La recta final del Aula Picasso
La edil de Cultura, Noelia Losada, visita el emblemático espacio en el Ateneo y estima que la restauración de la clase donde impartía el padre del genio empezarán antes de acabar el año
La larga escalinata del Ateneo, como si de un palacio se tratara, se tuerce hacia la izquierda, y tras un descansillo y la sala Muñoz ... Degrain, aparece el aula en la que el padre de Pablo, José Ruiz Blasco daba clases de pintura. El genio universal era un adolescente que estudiaba Bachillerato en el instituto Gaona. Se sabe que su progenitor lo recogía y lo traía a esta gran sala, con esos ventanucos mirando hacia el cielo azul de Málaga y los tejados del casco antiguo, por las tardes cuando iba a trabajar. La historia la cuentan con todo lujo de detalles los responsables del Ateneo, Victoria Abón y Miguel Tello, tanto monta, monta tanto, que en esta jornada le explican a la concejala de Cultura y portavoz de Ciudadanos, Noelia Losada, los últimos retoques de un proyecto, que la Consejería de Cultura está a punto de aprobar tras una serie de mejoras técnicas.
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El día de calor pinta bastos. En la plaza de la Constitución, los más mayores buscan la recachita de los pocos naranjos amargos que han quedado, y al lado, en el Ateneo, cómo no, hace cierta plasta, pero ni mucho menos lo que correspondería a un edificio en el que se pasea por él sin climatización. Los muros gruesos, esos que hacían antes a conciencia –en este caso los jesuitas de la Compañía de Jesús, de ahí el nombre de la calle Compañía– pertrechan a la comitiva. Las píldoras históricas las van narrando con arte los anfitriones.
«Hay pocos sitios como la casa natal de Picasso y este en el que la huella del artista sea más latente», explica Tello, a lo que Abón subraya que la trascendencia de la llamada Aula Picasso está bien reflejada en la biografía de Roland Penrose, que cuentan, marcó un antes y un después en la profundización sobre la vida del genio. El crítico inglés la presentó en Madrid en 1981. «En la medida de mis posibilidades, he intentado esbozar concisamente, las características fundamentales de su vida y sus amores, así como sus magistrales logros, sin pretender que mi relato sea completo», relatan algunos rotativos que dijo. Picasso era inabarcable.
Penrose y su mujer, la fotógrafa Lee Miller, vinieron a Málaga a descubrir sus raíces, como cuentan Abón y Tello. Uno de los lugares a los que lo enviaron los amigos de Picasso fue a esta aula, que en la que hoy crujen los tablones de madera del suelo y sobresalen los moldes de yeso numerados, que indican que son de la época. «Nuestros nuevos amigos nos mostraron su casa, todavía intacta, donde nació Picasso en la plaza de la Merced, pero aún más instructivo fue sorprender, en la semiabandonada escuela de arte, la atmósfera que perduraba en las hileras de moldes de yeso cubiertos de polvo, las aves disecadas, los caballetes y los tableros de dibujo, símbolos de la tradición que el enfant terrible de las artes de nuestro siglo iba a revolucionar», reza en la biografía de Penrose de este enclave, que rezuma magnetismo.
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Enfrente, en la sala de juntas del Ateneo, desmantelada para guardar los enseres del aula, aparece un peculiar sistema de caballetes en línea, que los alumnos utilizaban para pintar de pie. La mesa y los soportes de madera donde se pinchaba el papel para dibujar, aún con las señales de las chinchetas, se conservan en muy buen estado. Abajo, en el coro de la iglesia del Santo Cristo de la Salud, a la que también se accede desde el Ateneo por ciertos pasadizos, se conservan los caballetes con asientos con los que pintaban a horcajadas así como una colección de taburetes de la época, también numerados.
El proyecto de restauración del Aula de Picasso será posible en su primera fase, gracias a una moción de Ciudadanos y a una modificación presupuestaria del Ayuntamiento por valor de 106.000 euros, mientras que la Diputación de Málaga, a través de su arquitecto y miembro del Ateneo Borja Peñalosa se ha venido encargado de la parte técnica de la rehabilitación. «Aunque la idea es que todas las instituciones sumemos para que la reforma completa, por valor de 240.000 euros, sea una realidad», explica Losada, que recuerda la primera visita del Aula Picasso, a la que llegó por Mónica López Soler, vocal de Patrimonio del Ateneo. Más tarde, el alcalde Francisco de la Torre pasaría por aquí y también suscribió el proyecto de reforma, que empezará, si nada lo retrasa, antes de que acabe el año. El arquitecto y exedil socialista Carlos Hernández Pezzi, con el que De la Torre tenía una estupenda relación, fue el que rehabilitó el Ateneo en los años 97-98, como cuentan sus responsables, y el Aula Picasso, que pedía mayor inversión, se quedó para los futuribles. Ahora Peñalosa coge su testigo. ¿Se imaginan subir al aula donde Picasso tuvo sus primeros encuentros con la pintura?
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