Mañana de atracos, tiros y rehenes en El Molinillo
Historia de Málaga ·
La popular barriada malagueña vivió una mañana de sobresaltos el 17 de mayo de 1989Secciones
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Lunes, 21 de mayo 2018
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El barrio del Molinillo vivió una mañana de sobresaltos el 17 de mayo de 1989, con atracos a bancos, tiros, persecución y rehenes. Todos los ingredientes de un telefilme americano pero teniendo como escenario las calles del popular barrio malagueño. Ese día, la policía detuvo tras una espectacular persecución a tres atracadores italianos que habían asaltado dos entidades bancarias de forma consecutiva y que tomaron a varias personas como rehenes, ninguna de las cuales resultó herida.
El primero de los atracos se produjo a las nueve de la mañana en la sucursal de la entonces Caja de Ahorros de Ronda de calle Carretería, de la que huyeron los asaltantes tras conseguir un botín de, aproximadamente, un millón de pesetas. Pero a los ladrones les supo a poco el botín y minutos más tarde penetraron en la sucursal de la entonces Caja de Ahorros Provincial de Málaga de calle Duque de Rivas, donde se apoderaron de algo más de dos millones de pesetas. La policía seguía la pista de la banda y los asaltantes advirtieron la presencia policial, que había sido alertada de este segundo atraco, cuando se disponían a salir de esta sucursal, por lo que se introdujeron de nuevo en el banco para salir minutos más tarde con varios rehenes. Fue en ese instante cuando uno de los atracadores, protegido por los rehenes, disparó contra uno de los policías que se encontraban apostados en las inmediaciones de la sucursal, alcanzándole un disparo en el abdomen. Tras herir al agente, los atracadores se dirigieron a un coche que habían dejado estacionado en la calle Duque de Rivas, llevando consigo como rehén a una joven de 18 años de edad, alumna de una peluquería que estaba en el banco con su cuñada en el momento del atraco. La joven, que sufrió una grave crisis nerviosa, fue llevada sujeta «por los pelos» por los asaltantes, quienes la soltaron en el momento en que estos subieron a su vehículo, un Golf de color negro. Una vez en el automóvil, los atracadores emprendieron una veloz huida por la calle Duque de Rivas realizando numerosos disparos contra la policía, que les seguía, disparos que hicieron impacto en coches, puertas y hasta en una cajetilla de cerillas de un vendedor ambulante que se encontraba en ese momento en la calle con su puesto de tabaco.
En su loca huida, los atracadores se saltaron el stop que regula el cruce de Duque de Rivas con Marqués de Cádiz, y fueron a chocar violentamente con un todo terreno Range Rover que en ese instante circulaba por esta última calle, resultando herido uno de sus ocupantes así como uno de los atracadores. Pese a la violenta colisión, los asaltantes salieron rápidamente del automóvil y emprendieron la huida a pie por la zona, refugiándose dos de ellos en una tienda de recambios situada en la calle Rosario Pino, mientras el otro huía en dirección contraria. Este último fue detenido por la policía instantes después. No ocurrió lo mismo con los otros dos, que se atrincheraron en la tienda de recambios y, al verse cercados por la policía, amenazaron con matar a las dos personas que en ese momento se hallaban en el local. Los atracadores permanecieron en la tienda unos largos e intensos veinte minutos rodeados por la policía, con agentes cercando el negocio y apostados tras los vehículos con sus armas reglamentarias en la mano. Un tiempo que se hizo eterno para los rehenes hasta que la policía, de forma sorpresiva y tras mantener conversaciones con los ladrones instándoles a que se rindieran, lanzó dos botes de humo al interior del establecimiento, tras lo cual los atracadores salieron del local por su propio pie sin causar ningún daño a sus rehenes. Uno de éstos relataría más tarde que los atracadores le pusieron la pistola en la cabeza, y aseguró que durante el tiempo en que permaneció retenido, los asaltantes solicitaron la presencia de un juez, un abogado y un periodista.
Terminaba así el periplo de la llamada «Banda del Fiat Uno», bautizada así porque en un primer momento utilizaron ese modelo de vehículo para perpetrar sus robos, y que mantuvo en jaque a la policía malagueña a finales de la década de los 80. Integrada por delincuentes italianos, la policía les imputó la comisión de más de una docena de atracos cometidos en la capital y provincia, además el asalto a furgones blindados, en los que consiguieron un botín que fue estimado en unos 50 millones de pesetas.
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