La falta de infraestructuras frena el despegue de bicis y patinetes como alternativa al coche en Málaga

Málaga no es una excepción en este escenario, pero a diferencia de lo que ocurre en otras grandes ciudades, en la capital de la Costa del Sol no se está explotando el potencial de estos vehículos ligeros como verdaderas alternativas al coche. De hecho, ahora hay más tráfico privado que antes de la pandemia.

A ojos de ciclistas, usuarios de patinetes y operadores de micromovilidad compartida, hay dos grandes factores que frenan el despegue definitivo de esta forma más sostenible de desplazarse. Por un lado, la falta de carriles bici que vertebren toda la ciudad, ya que los 45 kilómetros existentes son insuficientes e inconexos. A esta realidad tampoco ayudó que Málaga fuera la única provincia donde la Junta de Andalucía no llegó a acometer ni un sólo carril bici del fallido Plan Andaluz de la Bicicleta aprobado en 2013 y que recogía el compromiso de crear 68,5 kilómetros en la capital.

Y por otro, dado que tienen prohibido circular por aceras y espacios peatonales para proteger al viandante, la opción de lanzarse a los denominados carriles 30 no convence por el riesgo de compartir calzada con vehículos a motor cuyos conductores rara vez respetan la velocidad máxima de 30 km/h.

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También supone un lastre la supresión el pasado mes de noviembre del sistema público de préstamos de bicis, que llegó a sumar 50.000 usuarios gracias al gancho de que la primera media hora era gratis aunque con la pandemia y su escaso mantenimiento fue cayendo. Y completando estos obstáculos, que los aparcamientos habilitados para patinetes de alquiler no lleguen a la treintena y, además, estén repartidos casi en exclusiva por los paseos marítimos y el Centro tampoco ayuda.

Teniendo en cuenta que estos 'scooters' sólo pueden cogerse o dejarse en estos 29 puntos habilitados por el Ayuntamiento (actualmente son 27 porque hay dos afectados por obras), la realidad es que resultan poco atractivos para los malagueños. A modo de ejemplo, un vecino de Puerta Blanca tendría que caminar hasta el paseo marítimo para poder coger un patinete de alquiler para ir al Centro. Como consecuencia de este déficit, apenas un tercio de sus clientes son locales mientras en Sevilla, donde hay una amplia red de 180 kilómetros de vías ciclistas y 261 aparcamientos para patinetes, superan el 60%.

«No se puede potenciar algo si lo único que haces es ponerle trabas y pones en riesgo a la gente con los timocarriles 30», denuncia el presidente de la asociación ciclista Ruedas Redondas, José Luis Martín, quien respecto a estos viales reprocha al Ayuntamiento que el anuncio de una red de radares para controlar la velocidad se haya quedado finalmente en cinco puntos de vigilancia en Pedregalejo que sólo se usarán con fines estadísticos, no para denunciar al infractor. «Es el colmo del despropósito. Si quieren datos, nosotros se los damos porque la práctica totalidad de los conductores circulan a más de esos 30 km/h», considera este asiduo de los pedales que también reclama que se habiliten espacios en todos los 'parkings' públicos para estacionar las bicis. Además, también lamenta la decisión municipal de «cargarse el sistema público de bicis, que empezaba a cobrar a partir de la primera hora y ahora la única alternativa de bicis compartidas es privada».

En la misma línea se expresan desde la plataforma de familias ciclistas del Centro y Este de Málaga impulsada hace un año para reclamar más vías para las bicis. «Málaga se promociona como una ciudad sostenible pero luego no hay espacio para moverse con seguridad en bici o patinete», destaca Irene Denis, que a modo de ejemplo, califica de «territorio comanche» el carril bici provisional de la Alameda Principal. Está delimitado sólo con unas pegatinas, por lo que usarlo es una carrera de obstáculos esquivando peatones.

Otra batalla es el fomento de la intermodalidad, de forma que se pueda salir de casa en bici y subir con ella a un autobús (sólo se permiten las plegables) para llegar a su destino. Aun así, defiende las bondades los vehículos de movilidad personal, «y más ahora con lo que está subiendo la gasolina». Denis denuncia la carencia de infraestructuras, pero también echa en falta más formación y concienciación «por parte de todos los usuarios de la vía pública».

«Falta concienciación de muchos conductores, pero también hay muchos usuarios de VMP que incumplen», coincide Ángel Terrón, de la Asociación de Usuarios para la Movilidad Personal y Ecológica de Málaga (Ampem). Aunque también apunta a las administraciones públicas. «No se puede obstaculizar el uso de los VMP con unos carriles bici insuficientes y que, por su trazado y características, no son útiles para el uso cotidiano y parecen diseñados para dar un paseo y no para ir al trabajo; o con unos carriles 30 que no se respetan», sentencia.

De momento, el Ayuntamiento tiene en marcha los trámites para acometer este año cuatro tramos de vías ciclables segregadas que sumarán casi cuatro kilómetros a los 45 ya existentes (Palacio de la Aduana-Malagueta, Portada Alta-Juan XXIII, Héroe de Sostoa-Explanada de la Estación y Laguna de la Barrera-Editor Ángel Caffarena). Un paso adelante, pero insuficiente para poder vertebrar los 11 distritos de la ciudad. Para lograr ese hito, Movilidad tiene dibujados 16 nuevos itinerarios que darían lugar a una malla de unos 113 kilómetros. ¿Cuándo se acometerán? Ésa es la cuestión, ya que las esperanzas están puestas en los fondos europeos.

La queja es compartida por las seis empresas de patinetes eléctricos que operan en la ciudad, ya que el déficit de infraestructuras dificulta su expansión entre los malagueños. «La infraestructura es la que da seguridad. Si comparas los usos de Málaga con los de otras ciudades que sí que tienen una amplia red de vías segregadas como Sevilla, Ámsterdam y Berlín te das cuenta de que la tasa de utilización va ligada a la seguridad», expone el representante de Voi en España, Álvaro Rodríguez. Además, incide en que «es importante dar respuesta a la movilidad del turista, pero también a la del ciudadano, de ahí que sea fundamental ampliar la red de carriles bici y también el número de aparcamientos para poder ir a cualquier punto de la ciudad o combinar el patinete con el bus o el metro».

Sobre los estacionamientos, los seis operadores presentes en Málaga (Dott, Voi, Link, Bird, Bolt y Tier) se han unido para pedir por escrito al Ayuntamiento que amplíe la red actual. Esos 27 puntos activos se quedan cortos para los 1.800 vehículos desplegados (en Sevilla hay 261 zonas para 2.000 'scooters'), provocando que estén apiñados y, habitualmente, en el suelo como fichas de dominó.

Pero más allá de la mala imagen, es la desigual distribución por la ciudad la que desincentiva su uso entre los malagueños porque no pueden estacionarlos en la mayor parte de la capital. ¿Por qué? Pues porque la ordenanza sólo permite el aparcamiento en estos espacios habilitados para evitar que se dejen tirados por la vía pública, de ahí que para garantizar su cumplimiento y ahorrarse las multas (90 euros más los 23,15 euros por la tasa de la grúa) los operadores sigan cobrando el uso hasta que el vehículo esté bien aparcado.

«Nosotros abogamos por una red de pequeños aparcamientos, donde quepan entre 3 y 6 patinetes como máximo (media plaza de coche) y que cubran toda la ciudad. La gran mayoría de viajes en patinete oscilan entre los 9 y los 12 minutos, así que si un usuario tiene que caminar más de 5 minutos para encontrar un punto de aparcamiento es muy probable que no le sirva», comenta el responsable de Dott en España, Gerard Serallès.

En la misma línea se expresa el director de Micromovilidad de Bolt, Santiago Páramo. «Si lo que se quiere ofrecer es una alternativa al coche en distancias cortas se necesitan al menos cien aparcamientos por toda la ciudad. Los servicios de micromovilidad deben ir dirigidos a los malagueños, y para eso deben existir las infraestructuras necesarias», sentencia. Según aseguran operadores y usuarios, sólo entonces la movilidad urbana irá sobre ruedas en Málaga.