló sobre adecuar los contenidos a las necesidades reales de las empresas, de tener en cuenta la empleabilidad y las posibilidades de inserción laboral.

Otra buena parte del debate estuvo centrada en la presión a la que se somete a los estudiantes, con deberes, clases de apoyo o academias. Para la psicóloga Reme Aranda, el problema es que los padres «van más a los resultados y olvidan el proceso de aprendizaje», lo que supone mermar la motivación del alumno por aprender. A esto se añade la sobreprotección de los padres, que llega al punto, señaló Ávila, de que algunos hacen los deberes y estudian por los niños. Para Rosa Liarte, hay que hacer que los jóvenes asuman sus propias responsabilidades, ayudarles a ser autónomos y a equivocarse como un paso más en su proceso de aprendizaje. Sonia Rubio defendió la labor que se desarrolla en la etapa de Infantil, en la que se ponen las bases de lo que serán en un futuro. Y alertó de que «vienen metidos en algodones, cada vez con menos autonomía».

Los profesores ofrecieron una visión de la gran diversidad que hay en las aulas: desde la escuela rural, con niños de distintas edades en la misma clase, al colegio de Los Asperones, con una realidad de exclusión social que marca a los niños. Por esto, Patxi Velasco insistió en que el valor de la educación es su fuerza transformadora. En este camino surge el problema del fracaso escolar, el abandono temprano. Patricia Santos habló sobre la necesidad de una buena orientación, «porque todos tienen un talento, y para el que no llega hay que ofrecer la posibilidad de una formación adaptada». Juan Ignacio Santos reconoció la dificultad de ese tránsito entre Primaria y Secundaria, cuando ya surge la «competición por la nota».

El papel de la familias y de los docentes también fue objeto de debate. Patricia Santos apuntó la necesidad de formar también a las familias, que siguen relacionando los estudios universitarios con un estatus social, pero olvidan las posibilidades de empleo que ofrece la FP. «Se necesita un cambio de mentalidad», coincidió Francisco Ávila. Para Rosa Liarte, el colegio o el instituto deben ser una comunidad educativa, en la que también se impliquen las familias. Para la mayoría el papel del maestro es insustituible en esta sociedad tan tecnológica , pues enseña valores y acompaña el menor. «Ahora que todo está en internet, tenemos que generar nuestro propio aprendizaje, que tengan interés en venir a clase para aprender algo nuevo», dijo Rosa Liarte. Aunque Francisco Ávila apuntó que según los contextos y la edad, puede darse el caso de que la presencia física del profesor no sea necesaria y que, por ejemplo, dicte una charla por vídeo conferencia.