Los hurtos se han producido en la tienda Leroy Merlín en Málaga capital. SUR. Archivo

Dos policías, entre los detenidos por hurtos en Leroy Merlin

El empleado de seguridad del establecimiento habría permitido al resto llevarse los artículos sin pasar por caja

La Policía Nacional ha desarticulado una organización criminal que se habría especializado en hurtos en un mismo comercio de Málaga –habrían sustraído artículos por valor de 220.000 euros– y que, supuestamente, contaba entre sus filas con agentes de la ley. Los investigadores han detenido a dos policías en activo, uno nacional y otro local, a un agente jubilado y a un vigilante de seguridad de la tienda que, según las pesquisas, habría dado cobertura al grupo en sus fechorías.

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La operación policial, que se ha desarrollado con sumo sigilo, se ha saldado finalmente con la detención de cinco personas por un delito continuado de hurto en el establecimiento que la cadena Leroy Merlin tiene en la capital malagueña. Hay otros cuatro arrestados –tres hombres y una mujer– por un presunto delito de receptación ya que, conocedores del modo de operar de la red, le hacían encargos. Los detenidos tienen entre 32 y 60 años.

También se ha arrestado por receptación a cuatro personas que encargaron artículos a la red

Los investigadores han recuperado muebles, lámparas y accesorios de decoración (una limpiadora, un pulverizador, una torre de ducha, un termo, una caja de herramientas y cinco sierras de calar), si bien el botín sustraído, según las fuentes consultadas, sería muy superior. Por el momento, los agentes atribuyen a la banda hurtos de artículos por valor de 220.000 euros.

La investigación partió de la denuncia del propio establecimiento. Un trabajador de la tienda se percató de que le faltaban un par de herramientas y avisó al personal de seguridad. Al comprobar las cámaras, observaron que unos supuestos clientes salían por la puerta sin abonar los artículos. Y la dirección del comercio puso inmediatamente los hechos en conocimiento de la Comisaría Provincial.

Los investigadores averiguaron que el grupo, dirigido por una única persona –el cabecilla–, presentaba una «estructura perfectamente jerarquizada» y tenía el punto de encuentro radicado en la vivienda del principal investigado, donde los integrantes planificaban al detalle los hurtos, según informó ayer la policía. El vigilante, valiéndose de su puesto de trabajo, supuestamente permitía al resto apropiarse de los productos, tanto con el comercio abierto al público como fuera de esas horas.

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Una vez realizada la planificación en las distintas reuniones, un componente se dirigía a la tienda y cargaba un carro con productos adquiridos previamente a través de Internet; mercancía que no tiene que pasar por línea de caja, sino que para su retirada necesita de la autorización –previa comprobación– del vigilante.

Ya en su puesto de control, el vigilante, con el fin de evadir las grabaciones de seguridad, habría simulado comprobar el preceptivo justificante de compra mostrado por el supuesto comprador, para seguidamente permitir el paso a su cómplice con los productos sin pagar; operación que se repetía con distintos integrantes de la red.

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En otras ocasiones, se dirigían al establecimiento fuera del horario de apertura –normalmente de noche– y siempre que trabajaba el vigilante y supuesto cómplice de la banda, momento en el que éste desactivaba los sistemas de seguridad y supuestamente les permitía el acceso para hurtar.

Los agentes constataron que los objetos sustraídos tenían como destino la decoración de las propias casas de los presuntos autores o su venta a terceros. En una tienda de segunda mano se descubrieron 33 ventas de productos sustraídos realizadas por el propio vigilante.

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