Un grupo de voluntarios rescatan en Nochevieja a un perro perdido que se refugió en la Catedral
Rafaelillo, un podenco portugués, se escapó cuando paseaba con su cuidadora en Eugenio Gross el 31 a mediodía y apareció en el Centro por la noche
«La Navidad existe, en mi casa la hemos vivido». Es la reacción de José Manuel Vela cuando se le pregunta por su vivencia de ... la pasada Nochevieja. La familia dejó a su perro Rafaelillo a cargo de una cuidadora el mismo día 31 por la mañana, ya que habían quedado con un grupo de familiares y amigos para pasar la fiesta en un hotel en Nerja y no admiten mascotas. «Lo dejamos a una señora que es cuidadora, pero ya le advertimos de que tuviera cuidado, es un podenco portugués enano y es muy nervioso, a veces tira y se sale del collar», relata.
Dicho y hecho. Cuando el can salió a la calle y vio que el que lo llevaba no era su dueño dio un tirón, se desprendió de la correa y echó a correr a toda velocidad, en busca de su familia. «No puedo vivir sin él, ni él sin mi, el amor es mutuo», lo justifica su amo. Sobre las 19.00 horas le llegó el aviso de que Rafaelillo se había escapado. «Cuando me avisaron me puse malo, me volví loco, vine enseguida de Nerja a Málaga con otro amigo para buscarlo por la zona donde lo dejamos, en La Goleta, y luego en Eugenio Gross, donde vive la cuidadora». Después se le ocurrió que podía haber vuelto a su casa en la calle La Unión, donde muchos vecinos se sumaron a buscarlo. Mientras, sus familiares subieron la historia a las redes sociales, con la esperanza de que alguien lo viera y avisara.
El rescate
Mientras, pasadas las diez de la noche una pareja vio a un perro muy asustado, que se había refugiado en la puerta de la Catedral que mira a la plaza del Obispo. Aunque no podían acceder por la reja, se quedaron cerca, le llevaron comida y lo subieron también a las redes, por si alguien lo estaba buscando.
La historia llegó hasta Julia Cobaleda, coordinadora de rescates de la Sociedad Protectora de Animales de Málaga. «En cuanto nos comimos las uvas me cambié el traje 'brilli brilli' por la ropa de trabajo y salí a buscarlo». Le acompañaban su hermana Inma y su cuñado José Luis, que también son voluntarios.
«Estaba allí, el pobre, agazapado en un rincón, muerto de miedo». La pareja que había dado el aviso seguía en la zona, y dos agentes de la Policía Local que pasaban por allí se ofrecieron a ayudar. Iban a llamar a los Bomberos cuando se dieron cuenta de que la puerta de la verja no tenía candado y se podía abrir. La experimentada voluntaria entró con los policías, pero el animal estaba en pánico y se tiraba a morder. Finalmente, lograron ponerle el lazo y una vez que lo metieron en el coche se tranquilizó.
Entre tanto, una amiga vio el llamamiento de los dueños en las redes y en pocos minutos se pudieron reencontrar en su casa. Finalmente, el responsable del hotel de Nerja hizo una excepción y permitió que el perro pasara el resto de la Nochevieja con ellos. «Quiero que se conozca la historia para que sirva de ejemplo para otros casos en el futuro, y que se sepa que hay mucha gente buena», exclama el dueño de Rafaelillo. La Navidad, efectivamente, existe.
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