Celia Villalobos: «Hay bastantes compañeros que también tendrían que irse a su casa»
Entrevista con la diputada del PP y exalcaldesa de Málaga tras el anuncio de su retirada de la política activa
Celia Villalobos Talero (Málaga, 18 de abril de 1949) es uno de los personajes políticos de la semana después de que el pasado miércoles anunciara en televisión que dejará el Congreso de los Diputados ... , donde ocupa un escaño desde 1986, cuando se disuelvan las Cortes el 5 de marzo para las elecciones generales del 28 de abril. Un adiós a la primera línea política, pero que permitirá a la diputada del PP seguir colaborando como tertuliana en televisión y está meditando escribir sus memorias.
–Y ahora, ¿qué va a hacer cuando deje la política?
–Dejo el Congreso de los Diputados. Para Celia Villalobos dejar la política es muy difícil porque soy una persona muy ligada a ella. A partir de ahora voy a vivir y a hacer cosas diferentes a ser diputada.
–¿Por qué se va de la primera política?
–Por muchas razones. Creo que hay que dejarle al nuevo presidente del PP (Pablo Casado) que organice su estructura en el Congreso, que es fundamental en un partido, en función de lo que él considere. En segundo lugar, ya tengo casi 70 años y creo que ha llegado el momento de pasar a un segundo plano.
–¿Es una jubilación forzosa?
–No lo creo. Podría haber peleado por seguir pero, insisto, creo que Pablo (Casado) debe hacer el grupo parlamentario que considere oportuno y yo sé que no estoy en ese grupo porque yo estaba en otra visión del partido. Por lo tanto, lo libero de mi propia presencia.
–¿Se ha ido porque intuía que no iba a repetir en las listas?
–Especular se puede especular todo lo que queráis....
–Yo pregunto.
–Yo no tengo más que decir.
–¿Llevaba meditando mucho tiempo dejar la primera línea política?
–Sí.
–¿Desde el congreso nacional del pasado julio que ganó Pablo Casado a Soraya Sáenz de Santamaría?
–Desde hace mucho tiempo. Lo hablé con Elías (Bendodo) –presidente del PP de Málaga–, que lo sabía.
–¿Le hubiera gustado seguir?
–Las cosas que no son, no me lo planteo.
–¿Ya no se sentía cómoda en el PP?
–Teniendo en cuenta que voy a votar a Carolina España (se prevé que sea cabeza de lista por Málaga a las generales del 28 de abril), pues ya está. No tengo más que decir.
–¿Se ha sentido en los últimos meses desubicada en el que ha sido su partido?
–No estoy haciendo en estos momentos un psicoanálisis con usted...
–Le estoy preguntando
–Pues pregunte.
–Entonces, ¿no se sentía desubicada?
–He sido presidenta de la Comisión del Pacto de Toledo hasta que Podemos ha reventado el acuerdo que tanto trabajo y esfuerzo nos había costado durante tres años. Por esa ruptura del pacto sí me siento dolida porque era muy importante para este país. Yo sabía hace tiempo que no iba a repetir y así se lo dije a los portavoces de la comisión al principio de la legislatura, que era mi última legislatura y quería salir con este triunfo. Hemos trabajado mucho y finalmente no hemos podido por la enmienda a la totalidad presentada por Podemos.
«La radicalidad de Vox, ese convencimiento de su verdad absoluta, no lo comparto»
–¿Cómo ve al actual PP?
–Con muchas ganas de gobernar y espero que sean capaces de transmitir suficiente ilusión como para que volvamos a los 11 millones de votos que consiguió Mariano Rajoy.
–¿Es es el PP que le gusta?
–Es el PP que voy a votar.
–Le pregunto si es el que le gusta.
–He tenido muchos compañeros a los que yo no les gustaba nada y me han votado.
–Parece paradójico. Usted defiende posiciones progresistas mientras los jóvenes que ahora dirigen su partido se muestran más conservadores en asuntos que parecían superados como el aborto.
–El tema se verá cuando tengan el Boletín Oficial del Estado qué leyes van a hacer.
–Desde el congreso de julio, ¿ha hablado con Pablo Casado?
–Mucho, mucho.
–Cuando anunció que dejaba la primera línea política lo vinculó a que había apoyado a Soraya Sáenz de Santamaría en el congreso de julio y usted representaba la imagen de los perdedores.
–Sí, y no me importa nada. Creo que era el momento.
–¿Le llamó Pablo Casado tras anunciar que dejaba la política?
–No.
–¿Lo hicieron Rajoy o Soraya Sáenz de Santamaría?
–Tampoco. ¿Por qué iban a hacerlo? Me han llamado muchos periodistas y muchos compañeros del partido de Málaga y otros puntos. Pero no hay ninguna heroicidad ni nada, es algo normal. Hay bastantes compañeros que también tendrían que irse a sus casas.
–Dígame alguno.
–No.
–Cuando se celebró el congreso nacional, usted dijo que a Pablo Casado lo apoyaba la extrema derecha. ¿Lo sigue manteniendo?
–En aquel momento le apoyaba claramente. Lo decían ellos y yo reproduje lo que ellos decían.
–¿Lo mantiene hoy?
–(Silencio) Creo que Pablo se ha dado cuenta de que la realidad es muy compleja.
«La política está llena de cínicos, cosa que yo no soy»
–¿Cómo valora la irrupción de Vox?
–Con preocupación. A mí los radicalismos no me gustan. Creo que España es un país de ciudadanos tranquilos, que lo que quieren es ser bien gobernados y que les resuelvan sus problemas. En ese sentido, la radicalidad de Vox, ese convencimiento de su verdad absoluta, no lo comparto.
–¿El PP debe pactar con Vox?
–Eso no va a depender de mí. Vamos a esperar las elecciones y yo espero que el PP recupere los 11 millones de votos.
–Cuando ve a la derecha fraccionada, ¿qué siente?
–Me preocupa. Espero que vuelva a la unidad.
–Una unidad que logró Aznar.
–Lo hizo Fraga en 1989. Fraga era mucho más liberal y más abierto que algunos que se creen liberales y abiertos. Fraga es otro político al que se le ha juzgado por frases y no por su trayectoria completa.
–¿Se ha sentido arropada por Elías Bendodo y Juanma Moreno?
–Mucho.
–¿Le han dicho algo en estos días?
–No creo que Juanma, en estos momentos de reconstruir la Junta de Andalucía tenga tiempo para estas cosas. Y Elías sí, con él sí he hablado. Elías lo sospechaba, por decirlo de alguna forma, yo había hablado con él de que se liberara de tener defenderme en una lista.
–¿Le dolió que la quitaran de cabeza de lista en 2015?
–Cuando pasó, sí, por las formas. Después me encantó.
«Había colaboradores míos, que aún hoy día siguen, que pensaban en una ciudad grande y yo, en una gran ciudad»
–¿Cómo está viendo el nuevo gobierno de Andalucía?
–Creo que Juanma va a ser capaz de gestionar una situación tan compleja. Compleja por un cogobierno por Ciudadanos; compleja por una Susana Díaz profundamente herida, que está revolviéndose porque ni su propio partido la quiere; y compleja para sacar adelante los propósitos que tiene cuando tiene una administración anquilosada. Por lo tanto, lo tiene difícil, pero Juanma es una persona tranquila y con una enorme capacidad de negociación. Estoy convencida de que lo va a resolver.
–Está la política bastante revuelta, ¿cómo ve el panorama?
–Estamos en tiempos líquidos. Es una política muy superficial. En estos momentos se está más pendientes del Instagram y del Twitter que de los problemas reales de los ciudadanos; eso es un error. Encima, la política está agitada por la situación de Cataluña, que lógicamente no contribuye a la tranquilidad, todo lo contrario. Son tiempos muy complejos.
–¿Estos tiempos políticos son mejores o peores que cuándo usted entró en política?
–Soy una persona optimista. Si se analiza la situación de la sociedad española, va a mejor. La economía va bien, la gente en líneas generales vive bien, estamos saliendo de la crisis,... eso es importante. Lo que pasa es que en estos tiempos gobierna un señor de forma ilegítima aunque legal. Un señor que tiene una ambición personal reflejada en su último libro. Pero claro, un político que se preocupa de un colchón antes que preocuparse de cómo está la economía o el paro,... me parece frívolo. Típico de un político tan egoísta y ególatra como Pedro Sánchez.
–¿Ha leído el libro del presidente?
–Para nada.
–¿Lo va a leer?
–No. Lo veo aburrido, pedante.
–Cuándo echa la vista atrás, ¿qué es lo mejor de su carrera política?
Me siento profundamente orgullosa de haber sido alcaldesa de Málaga. Creo que hicimos muchas cosas, en una situación económica muy complicada para la ciudad, donde no había ni para pagar las nóminas, con un equipo de primera, todos...
«Me duele que lo único que se reproduzca de mí son anécdotas como si yo no hubiera hecho nada bueno»
–Cuando dice todos ¿también se refiere a la oposición?
–Sí. En este país, desgraciadamente, sólo se habla bien de la gente cuando muere. Yo tuve la gran suerte y el privilegio de trabajar con el socialista Eduardo Martín Toval (recientemente fallecido), un político de primer orden, con una gran capacidad de trabajo y de poner por delante los intereses de la ciudad por encima de los suyos. De eso me siento orgullosa. Como me siento orgullosa de mis compañeros que me acompañaron. Y de ministra, lo que echo de menos es lo mal que vendí la cantidad de cosas que hicimos en el ministerio y al final queden cuatro anécdotas que lo que intentan es humillarme.
–¿Cuáles fueron esas cosas?
–Como ministra fuimos capaces de resolver el problema de 90.000 trabajadores del sistema público de la sanidad que eran interinos, que habían intentado hacer oposiciones y los tribunales las tumbaban. Finalmente, con acuerdos resolvimos su situación profesional y hoy muchos de ellos son jefes de servicio. De haber resuelto esa situación laboral de 90.000 personas me siento profundamente orgullosa. Como lo también lo estoy de haber transferido a once comunidades autónomas en un año lo que nadie había sido capaz en veinte. Me siento orgullosísima de haber creado las redes de investigación biomédica, que hoy siguen funcionando. Me siento orgullosa de haber aprobado la píldora del día después, que ha evitado muchos abortos. Y sin embargo, lo que queda de haber pasado por el ministerio es algo tan simple como haber dicho la verdad. (Alusión al hueso en el caldo durante la crisis de las vacas locas) Algo que me sorprendió de aquel hecho fue que la gente se pusiera a favor de un grupo de ganaderos que eran unos sinvergüenzas porque alimentaban con resto de animales a las vacas, y yo que defendí la salud pública me convertí en un choteo; para mí aquello fue duro e incomprensible.
–¿Y el peor momento de su carrera política?
–El más duro fue el asesinato de Martín Carpena, eso fue salvaje. Fue también muy duro cuando fui a acompañar a la familia de mi compañero Gregorio Ordóñez en su entierro.
–A usted ETA la intentó matar en dos ocasiones. ¿Cómo lo vivió?
–Sí. La primera vez que me pasó era alcaldesa. Yo iba a un programa de la SER todos los viernes y pusieron un coche-bomba. Dos ladrones de coches, a los que yo busqué para darles una pensión de mi pensión, robaron la radio, abrieron el maletero y vieron lo que creían que era 'chocolate' (droga), aunque era goma2, y cuando los terroristas fueron a conectar la bomba, ya no había. Si lo hubieran activado mi conductor y yo hubiéramos muertos. Cuando me llamaron del Ministerio del Interior para contármelo, estaba en mi despacho. Colgué el teléfono, me fui al Parque a andar a tal velocidad que el aire me entraba tan fuerte que me sentía tan viva; en ese momento me fui a calle Larios, me tomé una cerveza, llamé a varios compañeros para comer y nos tomamos una botella de champán. La segunda vez me salvó que José María Aznar me hizo ministra. Yo todos los sábados me iba muy temprano al Centro para ver los efectos del botellón y el sábado que habían elegido para matarme había sido nombrada ministra el día antes; eso me salvó.
–¿Se arrepiente de haberse ido de la Alcaldía?
–En la vida, cuando tomas decisiones debes aceptarlas. Me hubiera gustado mucho haber completado mi visión de una gran ciudad porque había colaboradores míos, que aún siguen en el Ayuntamiento, que veían una ciudad grande y yo siempre vi a Málaga como una gran ciudad. Y me hubiera gustado terminarla, pero creo que la cosa ha ido muy bien.
–¿Hoy Málaga es una gran ciudad?
–Sí.
–¿La que soñó usted?
–Sí.
–Usted sentó las bases del desarrollo de la ciudad.
–Hicimos muchas cosas y acciones importantes para Málaga.
–¿De qué se siente más orgullos de su gestión como alcaldesa?
–Que el AVE viniera a Málaga. Pero lo que nunca hago es volver atrás, ni mirar atrás.
–¿Se arrepiente de algo de lo que ha hecho o dicho en político?
–¿Y para qué sirve eso? ¿Siento haber sido tan sincera? Pues a veces es probable, pero claro la política está llena de cínicos, cosa que yo no soy.
–Usted siempre ha sido muy clara.
–Sí. Eso tiene una ventaja, que la gente me quiere.
–¿Cómo ve la situación en el Ayuntamiento de Málaga tras la ruptura del pacto con Ciudadanos?
–Espero que los malagueños, a la hora de votar, sepan analizar lo que ha sido la trayectoria de Paco de la Torre en su conjunto y cuál es la trayectoria de los que se suponen que quieren sustituirlo. Ciudadanos se lo ha hecho pasar complicado a Paco de la Torre. El alcalde y el PP se merecen volver a ganar.
–¿Ve a Francisco de la Torre con opciones de continuar como alcalde tras el 26 de mayo?
–Va a depender de los malagueños.
–Pero hay un escenario político muy volátil.
–La política en general en España en estos momentos es profundamente volátil. Pero espero que los malagueños hagan un análisis de cómo estaba Málaga cuando llegó el PP y cómo está Málaga ahora. Y en función de eso que voten.
–¿Cree que la figura y la gestión de Celia Villalobos en Málaga es suficientemente reconocida o la ciudad ha sido injusta con usted?
–No creo que las ciudades sean injustas. Creo que este país, en general, se habla bien de los políticos cuando nos morimos; de los políticos, de los poetas, de los escritores, de los arquitectos, de los ingenieros, de cualquiera. No hay un reconocimiento... pero yo tampoco he hecho las cosas para que se me reconozca, a mí no es eso lo que me quita el hambre. A mí lo que me reconforta es mirarme en el espejo y decir: ¿Has hecho todo lo posible para resolver los problemas de los ciudadanos donde has estado? Y yo hago un análisis de Málaga y digo: sí. Eso es lo que me satisface. Me satisface que la gente aún me para por la calle, me saluda, me invita a una cerveza y me dice: '¡la mejor alcaldesa del mundo!' Eso es lo que a mí me importa. Lo demás...
-Y cuando ve esas muestras de cariño, ¿qué siente?
–Que no me equivoqué en Málaga.
–¿Se movió usted para intentar usted presidir el Puerto?
–No, para nada.
–¿Le hubiera gustado?
–Yo las cosas no las hago mirando para el pasado. A mí el puerto me gusta mucho. Hice el primer plan de puerto de Málaga, profundamente ambicioso porque yo soy muy ambiciosa para la ciudad.
–¿Se le ha medido a usted con un rasero diferente por ser mujer?
–Por supuesto. Pero conmigo y con cualquiera. Las mujeres no nos podemos equivocar, no podemos cometer un error. ¿Especialmente yo? Pues es probable porque a lo mejor resulta que meterse conmigo no costaba nada. Lo que sí me duele es que al día de hoy lo único que quiera reproducirse en la prensa, por esta superficialidad en la que estamos en la política, son anécdotas como si yo no hubiera hecho nada bueno.
–¿Se ha sentido un verso suelto?
–No. Me he sentido alguien que ha opinado en libertad, que tengo compañeros a los que gusto y a otros que no; pero la vida es así, no se le puede gustar a todo el mundo. El que intenta gustar a todo el mundo se está equivocando.
–¿Cómo le gustaría ser recordada?
–Como una mujer que hizo todo lo que pudo por ayudar a los demás y que tuvo muy claro la obligación de un político para el servicio público: la honradez, la sinceridad, el trabajo y el esfuerzo.
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