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Ignacio Lillo
Viernes, 28 de abril 2017, 00:39
Los coches conectados a Internet, autónomos (sin necesidad de conductor) y eléctricos ya son una realidad y supondrán una revolución en el plazo de una década; aunque ello también supondrá problemas éticos que hay que analizar. Este es el mensaje que lanzaron ayer en el Museo Picasso expertos españoles y europeos en transporte, reunidos en el tercer foro de Movilidad Alternativa y Seguridad Vial de Málaga. En el encuentro, organizado por el Colegio de Gestores Administrativos, participaron responsables de la Dirección General de Tráfico (DGT), del Ministerio de Fomento, del Ayuntamiento de la capital, de sociedades científicas, asociaciones y empresas. Entre los ponentes, personalidades de la talla de Ricardo Oliveira, investigador de tendencias de la automoción de World Shopper; Arturo Pérez de Lucia, gerente de la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso del Vehículo Eléctrico (Aedive); Juan Antonio Tébar, del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial de la UE; y responsables de la EMT, la UMA, Bosch, Mapfre, Uber y Cabify, entre otros.
«Los vehículos autónomos y conectados ya son un hecho», anunció la jefa provincial de Tráfico, Trinidad Hernández, y enumeró ventajas como el acceso a la información, la reducción de las retenciones y el empoderamiento de los conductores, a la hora de exigir mejoras a las marcas. Para Ricardo Oliveira, «la automoción está en un momento de disrupción», y puso como ejemplo un reciente viaje en un coche eléctrico por Europa, que sólo dos años antes no se habría podido hacer, por la mejora de la autonomía y de la red de suministro.
Pero el verdadero cambio vendrá de la mano de la «cuarta revolución industrial», con sensores conectados por inteligencia artificial, que llevarán a la conducción autónoma. Ello traerá consigo una reducción de accidentes, pero apunta a problemas éticos, en la medida en que la máquina y sus programadores decidirán y serán responsables de cómo se afronta un accidente, y si se antepone la vida de los ocupantes frente a otras posibles víctimas. A ello, se une una pérdida de empleo no compensado por el aumento de oportunidades.
Por otra parte, los coches eléctricos se irán abaratando por la rebaja de precio de las baterías, el aumento de la autonomía y la reducción del tiempo de carga. Asimismo, se podrán diseñar a medida. Los mantenimientos serán más baratos y el cambio de las baterías permitirá renovar el valor del coche (con consecuencias para los profesionales del sector).
Acerca de la nueva movilidad, se abren múltiples variantes de coche o trayecto compartido, y de vehículos alquilados por sus dueños cuando no los usan. Por lo que la tendencia será cada vez a una menor intención de compra frente al alquiler. De hecho, las marcas están creando sus propias flotas y servicios de movilidad.
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