SÍ AL DERRIBO DEL ASTORIA (2ª PARTE)
El pleno vuelve a aprobar la demolición del edificio tras un primer 'sí' en la sesión del pasado noviembre. La petición de indulto al concejal Andrés Bódalo ensucia el debate. Y también Limasa
ANA PÉREZ-BRYAN
Viernes, 1 de abril 2016, 00:54
Hace apenas dos días, el portavoz de Málaga para la Gente, Eduardo Zorrilla, establecía no sin cierta razón una comparación entre la historia reciente del ... cine Astoria y una de las películas que lució en sus inolvidables carteles durante su época dorada: «Esto se está convirtiendo en 'La historia interminable'». Lo decía con toda la seriedad de la que era capaz pero consciente de que la 'película' del Astoria y su manzana corren paralelas al argumento del largometraje. Sólo que ahora podría añadirse al título 'Segunda parte'. Es lo que ocurrió ayer en la primera sesión del pleno municipal, que volvió a votar por unanimidad el derribo del edificio después de que el pasado mes de noviembre ya se alcanzara un acuerdo mayoritario en este sentido. La diferencia es que ahora se suma a la declaración de intenciones el añadido de «lo antes posible». Aquí se encierra el nudo de una cuestión que ha de poner de acuerdo al Ayuntamiento de Málaga con la delegación de Cultura de la Junta de Andalucía, que ha de dar su visto bueno a la demolición del Astoria y que tiene la última palabra por mucho que los 31 concejales del Ayuntamiento hayan vuelto a decir sí.
En esencia, el problema reside en el hecho de que no es posible -ni «legal», como defendió ayer el edil de Urbanismo, Francisco Pomares- que se de vía libre al derribo del edificio sin que medie un proyecto con licencia o sin la declaración oportuna de ruina técnica del cine. Y ninguna de las dos condiciones se dan. En el primer caso, porque el concurso de ideas que acaricia el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, aún no está encarrilado ni cuenta con el apoyo (al menos por el momento) del Colegio de Arquitectos, que se opone a que sea su gremio el que defina el futuro uso del edificio y también su viabilidad económica. Y en segundo lugar porque a pesar de que los bomberos tuvieran que intervenir el pasado Lunes Santo para reforzar una de las cornisas el edificio éste cuenta aún, en palabras del primer edil, con una «solidez máxima teniendo en cuenta los años que tiene». En este escenario, el voto unánime de ayer quedó en una declaración más o menos bienintecionada por parte del pleno a pesar de que el concejal socialista Daniel Pérez le insistía a Pomares que «Cultura sí aceptaría un proyecto intermedio y por lo tanto la demolición». «Después podríamos pensar con tranquilidad qué se va a hacer en ese espacio», añadía Pérez sin convencer a Pomares a pesar de que el primero garantizaba que había hablado «con los técnicos de la delegación».
La nueva discusión llegaba a la sala de plenos de la mano de sendas mociones de Ciudadanos y Málaga para la Gente, que además incorporaba a su moción la exigencia de que se celebre una «consulta ciudadana» para que «entre todos» se decida cuál es el mejor uso. También este extremo se aprobó por unanimidad -aunque tampoco es la primera vez- añadiendo el matiz de que el equipo de Gobierno «asuma políticamente la decisión», es decir, que la acate como vinculante a pesar de que por ley no está obligado a ello. Así las cosas, los concejales de la oposición se mostraron receptivos a la idea de que como proyecto 'intermedio' se impulse una zona de esparcimiento (una especie de parque infantil) que a juicio de los representantes de Málaga Ahora daría respuesta a la «verdadera vida de ciudad» de la que disfruta la plaza de la Merced en contraposición a la «vida de escaparate» que marca la actividad de otras zonas como la calle Larios. Y aunque no suele ser habitual, en esta apreciación de la portavoz del grupo, Ysabel Torralbo, (casi) coincide el edil de Ciudadanos, Juan Cassá, que en la defensa de su moción quiso recordarle al alcalde que «en Málaga no sólo está la calle Larios, porque hay más zonas del centro en las que habría que intervenir».
Con el voto a favor de todos y a la espera de ver si hay tercera parte en esta película sin final feliz -al menos por el momento-, la imprescindible tensión en el pleno ya se había servido antes con el debate de Limasa, que incorporaban al orden del día tanto el PSOE como Ciudadanos. En ambas, discutidas por separado, volvieron a escenificarse las diferencias entre los concejales, sobre todo cuando la portavoz socialista, María Gámez, afeó de forma vehemente al alcalde su gestión en la reciente huelga de basuras. Y sobre todo haber bajado a «saludar» y a «alentar» a los manifestantes que con una «clara actitud violenta» -en palabras de la concejal- se concentraron a las puertas del Ayuntamiento el pasado 9 de marzo en apoyo a De la Torre y en contra de los trabajadores de Limasa. «Usted no ha estado a la altura. Ha polarizado el debate y ha querido criminalizar a los trabajadores», denunciaba Gámez sin aceptar las explicaciones del propio alcalde, que le recordaba que «siempre» que hay una concentración de este tipo a las puertas de la Casona «y me es posible bajo a interesarme por las peticiones de los ciudadanos». «Ahora hay una concentración de parados y usted no está haciendo nada», le reprochaba el concejal de Málaga Ahora, Juan José Espinosa, quien incluso recordó una vez «que era yo el que protestaba a favor de la educación pública y no sólo no me recibió sino que la policía me pidió la identificación». «Ese día no estaría yo en el Ayuntamiento», le contestaba De la Torre tratando de quitarle tensión al debate y comprometiéndose a recibir a esos parados que esperaban abajo.
El modelo de Limasa
Más allá de la gestión de la huelga, el pleno abordó otra cuestión relacionada con Limasa que promete grandes titulares en los próximos meses: el contrato con la empresa expira en abril de 2017 y hay que debatir el modelo que tendrá la ciudad en los próximos años. Con las posturas más que enfrentadas entre la municipalización y la privatización, Gámez pedía en su moción que la mayoría necesaria para alcanzar este acuerdo fuera la 'reforzada', es decir, de dos tercios del pleno como forma de garantizar que el PP y Ciudadanos no bloqueen su intención de municipalizar Limasa en un hipotético acuerdo. Y si el alcalde admitía el miércoles que no veía con «malos ojos» esta necesidad de mayoría reforzada, ayer matizó sus declaraciones y consiguió que la portavoz socialista aceptara su enmienda de introducir a cambio el término «máximo consenso». La cuenta atrás ha comenzado.
Aunque para consenso -o la falta absoluta de éste-, la soledad en la que se quedó Málaga Ahora (sólo apoyado por Málaga para la Gente) en la moción en la que pedía el indulto para el concejal de Jaén en Común Andrés Bódalo, condenado y encarcelado por agresión a un edil socialista. Torralbo lo definía como «un trabajador que ha sufrido la explotación laboral en los campos» y quiso vincular la condena con la 'Ley Mordaza', no con una agresión. Su exposición de los hechos indignó al portavoz del equipo de gobierno, Mario Cortés, que se refirió a él como un «delincuente habitual», pero sobre todo al edil de Ciudadanos Gonzalo Sichar, que criticó que se le haya comparado con el poeta Miguel Hernández. Y añadió: «Si fuera un facha no estaríamos hablando de indulto, pero como es un agitador campestre sí lo hacen». Aunque para puntilla, la de María Gámez, que en un complicado ejercicio de equilibrismo dialéctico puesto que la víctima de Bódalo es de su partido zanjó: «El fin no justifica los medios, porque la lucha obrera es loable, pero no a patadas».
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