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Retrato de estudio de Paco Mendes. SUR
La alternativa de Paco Mendes, una tarde memorable

La alternativa de Paco Mendes, una tarde memorable

Historias de La Malagueta (V) ·

El torero portugués salió a hombres junto a Antonio Ordóñez, César Girón y Chicuelo II con una buena corrida del Conde de la Corte

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Domingo, 18 de febrero 2018, 01:49

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El 10 de agosto de 1954, La Malagueta vivió una de las tardes más memorables de su historia. En el día en que el portugués Paco Mendes tomó la alternativa, los espectadores asistieron, a tenor de las crónicas, a una corrida memorable en la que el toricantano y los diestros Antonio Ordóñez, César Girón y Chicuelo II salieron a hombros tras lidiar un bravo encierro con el prestigioso hierro del Conde de la Corte, donde firmaron extraordinarias faenas.

En la tercera de la feria de aquel año, los tendidos del coso del Paseo de Reding se llenaron hasta la bandera para asistir a un festejo de lo más internacional en el que se dieron cita dos diestros españoles, un luso y uno venezolano -este fue apoyado por un grupo de aficionados de Venezuela en el tendido con banderas del país latinoamericano-.

Mendes, que recibió el doctorado taurino de manos de Ordóñez en presencia de Girón y Chicuelo, lanceó de capa con buen gusto al toro de la alternativa, que brindó al público. Realizó una faena de muleta en la que destacaron los pases por bajo de inicio, los ayudados por alto “impecables” y los naturales, según la crónica publicada en SUR. Falló con los aceros y fue ovacionado tras ser arrastrado el burel.

El portugués recibió a su segundo con verónicas con gran justeza y arte y la faena de muleta la inició por bajo. Mendes cuidó al animal realizándole un trasteo valiente en el que destacaron los derechazos y los desplantes. Mató de un pinchazo y media estocada corta que hizo rodar al burel. Fue ovacionado.

Respecto a la actuación de Antonio Ordóñez, la crónica de SUR la resume así: “El diestro de Ronda ha toreado de capa toda la tarde maravillosamente. Sus verónicas naturales, limpias y llenas de alegría arrancaron en la multitud clamorosas ovaciones, al igual que en las dos faenas de muleta, que han sido algo realmente maravilloso. Porque Ordóñez ha manejado hoy el capote de un modo magistral tanto en los quites a sus enemigos como a los de sus compañeros”.

A su primero le cortó las dos orejas y el rabo tras una actuación en la que “cantó el toreo con una gallardía y majestad dignas de quedar impresas en la mente de cuantos tuvieron la dicha de asistir a esta corrida memorable”. En su segundo logró dos orejas y el público recriminó al palco que no hubiera concedido el rabo tras una faena que, según las crónicas fue “el disloque, algo superior a cuanto podamos decir”. “Pisando siempre el terreno de los mejores, abierto el tarro de la esencia, Ordóñez impregnó la plaza de un perfume embriagador. Si las series de naturales fueron bellísimas, las superó, si ello es posible, con soberbios pases sobre la derecha, por alto, y los adornos majestuosos. Metido entre los pitones de su enemigo, pasándoselo una y otra vez por el corazón”, añadió el cronista.

Aquella tarde, César Girón ratificó en La Malagueta el buen momento profesional por el que pasaba y donde dejó constancia de su capacidad inagotable ante el peor lote del Conde de la Corte. “En dos toros que, en otras manos quizás hubiesen ido al desolladero sin pena ni gloria, Girón les hizo embestir cuanto le vino en gana”, recogió la crónica periodística.

El diestro venezolano lanceó a sus dos toros con el capote de manera valentísima y muy ajustada y banderilleó de forma colosal. En cuanto a las faenas de muleta, en su primero se mostró dominador y entregado ante un animal al que arrancó varias tandas estimables, entre ellas dos de naturales de gran ejecución. A este le cortó dos orejas y el rabo y dio dos clamorosas vueltas al ruedo. A su segundo le instrumentó un trasteo “genial” con pases “ajustadísimos y de un temple soberano” en una faena que fue de menos a más y que rubricó con un pinchazo y una estocada. Dos orejas y rabo y, de nuevo, dos apoteósicas vueltas al ruedo.

Chicuelo II demostró en el coso del Paseo de Reding su gran valor y cuajó dos grandes actuaciones aquella tarde, a la altura de sus compañeros de cartel. En su primero cortó las dos orejas y el rabo tras una faena que recogió así el cronista: “Iniciada con un trasteo inteligentísimo, sigue dominador y artista con una pedrecina, que de por sí era cosa más que suficiente para poner a prueba el funcionamiento del corazón de los miles de espectadores que llenaban la plaza. Después ha continuado la faena jaleado por el público, en la que a los en redondo monumentales siguieron otros sobre la izquierda plenos de dominio y mando, molinetes de rodillas escalofriantes, desplantes y adornos bellísimos. (…) Deja un pinchazo y una estocada que hizo rodar sin puntilla (al toro)”.

En su segundo, el diestro conquense realizó una faena “admirable” donde pisó “terrenos inverosímiles”, según las crónicas. Dejó un pinchazo y una media antes de dar muerte al burel con un golpe de descabello. A pesar de la petición mayoritaria, el palco le negó la oreja y dio dos vueltas al ruedo.

De la dimensión taurina de aquel festejo -donde fue cogido el banderillero Pablo Celis en el muslo derecho con una herida de diez centímetros que fue valorada con pronóstico de menos grave- es un ejemplo sintomático que a la muerte del cuarto toro, los cuatro matadores fueron obligados por el público a dar una vuelta al ruedo. Al término del festejo, Antonio Ordóñez, César Girón, Chicuelo II y Paco Mendes salieron a hombros de un enfervecido público, que había asistido a una de las grandes corridas de toros celebradas en La Malagueta.

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