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La fuerza del oleaje ha roto el malecón de los Baños del Carmen, ha levantado el camino de acceso y ha dejado la playa sin arena.
«No hemos dormido pendientes del agua»

«No hemos dormido pendientes del agua»

El temporal de levante remite y deja a su paso un panorama de daños y desperfectos

Francisco Gutiérrez

Domingo, 23 de abril 2017, 00:17

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Durante toda la noche han estado asomados a la ventana, sin poder dormir. Pendientes del mar. Mara Bravo es vecina de la urbanización Sacaba Beach y no recordaba un temporal de tanta intensidad. En el bar Paco, su propietario, Rafael Martín, estuvo toda la noche de guardia, pendiente del nivel del agua. El muro que protege la urbanización cedió en dos tramos por los golpes de mar, en la madrugada del jueves al viernes, y los vecinos de las viviendas unifamiliares de primera línea de playa temían lo peor. Hasta las ocho de la mañana de ayer estuvo activado el nivel de alerta naranja (el tercero en intensidad, de un máximo de cuatro). Las calles y jardines seguían ayer llenas de arena y de los restos del muro derribado.

De Guadalmar a La Araña

Desde Guadalmar hasta la última casa del término municipal, la de Isabel, en La Araña, el temporal de levante ha dejado un rastro de daños y desperfectos difíciles de cuantificar. Porque además de la pérdida de playas e infraestructuras, muchos establecimientos han estado dos y tres días sin poder abrir. En otros se cortó el suministro eléctrico, y han perdido las mercancías refrigeradas o congeladas.

Miedo entre los trabajadores del chiringuito Litoral. El agua inundó toda la zona del final del paseo marítimo, formando una gran balsa de agua. Pudieron salir «en la cuchara de una pala excavadora», recordaba ayer Francisco Marfil, el espetero. Los 22 trabajadores del establecimiento trabajaban contra reloj para recuperar la normalidad y poder abrir hoy domingo. «Llevamos dos días sin luz y todo lo que había en congeladores y neveras se ha perdido», lamentaba.

El concejal y portavoz municipal de Ciudadanos, Juan Cassá, y el diputado nacional de esta misma formación Guillermo Díaz visitaron a primera hora de la mañana la urbanización. Mostraron su apoyo a los vecinos y anunciaron iniciativas a nivel local y nacional para «forzar soluciones a medio y largo plazo» porque ya hay «un peligro cierto para la seguridad de las personas», indicaron. Ayer mañana seguía aislado el chiringuito Ginés, rodeado por la gran balsa de agua que se ha formado entre la calle Pacífico, Sacaba y el espigón de la Térmica. Algunos coches también han quedado aislados sin poder moverse del lugar desde hace dos días.

Los operarios de Limasa comenzaron a primeras horas de la mañana a retirar la arena que llegó a los paseos marítimos y a baldear las aceras. Aunque trabajaron 60 personas, parecía difícil que hoy esté restablecida la limpieza. Juan Manzano, del chiringuito María, en el Paseo de Antonio Banderas, ha contratado camiones de desatoros y baldeo «porque no llegan los de Limasa. Llevo gastados más de 1.500 euros», dijo. Al mediodía de ayer aún estaban sin luz. «He tirado el pescado de dos días y con el que he traído para mañana no sé qué pasará». Tenía el sótano inundado, y por dos veces tuvo que actuar el camión de desatoros. Culpa de la situación a Emasa y una deficiente conexión de los pozos a la red de drenaje. En las tareas de limpieza participaban sus 12 empleados, a los que se sumaron dos niños pequeños, para los que la limpieza del agua y el barro era como un juego.

También tenía el sótano inundado el merendero Casa José, situado en la glorieta de Antonio Martín. La amplia extensión de arena, con sombrillas y hamacas, que había delante ha desaparecido y el agua pegaba ayer en los cimientos, que han quedado visibles. «El temporal ha levantado la terraza, ha roto un muro y ha saltado por encima de la barra y del espetero. Incluso ha movido varios metros la barca donde tenemos la leña, que ha ido a parar a las rocas», explicó el encargado del establecimiento, Antonio Jesús Molina.

En el paseo de Huelin, el restaurante Pedro Gutiérrez trataba de recuperar la normalidad, con el objetivo de abrir al público después de un viernes muy complicado. «Estaba todo lleno de agua y arena, no pudimos ni limpiar», comentaba Jesús, uno de los camareros. Adrián, el encargado, indicó que además de los daños del temporal han sufrido un robo, en la madrugada del jueves al viernes. La fuerza del agua y el viento ha reventado perfiles de aluminio y ha doblado barandillas de acero y uno de los ventanales del salón. También se inundó el sótano y la losa de hormigón donde se sitúa el espeto ha quedado al aire, sin arena.

Muchas personas se acercaron a las playas a observar los efectos del temporal. Aparecían llenas de basura y objetos lanzados por el mar, como una boya de señalización náutica que un hombre acarreaba, como trofeo, en El Palo. En La Malagueta, el oleaje arrancó el puesto de socorro, que se encuentra apoyado en el muro del paseo. Lo que se ha tragado el agua es el mástil de la bandera, que no ha aparecido. Los vigilantes estaban a pie de playa, observando a los surfistas y a algunos niños que se divertían remojándose con las olas. Hasta el 15 de junio el servicio funciona los fines de semana.

Baños del Carmen

Muy complicado el estado de los Baños del Carmen, que sufrió la rotura del malecón. Aunque ayer bajó la intensidad del viento, el agua seguía entrando por el impacto de las olas. Viernes y sábado han tenido que cerrar, pues tanto terraza como salones estaban llenos de agua y arena. Todo el personal, unos 40 trabajadores, colaboraba en las tareas de limpieza. Adolfo Jaime, asesor gastronómico, explicó que en el salón había medio metro de agua, y que algunas de las barras de la terraza habían sido desplazadas hasta la zona de aparcamientos. «Es una verdadera pena que un sitio privilegiado esté abandonado por las autoridades», lamentó.

Los daños en negocios y viviendas llegaron hasta La Araña. En esta barriada, el restaurante Moreno no pudo abrir el viernes. El agua entraba con fuerza y rompió una puerta. Antonio Jesús, el propietario, agradeció la ayuda de los vecinos, «que vinieron a limpiar». Al final del barrio, Ana Maldonado se quejaba del abandono municipal. Acababa de limpiar su casa de agua y barro. «Tenemos acumulación de arena desde el primer temporal del año. Pagamos impuestos como el primer malagueño, pero nos tratan como si fuéramos de tercera», lamentaba.

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