Alejandro recupera la ilusión
Este joven de Carranque, operado hasta en 13 ocasiones por una malformación venosa en el cerebro, consigue terminar ESOy ahora estudia primero de Bachillerato
Francisco Gutiérrez
Martes, 11 de abril 2017, 00:12
Solo con mucha fuerza de voluntad, el cariño y entrega de su familia y la ayuda de profesores y compañeros, Alejandro Díaz Carmona comienza a ... ponerse en pie y recobra la ilusión que quedó congelada en la mesa de operaciones del Carlos Haya un 20 de febrero de 2014, con solo 14 años de edad. Los médicos pusieron a la familia en lo peor: había escasísimas posibilidades de que Alejandro, a quien se le detectó una malformación venosa en el cerebro, saliera adelante. El tiempo ha desmentido a los médicos, que llevaban mucha razón en cuanto a lo complicado del caso: un mes en la UCI, edemas cerebrales, problemas respiratorios, traqueotomía y hasta 13 operaciones para ir reduciendo el tamaño de las venas de su cerebro han sido necesarias para salvar su vida. Y precisamente ayer Alejandro alcanzó la mayoría de edad.
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En su silla de ruedas acude cada día al IES Portada Alta, donde estudia primero de Bachillerato. Consiguió terminar ESO, en el IES Sagrado Corazón (ha cambiado de centro porque éste no tiene Bachillerato) y asistió al acto de graduación, en junio del año pasado. A profesores y compañeros tenía reservada una sorpresa: Alejandro acudió a recoger su diploma a pie. Era la primera vez en muchos meses que conseguía levantarse de la silla de ruedas.
En segundo de la ESO empezó su particular calvario, con frecuentes dolores de cabeza. Como se trata de una sintomatología inespecíficas, los médicos no le dieron mayor importancia. Hasta que la enfermedad le provocó inflamación de un ojo y ya se le hicieron pruebas que descubrieron la malformación venosa. Los dolores de cabeza eran cada vez más fuertes y prolongados, le llegaron ataques epilépticos hasta que en una crisis quedó en coma e ingresó en Carlos Haya el 20 de febrero de 2014.
Alejandro estuvo hospitalizado durante cinco meses en estado «prácticamente vegetativo; no hablaba, no podía levantarse ni andar; nos temíamos lo peor», recuerda la madre, Mari Carmen. Finalmente, en octubre de 2015 recibió el alta y regresó a casa. Mari Carmen Carmona no olvida sus primeras palabras cuando después de muchos meses recuperó la consciencia: «Nos dijo que quería seguir estudiando», recuerda. Pero Alejandro, que había ganado una primera batalla contra la enfermedad, todavía tenía por delante grandes obstáculos por salvar: la enfermedad le había provocado daños cerebrales, de manera que tenía dificultades de movimientos, para hablar o escribir. De hecho, aún necesita la silla de ruedas.
En octubre de 2015 recibió el alta médica, pero hasta enero de 2016 no pudo comenzar las clases, con un profesor de atención domiciliaria. Tuvo una adaptación curricular y consiguió terminar la Secundaria. En el Portada Alta ha escogido el Bachillerato de Sociales, porque «soy más de letras que de ciencias», admite el joven, con cierto humor. Se confiesa además un gran aficionado a la lectura, sobre todo de novela de aventuras y de misterio. También escribe relatos y en la universidad le gustaría estudiar o Criminología o Periodismo deportivo.
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«Alejandro ha tenido que empezar de nuevo todo su aprendizaje», señala su orientador en el IES Sagrado Corazón, José Tomás Boyano, que es también profesor asociado en la UMA, donde imparte Memoria e Introducción a la Psicología. Tomás ha sido su profesor de apoyo en este tiempo de recuperación, ya que ellos mismos lo pidieron a la Delegación de Educación. «Nos han dado todas las facilidades del mundo», asegura. El trabajo con Alejandro ha sido arduo, explica, ya que han tenido que trabajar mucho la recuperación de la escritura y de la motricidad, y de muchos conceptos que «conocía porque los había estudiado pero que había olvidado por la enfermedad y la operación». Un proceso largo e intermitente, indica, pero que ha salido adelante gracias a su fuerza de voluntad: «su cerebro ha tenido que recorrer de nuevo el camino del aprendizaje de cuestiones básicas como andar, vestirse, escribir o leer», dice.
Alejandro tiene un hermano mellizo, Adrián, que estudia en el Santa María de los Ángeles. Con cinco meses quedaron huérfanos y Mari Carmen, la madre, con ayuda de la familia, ha tenido que sacar adelante a sus hijos. Ha sido un chico aficionado al deporte, jugaba al baloncesto y «ha disfrutado como un niño con el Unicaja, viendo el partido en el Martín Carpena y la final por la tele», explica la madre.
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Adaptación curricular
José Tomás Boyano, Juan Antonio Montoro, el orientador, y Araceli, la tutora del curso, coordinan la adaptación curricular en esta nueva etapa y en su nuevo instituto. «Tenía miedo, no sabía cómo sería recibido, y la verdad es que estamos muy contentos, todos se han volcado con él», confiesa Mari Carmen. Alejando no puede estudiar todas las asignaturas de primero de Bachillerato, como el resto de compañeros, por lo que el curso se ha dividido en dos. Además, continúa en rehabilitación, lo que le supone perder muchas horas de clase. Una rehabilitación «dolorosa», explica la madre, pero que él afronta con mucha entereza: «dicen los médicos que es un enfermo ejemplar».
El reto de Alejandro es seguir aprendiendo, estudiar y trabajar. «En el hospital mi mayor miedo era no poder volver al instituto», confiesa el joven. Los compañeros de curso estaban al principio «un tanto confusos», reconoce la tutora, aunque ahora todos están mucho más compenetrados: «le ayudan con los apuntes o le acompañan a la biblioteca. Y él se apunta a las excursiones, como un alumno más», señala Araceli, quien destaca los «evidentes progresos» de Alejandro, como es la velocidad que ha adquirido para tomar apuntes, leer o escribir manteniendo las líneas rectas. «Para todos es un reto, Alejandro adaptarse al centro, y nosotros a él», dice la tutora.
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Por delante le quedan aún muchos desafíos, a los que Alejandro hará frente con resolución. Como dejar la silla de ruedas y, sobre todo, avanzar en sus estudios, una ilusión que le mantiene agarrado a la vida.
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