Imagen de Carmen Núñez Manchado, en el salón de casa, junto a su perra Lola. MARILÚ BÁEZ

Carmen Núñez, enferma de EPOC: «Yo, que he criado seis niños, me moría aquí metida, y me dije: de eso nada»

Esta vecina de Málaga, de 75 años, sufre una grave enfermedad respiratoria, pero, pese a que dos dispositivos la ayudan a respirar, sigue teniendo una ajetreada vida social y nunca pierde el ánimo ni la sonrisa

Domingo, 27 de julio 2025, 00:33

Carmen Núñez Manchado tiene 75 años, vive en las famosas torres de Santa Rosa de Lima, junto a Carranque, y, además de una simpatía arrolladora ... y unas ganas de vivir que envuelven a quien habla con ella, padece la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, conocida como EPOC, una patología que dificulta progresivamente la respiración, tanto que Carmen estuvo esperando durante años un trasplante de pulmón, que no llegó porque en 2010 le diagnosticaron un cáncer de mama que superó. Pese que un inoportuno episodio de Covid-19 ha vencido desde mayo su autonomía y la ha recluido en casa, no pierde la sonrisa ni se enroca en la pena. «A la gente le digo que luche, que viva y sea feliz. No te puedes sentar y pensar. La muerte la tenemos y el día malo, todo nos va a venir, aunque no quieras, pero tú tienes que procurar que lo que venga, venga bonito y alegre», dice mientras ve la televisión en una soleada mañana de las que regala Málaga a sus vecinos de vez en cuando. Cuando fue diagnosticada, en 2008, con apenas 58 años, se le vino el mundo encima: «Yo, de verme aquí metida; yo, que he criado a seis niños, he cosido para la calle y he hecho tanto, yo me moría. Y me dije: de eso nada».

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Núñez es, por tanto, una de las 4.700 personas que en Málaga son oxígeno dependientes, es decir, dependen de una dispositivo o de un ventilador para respirar debido a afecciones relacionadas con la respiración. De hecho, es vicepresidenta de la Asociación de Enfermos Respiratorios de Málaga (Alerma), que agrupa a los pacientes de EPOC y asma, entre otras patologías neumológicas.

Nacida en Morón de la Frontera (Sevilla) y casada con el empresario Antonio Díez de la Cortina, llegó a Málaga en 1971, ya con su primer hijo, después de haber vivido en Madrid. «Cuando vine a Málaga, dije: de aquí no me mueve ni el tato». Su marido encontró un trabajo de contable en Pamasa, que estaba en el Camino de Suárez. Y en el 72 compró su casa. «Vine con un niño y una hija en camino», dice. Ha hecho de todo en la vida: «Yo tenía un estanco en el Puerto de la Torre, he tenido una peluquería, he sido azafata y he cosido para la calle. He hecho de todo. Y tengo seis hijos y trece nietos». «Mi marido tenía máquinas por todos lados, porque ha trabajado en muchos negocios», dice, para indicar que la EPOC, cree ella, le viene por herencia familiar: «Mi tío la tenía y mi hermano la tiene», aunque reconoce haber fumado puntualmente. En 1975 sufrió una neumonía y principio de pleura y cree que «ahí empezó el pulmón a ir secándose y eso que yo tenía muchos niños, seis, y la casa».

Tratamiento

El tiempo pasó y en 2008 comenzó a sufrir una serie de resfriados. «Me daban un tratamiento, pero después me ingresaron en Carlos Haya y ya me cogió Paco Espíldora; se llevó los papeles a Barcelona porque no comprendía cómo yo, como tenía los pulmones, había estado aguantando; cuando él me cogió tenía yo el 62% de los dos pulmones perdidos», recuerda. Espíldora es un prestigioso neumólogo que la trató durante el comienzo de su enfermedad. Poco después, la apuntaron a la lista de trasplantes de pulmón, pero en 2010 se le diagnosticó un cáncer de mama, tras lo que la operaron, pero no pudo someterse a la intervención del trasplante en el Reina Sofía de Córdoba. En 2010, se jubiló contra su voluntad, con solo 59 años. Pero, ante la dificultad, eligió darse a los demás.

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Carmen se hizo voluntaria para ayudar a los enfermos de cáncer, a las familias con problemas económicos y se hizo hermana de la hermandad de la Virgen de las Cañas del Puerto de la Torre, así como participó en grupos de apoyo mutuo y de acompañamiento a las personas mayores.

Durante la pandemia, se fue a vivir al campo huyendo de los virus y ha de aplicar un cuidado exquisito a su rutina para no coger bacterias. Incluso, le dijo el médico que no podía tener esa enfermedad si había tenido seis hijos. Posee una máquina en casa que le insufla oxígeno para aumentar la saturación en sangre y que usa a demanda y todas las noches, y un dispositivo portátil en su andador que, durante muchos años, le ha permitido hacer una vida normal e ir a todos lados, por ejemplo a las procesiones de gloria que ella adora, pese a las dificultades. Toma cortisona tres o cuatro veces al día y, sobre todo en verano, enciende el humidificador para aumentar la humedad en el aire, algo beneficioso para quienes arrastran problemas respiratorios. Incluso, posee una aplicación en el móvil con la que manda la tensión todos los días, así como el oxígeno. «Como baje a 90, es preocupante, y ellos ya me llaman corriendo y me dicen: 'Carmen, ¿estás bien?'».

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Otra imagen de Carmen Núñez. MARILÚ BÁEZ

Con el tratamiento que le pusieron tras conocer la enfermedad, recuperó un 3% del funcionamiento de sus pulmones, pero ahora le funciona «medio de cada uno», bromea. Además, nunca le falta la mascarilla. «Soy muy positiva, que es lo importante, pero yo no puedo hacer esfuerzos. Y si es una pequeña cuesta, ya me muero. Yo estaba en el campo con la Covid, pero incluso con la bombona he ido yo a las hermandades. Yo ando despacio y haciendo las respiraciones para que el pulmón trabaje, pues bien, por eso necesitamos un fisioterapeuta», recalca.

Suele bajar a las zonas comunes de su urbanización y se sienta en el banco o en el bar de la esquina, «a mí me dicen que soy la jefa, porque me siento y pido un cafelito, un zumito de naranja y me tiró ahí tres horas, y se para una conmigo, se para otra, y así», reflexiona, para recordar que lleva más de cincuenta años en su bloque. Afirma que la vida sedentaria es lo peor para las enfermedades, «es muy importante ser positiva. No pensar en ti, sino en que estás viviendo hoy. A los enfermos les digo que luchen y que tiren para adelante».

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