Salvatore Ciliberti: «Muchos se reían de los italianos porque pensaban que aquí éramos inmunes»
Este empresario del Centro aprovecha el confinamiento para hacer tareas pendientes mientras vive con preocupación la situación de su familia en Italia
Cada mañana se levanta y mira la lista con las tareas pendientes: pintar, leer, cambiar la decoración del salón… Salvatore Ciliberti asegura que jamás ha ... visto su casa más limpia y ordenada que ahora. «No tengo ni una camisa sin planchar; tengo la casa para un reportaje fotográfico», bromea.
Propietario de un bar en la céntrica plaza de las Flores, este italiano afincado en Málaga vive solo en una casa en pleno Centro y asegura que aún no le ha dado tiempo a aburrirse entre visitas al banco, charlas con su asesor y tareas domésticas, «Me pillas empezando a hacer mi boloñesa; a mi cocinar me relaja mucho».
Preocupado por la situación que se vive ahora en España, asegura que no le ha pillado por sorpresa la evolución del coronavirus, ya que toda su familia -entre ellos sus padres, de 83 y 80 años- viven en la ciudad de Como, al norte de Italia, en donde ya llevan varias semanas de confinamiento. «Muchas personas se reían de los italianos porque se pensaban que aquí éramos inmunes y ahora tenemos la mayor curva de contagios de Europa», dice con tristeza.
Durante estos largos días de encierro intenta hablar a menudo con sus padres y sus hermanos, aunque como son mayores y no entienden de nuevas tecnologías sólo lo puede hacer por teléfono. «Ellos lo están llevando bien, no salen de casa y esperan que esto pase rápido, pero te preocupas más al estar en al distancia».
Por si fuera poco, en su círculo cercano ha vivido la muerte de Fabricio, un amigo de la infancia con apenas 34 años por el dichoso coronavirus. «Eso te hace darte cuenta de la verdadera importancia que tiene todo esto y de que no nos lo estamos tomando demasiado en serio». «Tengo 50 años y jamás en mi vida he tenido que cerrar un local durante 15 días», añade.
Para pasar la cuarentena le gusta mantener las rutinas diarias, levantarse a la misma hora y no quedarse sin hacer nada. Aunque siempre cambia los horarios para no caer en la monotonía. «Si un día me ducho por la noche, al día siguiente lo hago por la tarde». Y así espera hacerlo durante pocos días porque acabe pronto esta situación excepcional. «Cuando mejor estaban funcionando los negocios nos ha venido este palo tan grande».
A nivel empresarial ha tenido que aplicar un ERTE a su plantilla. Él era de los pocos que semanas antes de decretarse el confinamiento ya sabía que tarde o temprano ocurriría también aquí. «Italia está al lado y hay mucho intercambio comercial; estaba claro que iba a pasar lo mismo». Y por eso confiesa que no le han gustado muchas de las bromas que se han gastado durante las últimas semanas. «Tendríamos que haber empezado mucho antes», resume.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónAún no hay comentarios