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EL BAUTISMO: HIJO AMADO Y PREDILECTO

SALVADOR GIL

Domingo, 13 de enero 2019, 00:46

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El tiempo litúrgico de Navidad culmina este domingo con la celebración del Bautismo del Señor. El evangelio de Lucas nos detalla una preciosa escena en la que Juan el Bautista da paso a Jesús. Ante un pueblo expectante y un posible desconcierto, Juan disipa dudas y aclara que él no es el Mesías, ni siquiera merece desatarle la correa de las sandalias, tarea que solo hacían los esclavos.

Jesús recibe en este día el bautismo. Y lo hace en un bautismo general, como uno de tantos. Jesús, además, se encuentra en oración. Los momentos importantes de su vida los pasará en oración. La teofanía presenta tres aspectos que acreditan a Jesús como el Hijo de Dios, el amado, el predilecto: se abre el cielo, sobre él baja el Espíritu Santo en forma de paloma y la voz que anuncia su filiación divina. El cielo se abre para indicar que en Jesús lo divino y lo humano se unen en su persona. Ya no hay separación entre el hombre y Dios. Jesús es su Hijo. El descenso del Espíritu Santo hace posible la unción de su humanidad para mostrar que Jesús es el Hijo amado. El amor lo será todo en su vida. La voz que se oye declara con claridad que Jesús es el Hijo predilecto, el enviado para proclamar la buena noticia del Reino de Dios. Al celebrar hoy el bautismo de Jesús, renovemos también cada uno nuestro bautismo. Aquel día fuimos constituidos en hijos en el Hijo, Dios Padre nos mostró para siempre su amor y predilección. Aquel día recibimos el don de la fe y fuimos incorporados a la Iglesia. Por todo ello, demos gracias a Dios.

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