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Jueves, 23 de mayo 2019, 00:15
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Los usuarios habituales de la EMT disponen de hasta diez tipos diferentes de tarjetas de transporte para moverse por la ciudad (abono mensual, estudiante, joven, jubilados, desempleados,...), pero el que se sube al autobús de forma ocasional sólo tiene una vía para abonar los 1,3 euros que cuesta el billete sencillo: en efectivo, y llevando a mano cinco euros o menos (cambio máximo que está obligado a ofrecer el conductor). Al menos, hasta ahora, porque la empresa municipal está trabajando en la implantación de un nuevo sistema de monética y ticketing que va a permitir incorporar la tarjeta bancaria como medio de pago. Con este nuevo paso no sólo se persigue ponérselo más fácil al usuario (el 35% de la recaudación se ingresa en efectivo), sino también ahorrar tiempo en la subida de viajeros, algo primordial para cualquier sistema de transporte público.
En principio, la línea donde más efectiva será esta medida es en la que conecta el Centro, la estación de autobuses y la estación de trenes María Zambrano con el aeropuerto, que mueve cada años a unos 600.000 viajeros, de los que la inmensa mayoría son turistas que pagan el billete en efectivo. A nivel nacional, Madrid es la única ciudad que a día de hoy permite el uso de la tarjeta de crédito, y lo hace precisamente en la línea exprés al aeródromo de forma experimental, aunque con la intención de extenderlo al resto de la flota a lo largo de este año. En el caso de Málaga, la previsión es que antes de que finalice 2019 pueda estar operativo en los primeros autobuses para extenderlo progresivamente al medio centenar de líneas. Más a largo plazo, el espejo en el que la EMT se mira es Londres, donde hace dos años que se eliminó el metálico a bordo y sólo se puede pagar el billete adquiriendo un título de transporte tipo bonobús o con tarjeta bancaria.
Además, otra innovación que traerá consigo el nuevo sistema de ticketing (el actual data de 2001 y supuso el cambio del bonobús y tarjetas de cartón a los soportes sin contacto) es que los usuarios de cualquier tarjeta de transporte podrán recargarla a bordo del autobús. Del mismo modo, otro funcionalidad será la migración de estas tarjetas de transporte sin contacto (Mifare Classic) al modelo Desfire. Para el usuario no supondrá ningún cambio, pero sí para la EMT, ya que estas tarjetas más avanzadas tecnológicamente tienen mayor capacidad de memoria para almacenar datos, son más seguras para evitar posibles fraudes y, además, son tres veces más rápidas en el proceso de validación del viaje. Un tiempo residual al tratarse de milisegundos, pero al que dan valor en la empresa de autobuses porque, usuario a usuario, al final también se traduce en menos tiempo de parada.
Éstas son algunas de las principales novedades que ofrecerá la EMT con el nuevo método de pago, cuya incorporación también va ligada a la puesta en marcha de un nuevo programa de gestión inteligente de la flota que, como ya avanzó este periódico, contempla la implantación de un sistema de priorización semafórica que permitirá mejorar la frecuencia de paso de los autobuses en las principales vías de la ciudad, de forma que se topen en su ruta con el menor número posible de semáforos en rojo en las horas punta. Se trata, en definitiva, de aprovechar al máximo las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías para optimizar horarios y corregir en tiempo real las desviaciones que se puedan producir durante el servicio, además de para realizar un estudio continuo de las tendencias de desplazamientos de los usuarios y así dar respuesta a sus necesidades.
La adquisición e instalación de estas mejoras salió a concurso con un presupuesto de 5,9 millones de euros (impuestos incluidos) y un plazo máximo de ejecución de un año. El periodo de recepción de ofertas concluyó el pasado 12 de marzo, encontrándose ahora en la fase de estudio de las dos propuestas aceptadas (una tercera fue descartada porque se formalizó un minuto después de que expirara el plazo).
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