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«Buenas tardes. Mi nombre es Francisca xxx xxx (prefiere no desvelar sus apellidos). Llamo para decirles que estaba sentada viendo la tele y me ha entrado un tiro por la ventana».
–«Señora, ¿qué dice?», respondió atónito el policía de la sala del 091.
Paquita pasó a explicarle lo que le había pasado. Que el impacto sonó como una pedrada, pero que a ella le pareció un disparo por el agujero que le había dejado en el cristal. Que avisó a su hija y a su vecina, que movieron juntas el taquillón («solo se cayó una foto») y que vieron la bala en el suelo, detrás del mueble. Y que, entonces, ella les dijo que no tocaran nada y llamó a la policía.
En La 1 ponían la primera parte de 'Grease' (1978). Paquita (79 años) había regresado sobre la una de la casa de su hija, donde pasó la Nochevieja, y después de almorzar se puso a ver la peli protagonizada por John Travolta y Olivia Newton-John. Estaba sola (es viuda), tapada con una manta en el sofá de su casa, en una sexta planta de la calle Olletas, cuando oyó «un impacto horrible» en la ventana. «Al principio pensé que era un coche, que habría tirado una señal de tráfico que hay en la esquina, pero como había sonado dentro de mi casa, me imaginé que era una pedrada».
Paquita se levantó como un resorte del sofá y descorrió la cortina. «Me puse muy nerviosa. Saqué el móvil y llamé a mi hija y también a mi vecina. Al ver el roto que había dejado en la tela [de la cortina, que es gruesa], le dije a mi vecina que era un tiro, y ella respondió: 'Paquita, tú has visto muchas películas'».
Cuando llegó su hija, que sólo tardó unos minutos, retiraron el mueble y descubrieron la bala. «La policía tardó muy poco en venir. Primero llegaron cuatro o cinco, después dos o tres más... Se quedaron como haciendo guardia, de pie, no querían sentarse», recuerda la vecina de Olletas, que insiste en que los agentes se portaron «muy bien» con ella. «Uno de ellos me dijo: 'Señora, la cortina ha parado la bala y le ha salvado la vida'. La trayectoria era directa». Desde su ventana se ven, en una diagonal perfecta, los bloques más altos de La Pamilla. La bala que acababa de entrar en su casa había sido disparada, presumiblemente, desde la plaza de los Verdiales, donde a esa hora –Paquita sabe que eran exactamente las 17.15 por la llamada que le hizo a su hija, que quedó registrada en el móvil– se desarrolló un tiroteo en el que se emplearon varias armas, al menos una de ellas larga, de tipo subfusil, a tenor de los casquillos que la policía recogió en el lugar de los hechos. Los agentes encontraron cerca de medio centenar de vainas de distintos calibres que alcanzaron, además del salón de Paquita, varios vehículos y fachadas de edificios. No consta, por ahora (la policía ha peinado los hospitales por si alguien ingresó en urgencias con lesiones por arma de fuego), heridos en el tiroteo. Eso sí, la balacera de La Palmilla ha llevado a los investigadores hasta un bloque del barrio donde se ha encontrado, oculta en un piso, una plantación de marihuana.
Paquita tampoco resultó herida «de milagro», porque la bala, que voló más de un kilómetro en línea recta, iba directa al lugar en el que ella estaba sentada. «Apenas he podido dormir», confiesa. Afortunadamente, todo ha quedado en un susto y una anécdota que contar a sus nietos y a sus amigas, con las que desayuna cada día en una cafetería del barrio. «Pero eso será mañana. Porque hoy (por ayer) no he sido capaz ni de poner un pie en la calle...».
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