Celebrar el amor

El contexto de la boda representa la unión entre Dios y su pueblo, tal y como había profetizado Isaías con la imagen poética de la nueva Jerusalén y su alegoría al enamoramiento y el amor de Dios. Él mantiene su palabra de fidelidad y su amor. Los cristianos, al igual que Israel, sólo tenemos que corresponder ante esta oferta gratuita y generosa. El Espíritu ha decidido distribuir sus abundantes dones entre todos, pero debemos corresponder con la construcción de una sola comunidad como expresión de amor y unidad. El agua en las tinajas, destinadas a la purificación, se convierte en un excelente vino, símbolo de la gracia y la nueva vida que ofrece Jesús presente en la Eucaristía. Jesús purifica nuestra vida, invitando a que nuestra fe sea auténtica y realmente transformadora.

En conclusión, las lecturas de hoy nos animan a reflexionar sobre la presencia de Jesús en nuestras vidas y cómo convierte lo ordinario en algo extraordinario, transformando nuestras carencias y ofreciendo el «vino nuevo» del Espíritu Santo. Obedezcamos a María haciendo lo que Él nos diga y sigamos su ejemplo de entrega total a su voluntad. El signo de Caná supone una celebración del amor divino y de la nueva vida que comienza con Jesús.