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Rafael Medina, el dueño de La Cierva, atiende a dos clientes en el interior de su bar.

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Rafael Medina, el dueño de La Cierva, atiende a dos clientes en el interior de su bar. MIGUE FERNÁNDEZ

La mayoría de comercios y bares en los barrios de Málaga se reactivan con la fase 2

Las persianas bajadas pasan a ser minoría y los hosteleros confían en el tirón del verano para garantizar la viabilidad de sus negocios

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Lunes, 1 de junio 2020, 15:46

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La hamburguesería Durán Durán lleva 26 años en la Avenida de Sor Teresa Prat. Si hay una categoría que se denomina «clásico de los barrios populares», el negocio que regentan Pepe y Pepi, un matrimonio bien avenido, entra en esta catalogación. Después de más de dos meses, Pepe ha colocado esta mañana por primera vez la terraza para servir desayunos desde que se decretó el estado de alarma. Una sensación extrañana para alguien que nunca se ha cogido más de dos semanas de vacaciones. «He sufrido mucho durante este parón que ha sido inimaginable», ha reconocido.

Pepe es el reflejo de un gremio que tenía el día de hoy marcado en el calendario. Málaga ha estrenado esta mañana la fase 2 de la llamada desescalada. Una etapa que ha venido acompañada en los barrios de una imagen que sí recuerda a lo que había en el mundo precoronavirus. En el sector de la hostelería se han cumplido los vaticinios que preveían una reapertura de muchos negocios que aún no dieron el paso durante la fase 1. Las persianas bajadas han pasado a ser una minoría.

Otro ejemplo es el bar La Gran Plaza, ubicado en la calle Beethoven. A pesar de contar con una amplia terraza, sus dueños han preferido esperar hasta hoy para retomar la actividad. En este caso, servir cafés y desayunos por la mañana, y retomar los menús del día que siempre se han ofrecido a la hora de la comida. En las mesas, cumpliendo todas con la distancia de seguridad, el trasiego de clientes ha sido una constante.

La fase 2 significa también para muchos empleados el fin del teletrabajo. Con el retorno a las oficinas han vuelto las bajadas al bar durante la hora del descanso. Carmen Ruiz y sus compañeros han celebrado el reencuentro con un desayuno en la calle. Todos son funcionarios y han destacado que tenían ganas de volver a la oficina. «Echaba mucho de menos a mis compañeros, llevamos años viniendo aquí», ha subrayado Carmen. Para ella, ha insistido, la vuelta a la normalidad también debe ser una «vuelta a retomar viejas rutinas».

En los bares y restaurantes, la fase 2 supone la apertura del interior de los establecimientos, donde se permite el consumo en el local en mesa, sin superar el 50% del aforo. Las restricciones y los nuevos protocolos añaden trabajo. La percepción, no obstante, es ya la de que existe una concienciación plena. Las distancias se cumplen en las terrazas, los camareros llevan todos mascarilla y los clientes tienen a su disposición soluciones hidroalcohólicas para la higiene de las manos.

Rafael Medina es el dueño del bar La Cierva, una institución en la barriada de la Luz. «Mi familia lleva con este negocio 43 años. Poquito a poco vamos retomando y falta que hacía», ha admitido que en él aún impera el pesimismo: «Es que estar tanto tiempo cerrados ha sido muy duro». Las verdaderas consecuencias del parón económico, en eso han coincidido todos los hosteleros cuestionados a lo largo del recorrido, se verá en otoño. Antonio Martos, el dueño de la pizzería L'Albero, ha hablado de un proceso de «selección natural». Hasta la irrupción del Covid-19, su negocio llevaba 14 años dando una rentabilidad suficiente como para vivir de él.

«Hubo momentos en los que he sopesado no volver a abrir, pero luego nos hemos echado para adelante y estoy contento con la acogida que hemos tenido hasta ahora», ha reconocido. En la fase 1 retomó el reparto a domicilio y ahora vuelve también el servicio en mesa. Antonio ha tenido que tirar de un crédito ICO para tener garantizada la liquidez. «Creo que muchos negocios se van a salvar durante el verano, lo difícil vendrá a partir de octubre, noviembre, diciembre...», ha vaticinado.

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