«Nos estamos buscando la vida; y lo peor es que no se hacen las pruebas del coronavirus a los ancianos de la residencia»
El director de El Buen Samaritano, dependiente de Cáritas, reclama que se realicen los test a los mayores que tengan síntomas. De los suyos, ya han fallecido dos en el hospital y ocho permanecen aislados: cuatro con Covid-19 y otros cuatro con sospecha
Intenta mantener el ánimo y el contacto con las familias a través de Facebook, convertido desde el pasado 12 de marzo en uno de ... los pocos cordones umbilicales que le permiten mantener el vínculo con el exterior. Ese día se confirmó el primer caso de coronavirus en uno de los residentes en la casa del Buen Samaritano, un centro asistencial de la tercera edad dependiente de Cáritas, y desde entonces su director, Patricio Fuentes, vive con la sensación permanente de carrera contrarreloj.
Hoy, más de dos semanas después de aquella primera infección, en este centro de Churriana que atiende a un centenar de personas las cifras son desalentadoras: ya han fallecido en el hospital dos residentes a causa del virus, hay otros dos ingresados y en la casa tienen a ocho mayores aislados; cuatro de ellos con positivo por Covid-19 y otros cuatro con sospecha de estar infectados. «Los que están en el hospital están mejor; y de los cuatro positivos que tenemos en la residencia hay uno más delicado y los otros mejorando«, informa el director. Además, dos de sus 70 trabajadores están en sus domicilios, también con positivos confirmados.
«Estamos en una situación complicada, sobre todo por el tema de la logística», admite Fuentes, que añade a ese diagnóstico apresurado otro más que suena a queja porque desde ese día 12 «vamos como locos buscándonos la vida». Ese 'buscarse la vida' comenzó con la petición, desde que comenzara la crisis, de todos los medios necesarios para protegerse (guantes, mascarillas y batas), y aunque la realidad es que a día de hoy cuentan con el material necesario, ese colchón ha sido posible porque «cuando hicimos el pedido aún funcionaban con cierta normalidad los proveedores». La respuesta del SAS, sin embargo, ha dejado mucho que desear: «Hasta 12 días después no nos han llegado cinco cajitas de mascarillas y unos pocos guantes. Batas, ninguna», lamenta Fuentes, que aun así coloca el grueso de su denuncia en el hecho de que «lo peor es que no se estén haciendo pruebas a los residentes aunque tengan síntomas». «Desde el SAS nos dicen que ahora la prioridad son los sanitarios y los trabajadores de las residencias con síntomas; y que cuando lleguen los test rápidos que ya lo estudiarán, aunque no hay fecha».
Ante esa situación, la única opción es aislarlos en el momento en que aparezca alguna sospecha. «Tomamos la temperatura varias veces al día, y en caso de que sea así se les envía a una zona independiente donde reciben la asistencia del médico que está aquí con nosotros y del personal que se dedica a ellos en exclusiva». Fuentes confirma, en este sentido, que en los primeros días del confinamiento sí se hicieron las pruebas correspondientes a los residentes sospechosos, pero que «después ya nada». A cambio, el responsable del centro recurre al sano ejercicio de la compensación y admite que la coordinación con el servicio de epidemiología «funciona muy bien, porque siempre están dispuestos a solucionarnos las dudas». Aunque no haya soluciones.
En este escenario incierto, la Casa del Buen Samaritano se ha convertido en las últimas dos semanas en un auténtico fortín. Los 30 mayores que acudían a diario al centro de día han sido enviados a sus domicilios; y de puertas adentro las medidas de higiene y seguridad han llegado al máximo, incluidos los trabajos de desinfección por parte de la UME . «La verdad es que nuestros mayores están asustados; se pasan el día en la habitación y vamos poco a poco dando paseos, uno por uno, o por los pasillos o por el patio, para evitar que haya contacto», explica Fuentes, cuyo trabajo se divide entre esa asistencia imprescindible en el centro y otra, aunque sea en la distancia, con las familias: «Por eso trato de trasladar toda esa información a través de Facebook, es importante que las familias estén tranquilas y sobre todo decir la verdad (...). Eso lo agradecen y así me lo hacen llegar». También mantienen el contacto con los suyos a través de videoconferencias o por teléfono. Hasta que esto pase, quedan los mensajes de esperanza de Fuentes a través de ese cordón umbilical en el que se ha convertido Facebook, como éste de hace unos días: «Seguimos adelante, vamos ganando horas a los días y días de vida. Soñamos con que pronto volvamos a poder reunir la familia grande que somos, como siempre. Cuídense también ustedes, y sigan rezando por nosotros«.
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