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Imagen de uno de los test vendidos en una farmacia malagueña. SUR
Farmacias de Málaga venden test rápidos sin controlar sus resultados por entre 20 y 50 euros

Farmacias de Málaga venden test rápidos sin controlar sus resultados por entre 20 y 50 euros

Una nueva orden de Sanidad supedita ahora estas pruebas, poco fiables durante los primeros días de contagio, a una prescripción facultativa

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Miércoles, 15 de abril 2020, 01:42

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Hasta tres veces lo repitió la Organización Mundial de la Salud, como una tabla a la que aferrarse para salir de la crisis: «Test, test, test». La aplicación masiva de pruebas para detectar el coronavirus es la llave para evitar nuevos contagios, doblegar la curva y levantar restricciones. La receta aún no se ha puesto en práctica en España, que ni siquiera ha comenzado su anunciado muestreo epidemiológico, un estudio que permitirá calcular qué porcentaje de la población ha pasado ya la enfermedad. Según datos del Ministerio de Sanidad, se hacen entre 15.000 y 20.000 test PCR (los más fiables) diarios, una cifra que la comunidad científica considera insuficiente. Ahora el Gobierno ha tomado el control de los laboratorios privados y los centros de diagnóstico, que pasan a depender de las comunidades autónomas y cuyas pruebas sólo podrán ser prescritas por profesionales médicos.

La orden de Sanidad pretende acabar con la práctica de test sin control, además de regular sus precios para evitar «situaciones abusivas en el acceso a este servicio». Desde el inicio de la crisis, el Ejecutivo de Pedro Sánchez ha centralizado toda la información relativa al virus, consciente de que la gestión de los datos supone una herramienta básica para conocer el estado de la pandemia y tomar decisiones en función de su verdadero ritmo de propagación. Pero la falta de pruebas ha agujereado hasta ahora los datos oficiales sobre contagios, que no se corresponden con la realidad. De forma paralela, sin embargo, hay farmacias que venden test rápidos, en lotes o por unidades, sin realizar un seguimiento del resultado y con precios que oscilan entre los veinte y los cincuenta euros.

Una de estas pruebas rápidas que se venden en farmacias malagueñas al menos desde hace dos semanas ha sido fabricada por la empresa china Orient Gene Biotech, que declara tener conformidad de calidad de la Unión Europea y cuyas acciones en Bolsa se han disparado desde febrero. Para hacérsela basta un pinchazo en el dedo. El resultado aparecerá, al modo de los test de embarazo, con rayas que indican si es positivo o negativo, en cuestión de minutos, aunque las propias instrucciones de uso advierten de que «sólo es preliminar». Otro laboratorio, Biotecnal, con sede en Barcelona, ofrece descuentos según el volumen de compra; la unidad sale por 40 euros si se adquieren menos de 25 pruebas y por 28 euros si la venta supera los 280 test. También la comercializadora española Lambra alerta de que su prueba «no reemplaza a las utilizadas por la sanidad española actualmente para la detección del coronavirus». Entonces, ¿cómo es posible garantizar un diagnóstico seguro?

Hay tres tipos de pruebas para detectar el virus. La más fiable, y también la más compleja, es una técnica molecular llamada PCR (por sus siglas en inglés: reacción en cadena de la polimerasa). Consiste en la introducción de una especie de bastoncillo por la nariz y su resultado tarda varias horas en conocerse, aunque se espera que en breve puedan comercializarse kits más rápidos, con resultados en unos 45 minutos. Otro tipo de test son los serológicos, a partir de una muestra de sangre (pinchazo en el dedo). Se basan en la detección de anticuerpos y, aunque son útiles para hacer estudios epidemiológicos que establezcan qué porcentaje de la población es inmune, no muestran claramente si hay una infección, especialmente durante los primeros días tras el contagio, por lo que su resultado puede ser erróneo. Finalmente está la prueba de antígenos, que también requiere muestras nasofaríngeas (por lo general mediante bastoncillos). Son rápidos, pero tampoco tienen una gran fiabilidad. Por eso la OMS sólo los recomienda para casos concretos.

Entre la comunidad médica hay cierto consenso en torno a la necesidad de conocer los resultados de todos los test que se practican. «Es la única manera de rastrear el impacto real y la evolución del virus», explican. Pero la nueva orden de Sanidad ha dividido al sector farmacéutico entre quienes defienden el derecho a comercializar pruebas, como hacen con los materiales de protección, como mascarillas y guantes, y quienes consideran necesaria la intervención estatal por la irrupción de empresas ajenas a la industria «que intentan llenarse los bolsillos». Son compañías a menudo «salidas de la nada» que se ponen en contacto con las farmacias para ofrecer lotes de test y otros productos. «Hoy mismo (por ayer) me han pedido 7.500 euros por adelantado, sobre un precio total de 15.000, para venderme mil pruebas», confiesa una farmacéutica de la zona este de Málaga capital.

En otros casos, los farmacéuticos recuerdan que, ante la escasez de pruebas provistas por las administraciones durante semanas, han sido ellos quienes han facilitado test a sanitarios, residencias y otros trabajadores de servicios esenciales. «No es justo que nos demonicen ahora», critican. Ahora, con la orden que establece que las pruebas sólo pueden practicarse por prescripción facultativa, su venta queda limitada al mercado negro, especializado estos últimos meses en productos sanitarios y cada vez más bajo la lupa de la Policía y las autoridades judiciales.

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