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Sábado, 21 de julio 2018, 00:39
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Sábado. El despertador se ha quedado dormido. Por fin un día en el que no hay que madrugar, pero algo no va bien. Un ruido estridente hace que conciliar el sueño sea imposible: martillazos, un taladro, azulejos que se rompen… el vecino está reformando el baño. ¿Puedo llamar a la policía? ¿A quién defiende la ley, al que está de reformas o al que quiere dormir? En la ordenanza para la prevención del ruido y vibraciones, en el artículo 44, 'Ruidos en el interior de los edificios', se permite hacer «obras y reparaciones domésticas» siempre que tengan lugar entre las 8.00 y las 22.00 horas.
Durante esas 14 horas al día se pueden realizar todos los ruidos propios de una obra. Además, tal y como indica Luis Medina-Montoya, director general de Medio Ambiente de Málaga, esta ordenanza no distingue los días de la semana, por lo que, por molesto que parezca, los domingos a las ocho de la mañana entran dentro de la legalidad a la hora de hacer reformas. Este horario es el mismo que restringe las obras en la vía pública, ya que se entiende que es el tiempo productivo del día, y que a partir de las diez de la noche hay que facilitar el descanso.
No obstante, este marco normativo está vinculado al sentido común y a la convivencia. «Si un vecino lleva tres meses con una obra hay que intentar mediar», matiza el director.
La ordenanza determina, además, que «en relación con los ruidos producidos por la actividad humana quedan prohibidos» otra serie de elementos: «Realizar cualquier actividad perturbadora del descanso siempre que por su intensidad o persistencia genere molestias a los vecinos que, a juicio de la Policía Local, resulten inadmisibles». También se limita la posibilidad de «cantar, gritar, vociferar, especialmente en horas de descanso nocturno», al igual que realizar fiestas, juegos, arrastre de muebles y enseres o la utilizaciones de aparatos domésticos ruidosos en la parte del día destinada al descanso.
Pese a que parezca que las obras son la principal causa de quejas vecinales, hay un aparato doméstico que se lleva la palma: las máquinas de extracción del aire acondicionado. Por su funcionamiento, en muchos casos están ubicados en patios comunes o terrazas en las que el ruido que generan las máquinas, sobre todo durante el verano, motiva «decenas de llamadas a la Policía Local». El reglamento municipal permite que, si una vez realizadas las mediciones pertinentes se determina que los decibelios producidos están por encima de lo tolerable, el Ayuntamiento puede precintar las máquinas hasta que se soluciones el problema.
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