Pacientes de alzhéimer empeoraron en tres meses de confinamiento tanto como en tres años de enfermedad

El confinamiento supuso que los pacientes rompieran con sus hábitos y rutinas y se vieran obligados, de un día para otro, a estar en todo el tiempo en sus domicilios, sin poder acudir a los talleres ocupacionales ni a los centros de día tanto públicos como privados. «Las actividades que hacían los enfermos se pararon de golpe y eso les perjudicó. La consecuencia ha sido que ha habido pacientes mucho más demenciados, con brotes de delirio y de agresividad. La situación ha sido muy dura tanto para ellos como para los familiares que los cuidan«, ha indicado Ángela García Cañete.

La ruptura de las rutinas supuso un aumento del deterioro cognitivo y físico, así como graves problemas de movilidad de los pacientes. «En tres meses se pasó de una fase temprana de la enfermedad a otra muy avanzada. El confinamiento impuesto por culpa de la pandemia golpeó muy fuerte a los enfermos de alzhéimer, muchos de ellos no han logrado recuperarse físicamente y su deterioro cognitivo es ya irreversible«, ha asegurado la presidenta de ConFEAFA.

Para tratar de que los pacientes recobren la movilidad, las asociaciones de familiares de personas con alzhéimer recurren a las sesiones de fisioterapia. Gracias a ellas, hay enfermos que ha experimentado una mejoría en su estado físico, pero en otros casos el deterioro es tan importante que ya no hay remedio.