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Caminos de felicidad

COMENTARIO DEL EVANGELIO ·

JOSÉ MARÍA SOUVIRÓN MORENILLA

Domingo, 29 de enero 2023, 00:04

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En una colina próxima a Cafarnaúm, Jesús proclama las bienaventuranzas que incluye el evangelio de Mateo (el de Lucas refiere solo cuatro de ellas). Ocupan un lugar central en la predicación de Jesús. Con ellas Jesús recoge las promesas hechas al pueblo elegido desde Abraham, pero las perfecciona vinculándolas al Reino de Dios (CEC 1716). La clave de las bienaventuranzas es, pues, el Reino de Dios, que, cumpliéndose así́ la profecía de Isaías (Is 61,1-3), ha llegado con Cristo (Mt 4,17), quien lo anuncia y realiza (Lc 4, 17-21).

Cada bienaventuranza contiene una condición, sea una situación aflictiva (la pobreza, llorar, sufrir persecución) o una actitud moral (mansedumbre, misericordia, limpieza del corazón, hambre y sed de justicia), y unas correlativas promesas (poseer el Reino, heredar la tierra, ser consolado, saciado del hambre de justicia, alcanzar la misericordia divina, ver a Dios, ser llamado hijo de Dios).

Pero ¿cómo va a ser dichoso el pobre, el que llora, el perseguido? ¿Cómo van a conllevar felicidad actitudes que requieren sacrificio y renuncia? La paradoja es solo aparente. Pues el motivo de la bienaventuranza –de la felicidad–, como señala el papa Francisco, no son esas situaciones y actitudes, sino la respectiva promesa acogida en la fe como don de Dios. Aunque tales situaciones y actitudes nos llevan a abrirnos a ese don que el Reino trae.

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