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'El plan para el Guadalmedina estará redactado para principios de 2018'. Es el titular que publicó este periódico en mayo de 2017 cuando el equipo de gobierno municipal se encontraba en pleno proceso de contratación de un grupo de técnicos externos para que colaboraran en la redacción del plan especial del que debe salir la propuesta definitiva de integración del río en la ciudad. Una vez más, el lento y complicado engranaje de la burocracia ha echado por tierra las previsiones más optimistas y 2018 expira sin que haya visto la luz el documento inicial para encauzar, nunca mejor dicho, una de las principales asignaturas pendientes de Málaga: qué hacer con el río que divide en dos su casco urbano.
En agosto del año pasado, Urbanismo adjudicó la asistencia externa para elaborar el plan especial del Guadalmedina a la unión de empresas formada por el estudio de arquitectura Fernández Makers y la consultora Maia, ambos con sede en Málaga. Este equipo de profesionales ofertó hacer el trabajo en un plazo de cinco meses, por un importe de 108.718 euros.
Sin embargo, ese plazo no se cumplió, y los adjudicatarios de esta ayuda técnica solicitaron una prórroga para la elaboración del plan, ante lo prolijo del trabajo encomendado por el Consistorio, que expiró el pasado mes de mayo.
Según aseguraron fuentes solventes consultadas por este periódico, el trabajo de Fernández Makers y Maia se aportó a Urbanismo dentro del nuevo plazo acordado, pero los análisis y la labor conjunta de los técnicos municipales y los externos no ha finalizado todavía porque desde el Ayuntamiento se ha solicitado al equipo contratado que modifique y revise algunos de los aspectos del trabajo aportado. Se prevé que esta revisión esté lista para los primeros meses de 2019, de forma que la aprobación inicial al documento pueda producirse antes de las elecciones municipales del próximo mes de mayo. En concreto, los responsables de Urbanismo han pedido que se abunde más en las cuestiones de índole jurídico y de justificación del plan respecto a su concepción urbanística, más allá del detalle de los aspectos arquitectónicos que pudieran sugerirse en este expediente, para el que se espera una tramitación de varios años antes de puedan iniciarse las primeras obras derivadas del mismo. Y es que plan para el Guadalmedina está condicionado al parecer vinculante que sobre el mismo ofrezcan los técnicos de otras administraciones, especialmente la Junta, que tiene la última palabra al respecto al ostentar las competencias sobre los cauces públicos.
Las premisas que se apuntaron desde el equipo de gobierno a la hora de contratar la elaboración del plan pasa por trazar una suerte de 'puentes-plaza' para coser los márgenes del río –ante la prohibición de la Junta de tocar el cauce o darle uso ciudadano– y soterrar el tráfico de los viales que lo enmarcan, desde el puente de Armiñán hasta la zona del Centro de Arte Contemporáneo.
No obstante, como el alcalde, Francisco de la Torre, volvió a recordar el pasado agosto, su deseo fundamental es cubrir el espacio existente entre los puentes de la Aurora y de Armiñán para crear una nueva plaza que cosa las avenidas de Fátima y de la Rosaleda. Para ello, habría que bajar la cota del lecho del río, aprovechando la pendiente que tiene, respetando la capacidad de 600 metros cúbicos por segundo que ha exigido la Junta de Andalucía.
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