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Lunes, 27 de mayo 2019, 14:23
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Tras conocer los resultados electorales, Dani Pérez hizo tres llamadas: a Francisco de la Torre, Juan Cassá y Eduardo Zorrilla. El alcalde en funciones «no cogió el teléfono» ni ha devuelto la llamada. «Estará ocupado, lo comprendo», justificaba con ironía esta mañana el candidato socialista, que reconoce que se ha producido «un reagrupamiento» del voto en los dos bloques, derecha e izquierda, en torno al PP y el PSOE. Los populares ganaron los comicios al obtener 14 concejales, uno más que en 2015. La victoria atornilla el liderazgo de De la Torre, pero no garantiza la gobernabilidad en un Ayuntamiento donde la mayoría absoluta está fijada en 16 representantes. Le bastaría el apoyo de Ciudadanos, con dos ediles, para retener la Alcaldía. La izquierda vuelve a quedarse a un escaño de esa mayoría, como ya ocurrió hace cuatro años. Los socialistas, con 12 sillones en el salón de plenos, han logrado unos 17.000 votos más que en las anteriores elecciones municipales. Adelante Málaga, la coalición que forman Podemos e Izquierda Unida, araña tres concejales.
Lejos de bajar los brazos, Pérez ya ha iniciado una ofensiva postelectoral para intentar aglutinar el apoyo de Ciudadanos y Adelante Málaga. Consciente de que se trata del escenario más complicado posible, el portavoz socialista admite que «la aritmética es difícil» pero advierte de que tampoco De la Torre ha cerrado aún un pacto con la formación naranja, que continúa a la espera de recibir directrices autonómicas o nacionales. «Se están dando cosas por supuestas que todavía no están hechas. Hay opciones y ya hemos iniciado las negociaciones», explica Pérez, convencido de que «el subidón» electoral de su partido en la capital lo legitima para tantear la posibilidad de formar gobierno tras más de dos décadas de mandatos del PP. ¿Y detecta predisposición en sus interlocutores, Cassá y Zorrilla, para aguar la fiesta electoral al alcalde? «Las puertas están abiertas», responde.
Aunque desde el PSOE confiaban en superar en votos a De la Torre y protagonizar un cambio histórico en la capital, el candidato socialista confiesa que el tirón del regidor resulta un escollo para sus contrincantes: «Sabíamos que nos mediamos a un titán». Pérez había apostado buena parte de sus fichas a la fragmentación de la derecha, una escisión que finalmente no se ha producido. «Nadie contaba con que Vox se diluyera», asegura. Las predicciones apuntaban a que la formación de Santiago Abascal se comería parte del pastel electoral del PP, pero su respaldo no ha alcanzado el cinco por ciento y ni siquiera ha accedido a la corporación, al contrario de lo que ha sucedido en el resto de grandes capitales. «Era una clave que no tenía nadie», reflexiona el portavoz socialista.
El análisis no oculta cierto sabor agridulce: «Mentiría si dijera que estoy exultante, pero estamos moderadamente satisfechos. Hemos mejorado nuestros resultados». Frente al desplome del PSOE en otros grandes municipios, el apoyo en la capital ha aumentado un seis por ciento, crecimiento que Pérez utilizará en sus negociaciones con Ciudadanos y Adelante. «Los pactos están abiertos y hay múltiples variables», resume. En unos días se despejará el horizonte postelectoral.
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