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Condenado por violar a su hija, que se vestía de hombre para evitar las «miradas lascivas» de su padre

Condenado por violar a su hija, que se vestía de hombre para evitar las «miradas lascivas» de su padre

La víctima, que era adolescente, invitaba a amigas a casa para no quedarse a solas con el progenitor, sentenciado a cumplir 10 años de prisión

Jueves, 17 de octubre 2019, 00:59

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Cuando sus progenitores se separaron, ella decidió irse a vivir con su padre. Era solo una niña y lo que no podía imaginar es que su elección la llevaría a un infierno del que tardó años en escapar. Tenía miedo, por eso no denunció hasta que, conforme creció, reunió el valor necesario para enfrentarse a él. Fue gracias a ello, a que dio el paso, por lo que se produjo una intervención policial que acabó con el arresto del hombre, que ahora ha sido condenado por la Audiencia Provincial de Málaga a diez años de cárcel por haberla violado.

Todo comenzó a los dos años de la separación. En la sentencia, a la que ha tenido acceso este periódico, se explica que la agresión sexual tuvo lugar en un pequeño estudio que padre e hija compartían en Málaga. De madrugada, el condenado la abordó en el sofá en el que ella dormía y la llevó a la cama, donde, pese a que se resistió, la desnudó empleando la fuerza y la violó.

En su declaración, a la que los magistrados dan total credibilidad, la joven contó que, tras ello, su padre se duchó y se acostó, no sin antes decirle que se tomara un paracetamol y se durmiera. Al día siguiente –contó la víctima–, él actuó como si no hubiera pasado nada y le llevó una pegatina de Hannah Montana. Pero ella, tras ese incidente «ya no fue la misma».

Era solo el principio. En la resolución judicial se expone que el procesado, un hombre de 48 años de edad, realizó otros acercamientos hacia su hija con fines sexuales que no llegó a culminar, hasta que en 2013 la volvió a abordar en la casa de sus abuelos.

En la sentencia se explica que entonces tenía 13 o 14 años. Los abuelos paternos de la víctima residían en la planta baja de la vivienda, mientras que padre e hija lo hacían en la de arriba. Una noche, de nuevo cuando ella dormía, entró en su habitación y la despertó, tras lo que abusó sexualmente de ella. La joven aseguró que gritó, pero que nadie le escuchó porque era de madrugada y el resto de personas que había en la casa dormían.

El último de los episodios tuvo lugar en 2016, cuando la adolescente había cumplido los 16 años. Aquella fue la última noche que pasó junto a su padre, quien, en otra vivienda en la que residían, entró en su habitación con sus partes al descubierto. Ella contó que él le insistió en que le dejara hacerle algo, ya que «tenía derecho a hacer con ella lo que quisiera que era su hija».

Ante la negativa, el procesado se marchó, no sin antes insultarla. Entonces fue él el que no se imaginó lo que pasaría después. Aquella niña a la que violó con 12 años había crecido y sacó fuerzas para grabar todo lo que le dijo en esta ocasión, con su móvil oculto bajo un cojín. Tras ello, se escapó de casa de madrugada, llamó a su madre y fueron a comisaría para denunciar el calvario que había vivido hasta entonces.

Durante el juicio, en su declaración, se le preguntó por los motivos de su silencio durante tantos años. Ella fue contundente: tenía miedo. También manifestó que, por su edad, no entendía lo que estaba ocurriendo, además, «de una forma muy ilustrativa», dijo que no quiso decirle nada a su madre porque no vivía con ella y tenían una relación «muy esporádica».

Explicó los mecanismos de defensa que había empleado para tratar de que todo aquello no le afectara. Para evitar las «miradas lascivas» y los tocamientos de su padre, señaló que en casa se ponía ropa de hombre. Asimismo, llevaba a amigas a la vivienda para evitar que su progenitor no entrara en el cuarto o se iba a casa de ellas. Cuando se hizo algo más mayor, llegó a instalar un cerrojo en su cuarto.

Contó que no le quedaba más remedio que hacer algunas cosas para tenerlo contento y que, cuando no conseguía tener contactos sexuales, la insultaba y amenazaba a su madre. Le decía, según indicó, que su hija debía dejar que le hiciera tocamientos y actos sexuales.

Un relato estremecedor que los magistrados de la Audiencia Provincial consideran «consistente» y «solvente». En este sentido, añaden que «resulta obvio» que su declaración no está contaminada por móviles de resentimiento, venganza o enemistad.

Así se recoge en la sentencia, en la que se condena al hombre por un delito de agresión sexual y otro de abuso sexual, aunque se le absuelve de un tercero de abuso sexual en grado de tentativa. Por todo ello, se le condena a la citada pena de prisión.

También se le prohíbe acercarse a menos de 500 metros de su hija y comunicarse con ella durante 12 años. Siempre según se recoge en la resolución de la Audiencia Provincial de Málaga, deberá indemnizar a la víctima con 5.000 euros por los daños morales causados.

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