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Vista del Perchel desde el Guadalmedina del siglo XIX. Archivo Díaz de Escovar

Cuando Málaga combatió la fiebre amarilla a cañonazos

La epidemia que se originó en El Perchel en 1803 se intentó atajar bombardeando con azufre las calles en lugar de intentar contener la enfermedad, que dejó 6.884 fallecidos

Sábado, 15 de septiembre 2018

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Lo de matar moscas a cañonazos le viene muy bien a un episodio de la Málaga decimonónica. Una historia de salud pública agravada por las ... lluvias de un septiembre como el actual, pero sobre todo por una mala praxis unida a la política y la ignorancia. El capítulo que azotó la ciudad ocurrió en 1803 y entró por el puerto de Málaga. Puntal de su economía y pujanza comercial en el Mediterráneo, los muelles de la capital también fueron una vía de entrada de enfermedades, como el tifus icteroides o fiebre amarilla, que comenzó a extenderse en verano de aquel año por el barrio de El Perchel. Pero en vez de declarar la epidemia y establecer cordones sanitarios, las autoridades de la ciudad optaron por mirar para otro lado, asegurar que no la enfermedad no era contagiosa y combatir el brote con cañonazos de azufre. Tan espectaculares como inútiles.

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