Inés Vega, una teleco que triunfa como maestra heladera
Desde su obrador en la Axarquía, esta malagueña acumula reconocimientos en el Campeonato Nacional de Heladería Artesana y obtiene un Solete de la Guía Repsol
Abrió su primera heladería en el local de otra que fracasó y en una calle sin salida de Rincón de la Victoria, una circunstancia que ... se antojaba premonitoria en el arriesgado proyecto, pero que ella ignoró. Creía en lo que hacía. Sin experiencia en los negocios y con voces que dudaban de su éxito, empezó a construir su sueño. Tenía 22 años.
Inés Vega (Málaga, 1983) acababa de titularse en Ingeniería Técnica de Telecomunicaciones en la Universidad de Málaga (UMA), pero hacía tiempo que sabía que aquello no era para ella. Jornadas interminables, talento mal pagado y un sacrificio que, a la larga, no le proporcionaría satisfacciones laborales ni personales. Apenas llevaba tres cursos cuando lo vio claro, ayudada por un grupo de amigos que tenían heladerías y obradores en Málaga, que le metieron el gusanillo del oficio. Pese a todo, «por responsabilidad y ante posibles incertidumbres futuras», decidió terminar lo que había empezado.
Y cumplido el compromiso académico y con un préstamo que tuvieron que avalar sus padres (también del gremio de la hostelería) se lanzó al abismo, pero con la convicción de que «todo saldría bien». No se equivocó. Aquel local ruinoso poco tardaría en convertirse en la próspera heladería Capriccio, que compartía espacio con un obrador donde esta joven ingeniera empezó a dar rienda suelta a su imaginación en forma de helados artesanos.
Los ingredientes del éxito
Dos décadas después sigue fiel a la receta original: máxima calidad de unos ingredientes que proceden de productos de proximidad (leche fresca de Antequera, cítricos ecológicos, como la naranja, el limón, el yuzu o la mandarina de la empresa Vegaverde, o aguacates y mangos de la Axarquía); generosidad en las cantidades; paciencia para respetar los tiempos, y el «amor» y la maestría de quien además de crear postres, sabe cómo dejar siempre buen sabor de boca en los comensales.
Fueron 14 años de éxito que la animaron a inaugurar su segunda heladería en un amplio local del paseo marítimo de este municipio, donde se atrevió también con un restaurante italiano. Volvió a ganarse a los clientes, pero dos años después y en plena cresta de la ola tuvo que traspasar todos los negocios a su hermano por motivos familiares.
Pero lejos de abandonar el oficio, buscó cómo ganar más tiempo en la conciliación familiar (espera su tercer hijo) y poner en marcha un gran obrador en el núcleo veleño de Valle-Niza (Benajarafe) donde seguir creando y en el que trabajan actualmente ocho personas. De esta forma, produce para otros. Lo hace para restaurantes, que en ocasiones no se lo ponen fácil. «Una vez me encargaron un helado de mostaza a la pimienta para acompañar un tartar de salmón. Fue todo un reto», recuerda.
Y también distribuye a la heladería Marconata, un proyecto que comparte con su cuñado Javier Sújar. Informático y apasionado de sus helados, le propuso abrir este negocio en Granada. «Buscamos el local juntos. Él quería que fuera en el Centro, pero yo estaba convencida de que funcionaría mejor en un barrio y así lo hicimos». Ahora ha hecho dos años de aquella apertura cerca de la estación de autobuses.
La pandemia truncó sus planes iniciales al tener prevista la apertura en marzo de 2020. «Fue finalmente en junio y con restricciones, pero salimos adelante». No solo eso, aquel esfuerzo ha tenido recompensa este verano, al ser reconocidos por la Guía Repsol con uno de sus 'Soletes' en la nueva categoría que han creado para distinguir a aquellas heladerías de calidad. Marconata oferta 28 sabores y aunque mantiene fijos 20, cada año lanzan novedades, incluso en días especiales proponen alguna creación sorprendente como el helado de 'Rebujito' que hizo para el día del Corpus.
Aunque Inés Vega reside en Málaga, los fines de semana da el salto a la ciudad de la Alhambra para ver cómo sigue prosperando el negocio familiar, que tiene inspiraciones tan sugerentes como el helado de leche quemada o el de aguacate con anís, aunque, sin duda, el que da nombre al negocio se lleva la palma: un helado de nata fresca con almendra marcona garrapiñada y chocolate.
Este último reconocimiento se suma a las satisfacciones que le está dando este 2022, ya que el pasado mes de marzo Vega ganó cinco de seis premios en el Campeonato de Heladería Artesana 2022. El público y el jurado se rindieron a su helado de chocolate con mantequilla tostada, ganache de chocolate al brandy, veteado de naranja y azahar, y crocante de pistacho.
Por el momento, deja en el aire la apertura de una heladería en Málaga. «No lo descarto», aventura.
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