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Miércoles, 19 de diciembre 2018, 11:46
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La desesperanza y el desánimo cunde entre los vecinos y los voluntarios de las asociaciones que trabajan en Los Asperones. Se han cumplido ya 31 años desde que se levantara esta barriada, un poblado de transición para acabar con asentamientos chabolistas de la capital, pero que se ha perpetuado en el tiempo. Y las condiciones de vida cada vez se hacen más difíciles.
La escuela, en este caso el colegio público María de la O, actúa como catalizadora de muchas de las iniciativas sociales. Aquí los niños tienen el desayuno y la comida, realizan actividades por la tarde y los padres y madres acuden a los profesores para pedir todo tipo de ayuda De esta manera, su director, Patxi Velasco, se convierte en improvisado portavoz de los vecinos de esta barriada que no ha parado de crecer: Las 145 familias iniciales se han convertido ya en cerca de un millar de personas. «Ya vamos por la tercer generación, abuelos, hijos y nietos que comparten un mismo espacio, reducido, asfixiante», señala el director.
Algunos consiguieron salir, hacia una vida más digna, fruto de los planes de realojo en viviendas sociales. Pero la crisis paralizó todos los intentos. Hace un año se habló de reactivar los planes, pero aún no se han materializado: 30 millones de euros aportados por Estado, Junta y Ayuntamiento para dar una respuesta definitiva e integral al problema de Los Asperones, anunció hace un año el entonces delegado de Fomento y Vivienda.
Ante la inacción de las administraciones y la desesperación de los vecinos, el colegio y las asociaciones que trabajan en el barrio han tomado la iniciativa de denunciar la situación y reclamar medidas urgentes. Además de los servicios sociales municipales, trabajan en la barriada Cáritas Diocesana, Misioneras de la Esperanza, Incide, Accem y la Asociación Chavorrillos.
En su «carta a los Reyes Magos», como califican su escrito, piden a las administraciones la intervención urgente para «dignificar la vida de nuestro barrio». Y lo más urgente y necesario es, precisamente, que se haga realidad el plan integral que permita el desmantelamiento de la barriada y la integración de sus vecinos en la ciudad.
Mientras tanto, hay problema diario que también necesitan soluciones. Se refieren, por ejemplo, al alumbrado público, con reclamaciones desde hace seis meses para su reparación. Otra cuestión que preocupa es la relacionada con el amianto: muchas viviendas y construcciones tienen uralita, el material que se empleaba hace años y que resulta ser cancerígeno. Con el tiempo se ha deteriorado y menores y ancianos están expuestos a un material de riesgo. De hecho, aseguran que recientemente ha muerto una vecina de cáncer de pleura, que se relaciona de manera directa con la inhalación de amianto.
Los vecinos de Los Asperones tienen las cocheras del metro muy cerca, a unos metros, pero para poder usar este medio de transporte tiene que recorrer una distancia mucho mayor, hasta la ampliación del campus de Teatinos, porque no tienen ninguna parada cerca. Finalmente, otra de sus reivindicaciones es la regulación ordenada y sistemática de la población, con un empadronamiento por exclusión social, que favorezca y permita el acceso a procesos de ayuda y promoción, como los cursos formativos y la renta mínima.
Es, señala el director del María de la O, la forma que tienen de luchar por la dignidad y justicia social de unas personas condenadas a la marginación.
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