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Nuria Triguero
Domingo, 22 de junio 2014, 20:47
El próximo sábado se celebrará la asamblea general ordinaria de Unicaja. Una cita anual que, desde que la actividad financiera de la entidad fue traspasada al banco, ha perdido buena parte de su contenido, como era la fiscalización de las cuentas y el informe de gestión. Ahora las competencias de la caja de ahorros están limitadas a la Obra Social. Una Obra Social en franca regresión, puesto que en sólo dos años ha visto recortado un tercio su presupuesto, pasando de los 45,6 millones de euros de 2011 a los 30,4 del pasado año. El descenso es mayor del 50% si se compara con 2009, año que marcó el récord de gasto con casi 70 millones de euros destinados a financiar acciones sociales, culturales y deportivas. En cuanto al número de centros dependientes de la Obra Social, ha pasado de 166 a 124 desde 2011.
Hasta aquí, los números. Pero ¿en qué se ha traducido este fuerte recorte presupuestario? La atención a la tercera edad ha sido una de las grandes damnificadas, a juzgar por los 27 hogares del jubilado que se han cerrado en el último año, según el listado que se sometió a aprobación en la asamblea general ordinaria de 2013. Son más de la mitad de los 45 que declaraba tener Unicaja en 2011.
Casi todos los centros clausurados estaban en pequeños municipios de Jaen y Ciudad Real, aunque también se han visto afectados pueblos de Málaga como Álora cuyo ayuntamiento retiró las cuentas de Unicaja en protesta por el cierre, Ardales, Arriate, Almargen o Gaucín. Barrios de la capital como El Palo también han perdido estos equipamientos sociales. Asimismo, la caja ha cedido la gestión de otros centros de mayores el número exacto no ha sido desvelado, la mayoría de los cuales han sido asumidos por los ayuntamientos. Sí sigue dirigiendo directamente sus cuatro residencias geriátricas en Marmolejo y Almadén (Ciudad Real), Jaén y Ronda, después del cierre en 2011 de la de Benalmádena. La «aplicación de criterios de eficiencia económica han precisado la adopción de decisiones de viabilidad, cierre, cesión de actividades, etc.», reconocía la entidad en su último informe de gestión de la Obra Social.
El ámbito educativo también se ha visto afectado en esta reestructuración. Según fuentes consultadas, diez de las guarderías que eran gestionadas directamente por la Obra Social han sido arrendadas. Los cinco colegios de educación infantil, primaria y secundaria continúan, mientras que de los dos colegios mayores que controlaba Unicaja, el de Arunda en la capital malagueña ya no tiene actividad, mientras que el de San Juan Evangelista en Madrid sigue abierto aunque con muy baja ocupación. El año pasado la asamblea de Unicaja aprobó, asimismo, el cierre de dos bibliotecas: la de Churriana y la de Pizarra.
Si hay un área de la Obra Social que Unicaja ha intentado preservar de los recortes, ésa es la social. Sus propios responsables han señalado en diversas ocasiones que esta partida presupuestaria es la que menos se recorta, con el fin de atender las demandas actuales en una situación de crisis como la que ha vivido la sociedad en los últimos años. En esta línea se engloba, por ejemplo, la intensa colaboración con Bancosol y otras organizaciones de ayuda a los más necesitados.
Cierres y recortes
La contrapartida está en el drástico tijeretazo que ha sufrido el presupuesto cultural. De ser uno de los principales agentes dinamizadores de la cultura y el arte en Málaga, Unicaja ha pasado a desempeñar un más que discreto papel. El cierre de la Sala Italcable, la pérdida de peso de la Sala María Cristina (que ya no tiene programación permanente sino conciertos esporádicos), el recorte de las aportaciones a instituciones como el Museo Picasso Málaga, el Ateneo, la Fundación María Zambrano o la Sociedad Económica de Amigos del País han marcado este declive. La partida destinada al deporte incluyendo tanto el patrocinio del equipo de baloncesto malagueño como el fomento del deporte base también ha ido reduciéndose.
Pero los recortes no han sido sólo presupuestarios, sino que afectan al propio organigrama de la Obra Social. Si antes cada área la de cultura, la asistencial-educativa y la de educación y deporte tenía un director al frente, ahora esos cargos intermedios se han eliminado para centralizar toda la gestión en la directora de la Obra Social, Dolores Cano. Según fuentes sindicales, también el equipo humano se ha visto mermado, con el despido de algunos empleados y la reubicación de otros. Según reconocía la entidad ya el año pasado, en atención a las directrices de «minimizar los costes en el desarrollo de proyectos y actividades, de asignación eficiente de recursos» se han «realizado ajustes en la gestión económica, financiera y social en los centros y en la planificación de proyectos».
La entidad justifica esta reestructuración por varios factores que, en último término, se resume en la situación de crisis. Y es que todas las fuentes de financiación de la Obra Social se han visto mermadas: desde la principal, que son los beneficios de Unicaja, hasta las cuotas de usuarios y las subvenciones. Siguiendo esta argumentación, el dinero que Unicaja dedica a revertir a la sociedad parte de sus ganancias debería empezar a aumentar de nuevo, puesto que la entidad ha iniciado la senda de la recuperación, con 72 millones ganados en 2013. El presupuesto que se apruebe el próximo sábado dirimirá si esta premisa se cumple.
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