El reciclaje sigue verde en Málaga
La falta de concienciación y las dudas sobre qué envase va a cada contenedor lastran la recogida selectiva en la provincia
Francisco Jiménez
Domingo, 22 de noviembre 2015, 00:33
Numerosas cajas de cartón, una montaña de bolsas de residuos orgánicos, alguna que otra lata de pintura, una tarrina de helado de un kilo, páginas ... de un periódico deportivo, garrafas de agua, botes de champú y hasta lo que parece ser el palo de una fregona. También hay botellas de vino y de cerveza, como no podía ser de otra forma tratándose de un contenedor soterrado de vidrio del Centro de Málaga. Si una imagen vale más que mil palabras, la fotografía de hace unos días que ilustra este artículo dibuja bien a las claras el largo camino que aún queda por recorrer en materia de reciclaje, por mucho que se haya avanzado en la última década.
Con los datos en la mano, cada uno de los 1,6 millones de habitantes de la provincia genera al año una media de 490 kilos de basura (794.400 toneladas en total). Sin embargo, entre lo depositado en los contenedores amarillos (envases), azules (papel/cartón) y verdes (vidrio) y lo que se consigue separar de los grises en las tres plantas de tratamiento de residuos existentes en la provincia (Los Ruices en Málaga capital; la de Casares que da servicio a toda la Costa del Sol occidental y la de Antequera para el resto de municipios) apenas se recuperan 37,5 kilos (un 7,7%), según los respectivos balances de estos tres centros ambientales al cierre de 2014.
A modo de referencia, varias cuestiones: la primera, que la media nacional es de 41,8 kilos y la andaluza, de 30. La segunda, que los envases, papeles y vidrios representan, en peso, el 20% de la basura que se produce en los hogares, con lo que el margen de mejora es más que considerable puesto que aproximadamente la mitad se sigue perdiendo. Y una tercera: salvo lo que se aprovecha de la materia orgánica y otros desechos que se recogen de forma indiferenciada para convertirlo en compost, el resto de la basura acaba en el vertedero.
Diferencias en la provincia
En esta foto fija del reciclaje, conviene precisar que si el panorama no es peor en la provincia es por la mayor aportación ciudadana en la Costa occidental (55,4). No en vano, llega a duplicar los niveles de la capital, que por sí sola está a la cola del país (26,2). «Si estamos por encima de la media andaluza es por el tirón del residente extranjero en la Costa, que está más concienciado», apunta Jesús Gutiérrez, gerente de Andalucía oriental de Ecovidrio, la entidad encargada de la gestión del reciclado de los envases de vidrio depositados en los contenedores de toda España, con un índice de recuperación del 68% de las botellas que se ponen en el mercado.
Desde febrero se encarga de la recogida en la capital, y los datos no dejan en buen lugar el trabajo que hasta entonces venía realizando el Ayuntamiento a través de Limasa, ya que le ha bastado con poner más contenedores en los barrios y potenciar la recogida puerta a puerta en los bares del Centro histórico para alargar la vida útil de un 10% más de botellas.
Residuos impropios
¿Falta concienciación? Sí, pero también más contenedores y, sobre todo, más información sobre qué va a cada recipiente, como se pone de manifiesto a diario en la planta de clasificación de envases del Centro Ambiental de Los Ruices, que gestiona Limasa en Málaga capital. Pese a ser un material previamente separado por aquellos malagueños que sí están sensibilizados con la causa, la realidad es que el 22% de los residuos son impropios; es decir, que no deberían haberse depositado en el contenedor amarillo. Sumando la actividad en el resto de la provincia, el balance aún es peor llegando al 27%. Una parte se consigue salvar pese a estar contaminada de otros desechos, pero ni mucho menos todo.
Dejar los envases y cartones junto al contenedor no sirve
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Esforzarse en casa para separar los residuos no sirve de nada si cuando llega el momento de desprenderse de ellos se dejan fuera del contenedor de reciclaje. Ya sea por comodidad o porque el recipiente esté lleno, la realidad es que los envases y cartones que se quedan en el suelo reciben el mismo tratamiento que los que directamente son depositados en el contenedor de la basura orgánica; es decir, son sometidos a un proceso de separación en las plantas de reciclaje que no permite recuperarlos por completo. El problema es siempre el mismo, y generalizado en todas las ciudades. La recogida selectiva se suele hacer de forma mecánica desde el camión, por lo que únicamente se vacía el contenedor. El resto es recogido por los equipos que se encargan de retirar todos los residuos que se acumulan alrededor, independientemente de que se trate de basura orgánica, papeles, plásticos o restos de poda.
La misma estampa se repite en la planta de tratamiento de vidrios de Molivisa, ubicada en Alhaurín de la Torre y desde donde se recuperan los tarros y frascos procedentes de Málaga y otros puntos de Jaén, Almería y Granada para conseguir el calcín, la materia prima que posteriormente se utiliza en las fábricas para volver a crear botellas, ventanas e incluso parabrisas. Para cumplir ese objetivo, antes hay que apartar de forma manual todo aquello que no tendría que haber acabado en el contenedor verde, ya sea por los habituales errores sobre qué color le corresponde a cada desecho (bombillas, vasos o espejos rotos deben ir al punto limpio, pero como suelen escasear lo normal es que acaben en cualquier contenedor) o por no tener el más mínimo interés en reciclar.
«Se ha avanzado mucho en los últimos años, pero aún hace falta una mayor colaboración ciudadana. Lo peor es que cuando alguien mezcla los residuos y los tira en un contenedor de recogida selectiva lo contamina todo y echa a perder el esfuerzo del resto de personas», expone Dolores Valencia, directora de la planta de esta empresa que da trabajo a 30 personas, además de a unos 200 transportistas de forma indirecta. Sí, empleo, porque en la provincia hay 120 empresas que se dedican a la recogida, tratamiento y eliminación de residuos, tanto domiciliarios como industriales o procedentes de la construcción.
«El problema está en que se siguen depositando gran cantidad de residuos recuperables en el contenedor general (fracción resto, donde se mezcla lo orgánico con lo que no se lleva al punto limpio y son envases de plástico, vidrio o cartón). De este modo, en las plantas de clasificación entre un 50 y 60% de estos residuos son rechazos que van al vertedero», denuncia Alberto Martínez Villar, que lleva más de dos décadas promoviendo la educación ambiental en Málaga a nivel asociativo y para las administraciones públicas con iniciativas para fomentar el reciclaje. A juicio de este doctor en Ciencias de la Educación y experto en Educación Ambiental, la solución pasa fundamentalmente por reducir la generación de residuos en origen (tanto a ciudadanos como a nivel industrial) y por que las campañas de sensibilización no se limiten solo a informar. «Aunque la información es importante, desde la psicología ambiental se sabe que no es suficiente para cambiar hábitos y rutinas. Hay que favorecer pautas de comportamiento adecuadas, introducir métodos participativos de aprendizaje y, sobre todo, explicar la repercusión ambiental, económica y social que tiene el esfuerzo de acudir al contenedor», precisa.
Charlas en colegios
En esta misma línea, el técnico en Medio Ambiente y coordinador del extinto Observatorio Provincial de la Sostenibilidad, Saturnino Moreno, advierte a las administraciones públicas de que la concienciación ciudadana «no se consigue con cuatro charlas en los colegios y alguna pegatina para cubrir el expediente». De una forma igual de gráfica, también critica la «producción brutal de residuos» ligada a los nuevos hábitos de consumo. «Si vas al supermercado y compras un pollo te viene en una bandeja de poliestireno difícilmente recuperable porque suele estar llena de sangre, sujeto con unas gomillas y envuelto en un plástico. Todo esto es evitable tanto por las empresas como por los ciudadanos, y para eso hacen falta campañas de sensibilización», remarca.
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¿Pero cómo se desmonta el escepticismo de buena parte de la población sobre los beneficios del reciclaje? Desde Ecoembes, la entidad que lleva 17 años coordinando a empresas, ciudadanos, ayuntamientos y recicladores de todo el país para tratar de recuperar el máximo número de envases de plástico y de cartón, aportan un buen número de macrocifras, como los 15,2 millones de toneladas de CO2 (dióxido de carbono) que no se han emitido a la atmósfera o los 22 millones de megavatios (el consumo anual de 6,84 millones de habitantes) que se han ahorrado con los 15,3 millones de toneladas de envases recuperados en este tiempo en toda la geografía española, el equivalente a 1.164 estadios de fútbol repletos.
Eso sí, otra cosa es traducirlos en algo más tangible para el vecino que sale de su casa con la bolsa de basura, por mucho que se les pueda decir que con 80 latas de refrescos se puede fabricar una llanta de bici o que seis brik de leche dan para una caja de zapatos. «La dificultad es trasladar todos los beneficios económicos, sociales y ambientales que conlleva reciclar, porque la realidad es que no se nota en el bolsillo del ciudadano», reconoce el gerente de Ecoembes en Andalucía, Antonio López, quien apuesta por seguir potenciando la recogida selectiva «porque es un sistema que aún tiene mucho recorrido».
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