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Ana Belén Jiménez, durante un momento de la entrevista con SUR, en la consulta que tiene en el barrio de Teatinos. Migue Fernández
Ana Belén Jiménez: «Lo que pone al acosador es ver cómo el otro se hace pipí en los pantalones»
Acoso escolar

Ana Belén Jiménez: «Lo que pone al acosador es ver cómo el otro se hace pipí en los pantalones»

«La víctima de 'bullying' se queda en una situación de indefensión total y el rendimiento escolar cae», advierte esta experta

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Miércoles, 19 de octubre 2022, 00:27

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Ana Belén Jiménez es psicóloga y presidenta de la Asociación Filio, una institución malagueña centrada en resolver conflictos familiares. Tiene experiencia en entornos escolares y sabe que, prácticamente, cualquier colegio puede contar alguna historia relacionada con el acoso escolar. 'Bullying' es el término científico para este fenómeno y Jiménez habla para SUR sobre motivos y dinámicas de esta lacra.

–¿Dónde acaba una disputa o un conflicto y dónde empieza el acoso escolar?

–No tiene que existir un conflicto previo. Por regla general, el bullying se ejerce sobre niños que tienen un perfil concreto. Pueden tener una discapacidad, padecer sobrepeso o tener alguna prótesis. Los jóvenes LGTBI también están siendo objeto de bullying.

–¿Por qué un niño acosa a otro?

–El objetivo principal del bullying es alcanzar un estatus social.

–¿Qué caras tiene el 'bullying'?

–Físico, eso está claro. Normalmente, el acosador que hace uso de la fuerza responde al perfil de varón y corpulento. Tiene una condición física más fuerte. Luego está el acoso psicológico, que lo utilizan mucho las chicas. Mermar las emociones en las otras personas. El bullying persigue el sufrimiento en el otro y le provoca disfrute al acosador. Y como es algo que produce satisfacción, tiene un carácter repetitivo y se mantiene en el tiempo.

–¿Complicarle la vida a alguien para demostrar al resto que se lo puede permitir?

–Bueno, realmente, el fin último del que acosa es la popularidad. Aunque eso puede tener un efecto bumerán. A largo plazo, la persona que emite un acoso reiterado y al que ya se le tacha de agresor obtiene el rechazo del 'pópulo'. Pero, al principio, el objetivo es obtener el control y el dominio. Y eso está asociado a la popularidad.

–¿Obtener un estatus elevado a través del sufrimiento de otros no denota fragilidad?

–Total. Normalmente, el modelo que conocen los acosadores para resolver conflictos es un modelo agresivo. Es lo que suelen conocer en sus familias. Son niños que han visto a sus padres resolver conflictos a través de los gritos y los porrazos. El famoso «por narices», que se dice. Son niños que no suelen aceptar un no por respuesta.

–Por qué una clase entera se puede aliar en contra de un solo niño? ¿Qué dinámica hay detrás?

–El acosador tiene la paciencia del Santo Job. Es aquel que va tirando piedrecitas un día, otro día, otro día… así va contaminando poco a poco a los que tiene a su alrededor. Y a eso hay que sumarle que se va instaurando la ley del silencio. El que está siendo víctima del acoso suele callar, hacer como si eso no existiera.

–¿Qué roles hay dentro de una clase? ¿Podemos hablar de agresores y de defensores?

–Tenemos al que acosa y a sus seguidores. Los seguidores pueden ser activos y pasivos. Los activos están de acuerdo con el acoso y, además, participan de él. Los pasivos son los que aprueban ese acoso, pero no participan. Sí le ríen la gracia al acosador. Luego están los testigos. Y entre esos testigos también dividimos entre activos y pasivos. Los primeros hacen todo lo posible para buscar recursos y ayudar al acosado. Los pasivos están en contra de la violencia, sienten pena, pero se quedan parados y esperan que la solución caiga del cielo.

–¿Hay una edad en la que se practica especialmente el bullying?

–La preadolescencia y la adolescencia.

–¿Qué consecuencias tiene a nivel psicológico para el niño que padece?

–Muchísimas. La emoción que aparece al principio es el miedo. Empiezan a tener miedo a todo y no es algo que solo se circunscribe al colegio. Empieza la ansiedad y la sintomatología depresiva. Hasta el punto de quitarte la vida porque no ves otra opción. Por desgracia, lo hemos visto. La víctima se queda en una posición de total indefensión y no tiene herramientas para defenderse.

–¿El bullying es también una máxima expresión de dominio sobre una persona?

–Total. Es que ese es el objetivo. La satisfacción que obtiene el acosador es la sensación de control absoluto. Ver que el otro se mantiene sumiso. Aparte del aplauso que obtiene de los palmeros y de todos que le ríen las gracia.

–¿Lleva al aislamiento?

–Una cosa lleva a la otra, sí. No solo se altera el sueño, el rendimiento o el apetito. Los niños que padecen acoso le cogen miedo a la gente. No tienen interés por conocer a nadie nuevo. Quieren encerrarse entre cuatro paredes, que es donde se sienten protegidos. La pesadilla es 24/7.

–¿Cómo pueden proteger los padres a su hijo para que no se convierte en una víctima?

–Es muy probable que los padres no tengan los recursos. Tenemos que hacer campañas de sensibilización. La población tiene que conocer este problema y los colegios se tienen que implicar. Hasta hace poco, no se le quería dar mucho bombo a esto. Pero es que es una realidad, les guste a los colegios o no.

–¿El niño que acosa a otro es consciente de la dimensión del daño que le está causando?

–Claro. Hacer el daño es el objetivo. Lo que pone al acosador es ver cómo el otro se hace pipí en los pantalones. Puede haber un rasgo psicopático. Si el acosador viene de un entorno en el que ha sido criado con violencia, pues ha normalizado esa violencia. Influyen muchos factores.

–¿Los docentes tienen una responsabilidad especial para captar las oscilaciones y los estados de ánimo en una clase?

–Tienen una gran responsabilidad. De hecho, en los planes curriculares del centro ya se trabaja mucho el tema de la convivencia. Entre ello está la resolución de conflictos y el respeto a la diversidad en todos los aspectos.

–¿Qué señales le pueden servir a los padres de alerta?

–Lo primero que empiezas a notar es una clara resistencia de ir a clase. «Mamá me duele la barriga, mamá, creo que hoy estoy malo». Luego está el tema del sueño y de la alimentación. Otra señal es un descenso abrupto en el rendimiento escolar.

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