Dos de cada diez cánceres han dejado de ser diagnosticados por la pandemia
Expertos advierten de la necesidad de perder la fobia asistencial generada por el coronavirus y someterse a las pruebas de detección precoz
En Málaga se diagnosticaron 9.309 cánceres en 2020. Por estadística deberían haber sido más, según los expertos: hasta un veinte por ciento más. «En ... nuestra provincia, en concreto, un 17,6 por ciento más», detalla el oncólogo Emilio Alba, siempre preciso: «Hay muchas personas ahí fuera (señala una ventana) que tienen cáncer sin saberlo». Casi dos de cada diez enfermos aún no han sido detectados. En un informe reciente, el Ministerio de Sanidad reconoce «una reducción de los diagnósticos» que achaca a varias causas derivadas de la pandemia: la suspensión de los programas de cribado, las dificultades de acceso a la atención primaria y hospitalaria, el retraso en las citas para pruebas médicas y el miedo al contagio.
Publicidad
«Se han centrado en curar el coronavirus y han olvidado prevenir otras enfermedades», critica Paloma Gómez, una de las voluntarias más veteranas de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) en la provincia, convencida de la necesidad de desterrar el filtro telefónico impuesto en los centros de salud: «Tenemos derecho a que nos vea un médico. Muchas personas no saben expresar qué les pasa por teléfono. Hay síntomas que parecen leves, como un dolor de espalda o cansancio, que pueden ser otra cosa». Sabe de lo que habla: comenzó a colaborar con la asociación hace tres décadas, antes de que a ella misma le diagnosticaran un cáncer de mama.
Aunque en los últimos años se han resquebrajado los estigmas que la enfermedad arrastra, la palabra aún cae como una losa sobre los pacientes. Y muchos de ellos, desde el inicio de la epidemia de Covid-19, han tenido que recibir el diagnóstico y ser tratados en soledad, sin familiares ni amigos. «Lo normal cuando te dicen que tienes cáncer es que te bloquees, que ya no escuches nada más de lo que dice el médico. Y no tenían a nadie que lo recordara», lamenta Paloma antes de lanzar una pregunta capaz de poner a cualquiera en los zapatos de un enfermo de cáncer en plena pandemia: «¿Sabes lo que es ir solo a tu primera sesión de quimio?».
Noticia Relacionada
«Me cancelaron la operación. Ahora el cáncer ha vuelto»
Tras la primera ola, devastadora para los programas de detección precoz, las administraciones se percataron de la importancia de recuperar a los pacientes crónicos con otras patologías, que habían dejado de acudir a sus centros de salud. Pero en algunos casos ya era tarde. Sanidad admite que «los retrasos en el diagnóstico o en el inicio del tratamiento serán relevantes». Emilio Alba cree que «no es posible aún medir la magnitud» del problema y vaticina que «habrá que esperar dos o tres años para saber cuál será el impacto» del infradiagnóstico, aunque valora que muchas pruebas de detección, como mamografías, colonoscopias y citologías, hayan vuelto con normalidad al calendario de los centros sanitarios.
Publicidad
El cirujano César Ramírez confiesa que en los últimos meses «se han diagnosticado menos cánceres para operar que ningún otro año». Es un indicador terrible: cuando no hay posibilidad de tratamiento quirúrgico significa que la enfermedad ya está demasiado avanzada. Especializado en cirugía oncológica, Ramírez ha sufrido en su entorno las consecuencias de que el sistema sanitario frenara su actividad en seco para centrarse en el coronavirus: «Un familiar cercano que vive en Melilla estuvo cuatro meses sin poder hacerse una colonoscopia, pese a que tenía sangrado. Al final le diagnosticamos un cáncer de colon». El escenario resulta, cuando menos, preocupante: «En condiciones normales, el 33 por ciento de los cánceres de colon se diagnostican en cribados de test en heces, en campañas preventivas. Ahora esa cifra ha bajado al cinco por ciento. Y, a la vez, se ha multiplicado por cuatro el número de casos de cánceres de colon que entran por Urgencias, cuando ya hay perforación u obstrucción y, por tanto, una complicación aguda e incluso una emergencia vital».
En la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) hablan de un «limbo diagnóstico». Su presidente, Álvaro Rodríguez-Lescure, considera que la pandemia «se comporta como un agujero negro que absorbe recursos humanos, terapéuticos, tecnológicos y técnicos», una situación que «debe revertirse» porque el retraso en la detección supone «un impacto muy negativo en las opciones que tenemos para que los tratamientos repercutan sobre la supervivencia» de los pacientes. En la AECC recuerdan que el drama se ramifica más allá de los diagnósticos: la pandemia ha agravado la situación «de desigualdad» de los enfermos, más vulnerables a la pobreza y a trastornos como depresión y ansiedad.
Publicidad
La fobia asistencial que el coronavirus ha generado en buena parte de la población constituye otro obstáculo para la detección precoz. «Una conocida me dijo el otro día: 'No me voy a quitar el bulto hasta que pase el Covid'. La gente aún tiene miedo de ir al médico. Tenemos que hacer que lo pierdan», reivindica Paloma. Porque el cáncer, a menudo silencioso y traicionero, no espera. Y al menos dos de cada diez casos todavía no han sido diagnosticados.
«El cáncer es igual para todos, pero no todos son iguales frente al cáncer»
La pandemia no sólo ha tenido efectos en el diagnóstico de la enfermedad, sino también en el perfil de los pacientes. La crisis económica abierta por el coronavirus ha provocado que la situación económica de un 20 por ciento de la población con cáncer haya empeorado «gravemente», según la Asociación Española Contra el Cáncer. Su presidente, Ramón Reyes, lo explicó así durante la presentación de los datos anuales de esta organización: «El cáncer es igual para todos, pero no todos son iguales frente al cáncer». La epidemia ha ampliado la brecha social que genera el cáncer entre quienes disponen y carecen de recursos. La enfermedad sigue llevando a la pobreza a uno de cada cuatro nuevos pacientes y desata síntomas de depresión y ansiedad en casi la mitad de las personas diagnosticadas.
El cáncer dispara los gastos familiares por encima de los 9.000 euros de media y disminuye los ingresos por las bajas médicas, el desempleo y las solicitudes de discapacidad. Desde la asociación, que acumula casi siete décadas de experiencia en la lucha contra el cáncer, destacan que muchos pacientes tienen dificultades «para hacer frente al pago del alquiler, la hipoteca, la comida o las facturas de la luz, el agua y el gas». Esta precarización se ha agudizado con la pandemia, que ha reducido los ingresos de la mayoría de familias, un recorte a veces inasumible para enfrentarse al cáncer con recursos.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión