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Salvador Salas | Vídeo: Pedro J. Quero

Así trabajan los cazavirus en las residencias de mayores

La empresa Andasur desinfecta 48 centros de la capital para evitar que se propague el Covid-19 entre las personas más vulnerables

Juan Soto

Málaga

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Viernes, 3 de abril 2020, 01:41

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Ataviados con un indiscreto traje blanco, máscara protectora, guantes y un enorme pulverizador cargado a la espalda, los trabajadores de la empresa Andasur se han convertido en los nuevos cazavirus de Málaga. Desde el pasado domingo están desinfectando las residencias de mayores de la capital para evitar contagios entre los miembros del colectivo más vulnerable de esta crisis sanitaria. Y por ello son recibidos como héroes anónimos que combaten al virus desde las trincheras de la batalla.

Esta empresa especializada en control de plagas está realizando la desinfección de 48 centros asistenciales tras el acuerdo alcanzado la pasada semana entre el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, y el centro comercial Muelle Uno, que se ofreció a financiar dichas limpiezas en profundidad. Este miércoles tocó el turno del centro Juan González 'Fundación La Esperanza', en Churriana, en donde conviven unas 60 personas de la tercera edad y en donde entramos para acompañar a los profesionales y ver en primera persona cómo se realizan la desinfección.

Los operarios comienzan su trabajo por las zonas exteriores y oficinas, aunque pronto se adentran en el edificio principal mientras los mayores se agrupan en el patio, ajenos a cualquier preocupación. El responsable del equipo en Málaga, Daniel Bueno, explica que inicialmente pulverizan con una solución bacteriológica de amplio espectro que sirve para matar cualquier virus presente en el ambiente, incluido el tristemente famoso Covid-19. Posteriormente, con un trapo repasan las zonas más delicadas y de difícil acceso.

El equipo de limpieza está formado por seis o siete trabajadores, en función del tamaño de la residencia, y al operativo incluso se suman personas llegadas desde Ceuta o Sevilla. «El trabajo hay que terminarlo cuanto antes y por eso buscamos ayuda extra», reconoce. Por el tamaño del centro calcula que tardarán una hora, aunque en otros casos han tardado cerca de tres porque hay que entrar en todas las habitaciones y mover a los residentes.

Salvador Salas

Daniel confiesa que para la desinfección completa no es necesario desalojar a los mayores, por lo que suelen ir agrupándose en salas que ya han sido desinfectadas mientras continúan con el trabajo. «El producto que utilizamos no exige ningún tiempo de seguridad y pueden regresar a sus habitaciones casi de inmediato», reseña. Ellos, como norma general, recomiendan que permanezcan 15 minutos fuera.

La visita de estos cazavirus es especialmente bienvenida por el personal de la residencia, que desde hace dos semanas se esfuerza por limpiar sin descanso todas las dependencias. Aunque cuentan con dos limpiadoras que acuden al centro todas las mañanas, desde que comenzó la alarma todo el personal coge el trapo. La asistenta social de la residencia, Paula Gavilán, explica que ellos han reforzado la higiene desde el primer día para evitar contagios. «Estamos más preocupados nosotros que ellos (por los mayores)», dice.

Desde que comenzó el estado de alarma asegura que viven con «tensión y nervios» y extremando todas las medidas de control. En su caso tomaron la decisión temprana de restringir las visitas de familiares, la medida que más les ha costado asimilar a los internos, pero al menos han logrado que no haya un solo caso en la residencia. «Es importante que esto se sepa porque sólo salen noticias negativas de los mayores cuando muchos seguimos trabajando con total normalidad», sostiene.

Paula dice que los mayores que allí residen están viviendo el confinamiento con naturalidad, sin agobios, y que sólo sufren porque sus familiares no pueden ir a visitarlos. Por ello se esfuerzan en hacerles fotos y grabar vídeos que comparten a través de las redes sociales. «Esto ha provocado que el teléfono no pare durante todos los días», resume.

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