Positivo en Covid: Así viví una semana de desconcierto
Laberinto sanitario. Hasta 254 llamadas a mi centro de salud en un solo día sin obtener respuesta mientras mis contactos estrechos se aislaban sin tener una fecha de salida o una baja laboral
Habían pasado casi nueve meses desde la última vez que puse un pie en la redacción del periódico. O lo que es lo mismo, ... casi treinta días más que el resto porque fui de los que tuvo suerte y me pude casar sin sobresaltos justo antes de que la vida nos cambiara a todos. A mediados de la cuarta semana de septiembre estaba a punto de terminar las vacaciones, así que me llegó el turno del trámite del test serológico. Me consideraba casi un 'experto', o al menos pensé estar lo suficientemente informado como para haber estado escribiendo sobre ello durante al menos los últimos dos meses, pero ni por esas.
Nada aventuraba un positivo, y mucho menos que se tradujera en que estaba pasando en ese momento la enfermedad. Ser asintomático en estos momentos es una suerte para la salud individual, pero todo un caos para quienes me rodean. Así fue la semana de desconcierto entre una serología positiva y una PCR negativa.
Día -7. Del 15 al 17 de septiembre
¿Cómo me he podido contagiar de coronavirus?
Es complicado saber cómo y cuándo me contagié de Covid-19, pero tras leer en profundidad toda la documentación del Ministerio, hablar con médicos a título personal y cruzar el resultado de los anticuerpos totales con la aparición del resto de niveles y la PCR negativa, el contagio se debió producir entre los días 15 y 17 de septiembre. Esto, en realidad, es puro cálculo, porque ni el médico de mi centro de salud ni mucho menos el contestador de Salud Responde fueron capaces de establecer un marco aproximado. Lo único que está claro es que el martes estuve en Granada, el miércoles en casa de mis padres y el jueves en Sevilla. Difícil sacar alguna conclusión.
Día 0. 23 de septiembre
Una prueba rutinaria con un final inesperado
Casi nueve meses después el día había llegado. Apenas quedaba la prueba rutinaria del test serológico, pero la ausencia de síntomas me tenía bastante tranquilo. La prueba se produjo por extracción de sangre como cualquier análisis, y me avisaron de que recibiría el resultado entre el sábado y el domingo.
Día 4. 27 de septiembre
Resultado: Anticuerpos totales positivos y aislamiento automático
En el domingo posterior a la prueba no me dio tiempo ni a desayunar. Apenas abrí los ojos recibí el mensaje de que mis resultados estaban disponibles en la web del centro médico. Nada más poner mi clave me di de bruces con el resultado que no esperaba: «Anticuerpos totales positivo. IgG negativa. O dicho de otro modo, que tenía los anticuerpos pero que no eran antiguos. Un enorme cartel en rojo lo decía muy claro: «Enfermedad-confinamiento. Se debe realizar la PCR a la mayor brevedad posible».
Unos segundos después el teléfono ya echaba humo. Mi marido y yo, sin dudarlo, empezamos a llamar todos mis contactos estrechos de los últimos siete días y avisándoles de que no podían salir de casa hasta saber mi situación.
Día 5. 28 de septiembre
El desamparo del paciente. Hasta 254 llamadas sin respuesta al centro de salud
El domingo lo pasamos entero llamando a nuestros contactos, pero también intentando contactar con el teléfono de Salud Responde del Covid, del que descubrimos que se trata únicamente de un contestador cuyo mensaje central es que hagamos caso de las autoridades sanitarias. En cuanto dieron los ocho de la mañana del lunes empezó la gran pesadilla de la semana:intentar contactar con el centro de salud. Aunque estaba a la espera de que me citaran para una PCR por la sanidad privada, mi centro de salud debía estar informado de mi positivo, ya que era la única manera de que Salud supiera que existía un nuevo caso.
Además, ningún médico quiso dar la baja a mis contactos estrechos hasta que yo entrara en el sistema, por lo que esta gestión era ya crucial no solo para mí, sino para el resto de personas. Hasta 254 llamadas en una mañana no bastaron para poder contactar con mi médico, y solo el conocimiento previo como informador y la responsabilidad individual mantuvieron a mis contactos esperando en sus casas sin una hoja de ruta clara.
Día 6. 29 de septiembre
La experiencia de la PCR y la primera conexión con mi médico
El segundo día de la semana comenzó con la experiencia de la PCR en un hospital privado. Entiendo que cada uno tiene una sensibilidad diferente, pero la introducción del palo por la nariz y la boca es muy desagradable. A última hora de la mañana y cien llamadas después, conseguí hablar con mi centro de salud. Unas horas más tarde se puso en contacto conmigo un médico que se presentó como «de coronavirus», aunque tuve que explicarle que dados mis resultados serológicos, no se trataba de una infección antigua. Solo entonces conseguí que me hiciera la baja de mis contactos estrechos, aunque el sistema para enviarlas por Whatsapp «no funcionaba» y hubo que esperar varias horas a que un administrativo las enviara por correo electrónico.
El médico me avisó de que me llamaría el jueves por la tarde para conocer el resultado de mi PCR, porque, de nuevo, recordó que los datos entre pública y privada no se cruzan. Es decir, que mi médico haría un acto de fe y creería en lo que yo le dijese. «Mientras, lo suyo es que los contactos no salgan de casa», afirmó tras negar «de momento» la necesidad de que les hicieran una PCR.
Día 7. 30 de septiembre
Negativo en la PCR
El resultado de la PCR tardó algo menos de 30 horas en conocerse. El negativo fue la mejor noticia en esos días, pero el bloqueo de mis contactos estrechos se mantuvo. 50 llamadas al centro de salud para intentar que les dieran el alta, pero una vez más sin éxito.
Día 8. 1 de octubre
Fin del proceso con muchas preguntas abiertas
El jueves conseguí hablar con el médico, que dio por concluido el proceso tras anunciarle mi negativo, aunque de nuevo las altas se tuvieron que recoger presencialmente porque no funcionaba el sistema. A pesar de haber tenido suerte porque he pasado el Covid asintomático, el proceso deja muchas preguntas abiertas. ¿Por qué no se ha hecho PCR a mis contactos o a mi marido? ¿Han pasado el Covid? ¿Qué pasa con aquellos que no están híperinformados? ¿Cuántos rastreos efectivos se realizan? ¿Por qué no se cruzan los datos entre la sanidad pública y privada? Quizá haya que seguir esperando.
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