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El pasaje bíblico que dice que cuando «se reúnen dos o tres en mi nombre, yo estoy allí entre ellos» lo llevó muy a gala durante su vida. Por ello, cuando fue nombrado sacerdote de Cerrado de Calderón, un barrio sin iglesia, convirtió un local comercial rodeado de bares y terrazas en una parroquia muy popular pese a su carácter provisional. Precisamente, el nuevo templo de Ntra. Sra. de Gracia de este distrito es uno de los legados que deja Alfonso Arjona Artacho, canónigo de la Catedral de Málaga, que falleció este viernes, a los 88 años. La misa por el sacerdote, cuyo último destino fue la Iglesia del Sagrario, se celebrará este sábado, a las 13 horas, en la Catedral. Posteriormente, los restos serán trasladados para su entierro a Benamejí (Córdoba), donde nació en 1936.
«El hijo de Jacinto y de María», como se definía, fue ordenado en Málaga en 1965. Desde entonces, la trayectoria de Alfonso Arjona estuvo siempre vinculada a la diócesis de esta provincia, en la que, además de sacerdote, ejerció como profesor de Religión en el Seminario Menor y en el Colegio San Pablo. Su huella como párroco la dejó en Torre del Mar, la Iglesia de San Gabriel de Málaga y el Salvador de Nerja, con aproximadamente una década de servicio en cada una. Su carácter cercano, solidario y constructivo lo convirtió también en una figura muy reconocida socialmente, al promover una plataforma de ayuda por las víctimas del huracán Mitch en Centroamérica en 1998 y convertirse en pregonero de la Feria de Nerja en 2000.
Precisamente, aquel año entró a formar parte del Cabildo Catedralicio, mientras que en 2001 regresó a la capital malagueña al encomendarle el obispo la creación y dirección de la nueva parroquia Ntra. Sra. de Gracia de Cerrado de Calderón, que culminó con la inauguración del templo de esta barriada en calle Flamencos en 2005. Allí permaneció hasta 2011, cuando fue nombrado párroco del Sagrario.
Asesor del Seminario Diocesano, Alfonso Arjona fue también miembro del Colegio de Consultores y arcipreste, además de acompañar a parejas en los Equipos de Nuestra Señora. Entre otras misiones pastorales, fue consiliario diocesano de Manos Unidas, miembro del Consejo Pastoral Diocesano y delegado de Peregrinaciones.
En los últimos años, además de la Catedral, su presencia era habitual en La Malagueta, el barrio del que fue párroco y en el que ha vivido hasta su muerte. En una de sus últimas entrevistas hacía repaso de su vida y, con humor, aseguraba que esperaba que lo recordasen como «alguien que deseó siempre ser un buen cura, pero por lo visto y por la edad que tengo, creo que se quedará en un proyecto».
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