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Francisco Jiménez
Miércoles, 3 de febrero 2016, 00:31
A los vecinos de la zona de Juan XXIII y la avenida de Europa no les ha quedado otra opción que acostumbrarse a vivir junto a un enorme descampado que para lo único que sirve, en el mejor de los casos, es para acumular basura y para pasear al perro, aunque sin adentrarse demasiado. Si nada crece en el interior de los terrenos de Repsol tampoco lo hace a su alrededor, donde en los locales comerciales predominan la persianas bajadas. Ante este panorama, los vecinos y comerciantes de la zona lo tiene claro. Piden a los políticos que se aparquen las disputas y se pongan a remar todos en el mismo sentido para transformar este espacio de 177.548 metros que recuperó la ciudad cuando fueron desmantelados los depósitos de petróleo. La creación de un gran parque es irrenunciable, pero rehúyen del debate político surgido en la últimas semanas sobre si tiene que ser más extenso que el de 70.000 metros contemplado en el proyecto residencial de las torres o si debe reducirse el ladrillo destinado a viviendas, comercios y equipamientos públicos para ganar más zona verde.
«Lo que tienen que hacer los políticos es dejarse de historias y arreglar esto de una vez por todas en lugar de paralizarlo todo. Si tiene que haber pisos y negocios, que haya porque seguro que también ayuda a darle vida a esta zona, que cada vez está más muerta. Llevo más de 30 años aquí y todavía no sé cuando se hará el parque», afirma Salud Jiménez, que acaba de dejar su vehículo en la explanada de hormigón que salvo miércoles y sábados (días de mercadillo) sirve de aparcamiento.
Ajena también a las distintas propuestas que los partidos han puesto sobre la mesa con vistas a la futura consulta popular (el proyecto vigente de las torres, equipamientos y el parque de 70.000 metros que defiende el equipo de gobierno; el planteamiento del PSOE de destinar toda la finca a zonas verdes; y la solución intermedia de Ciudadanos que prevé un bosque urbano de 124.000 metros reduciendo al mínimo los usos residenciales, comerciales y dotacionales), Celia Ballester también coincide en que la finca «es tan grande que hay sitio para todo, así que, lo que decidan, que lo hagan ya porque aquí vamos de mal en peor».
Pocos negocios abiertos
«Lo que queremos los vecinos es que se adecente ya y el barrio pueda remontar», remarca esta vecina de la avenida de Europa mientras pasea a su perro. No le falta razón. Basta con echar un vistazo para comprobar cómo se pueden contar con los dedos de una mano los negocios abiertos en los 420 metros de la avenida de Europa que discurren en paralelo a la parcela. Uno de ellos es la cafetería La Esquinita, que tira de ofertas con platos a 2 euros para atraer clientela. «Cualquier cosa que hagan nos daría la vida porque la calle está muerta. Si enfrente abren áreas comerciales y oficinas nos vendrá bien, pero también lo hará la creación de un parque al que vengan las familias», comenta detrás de la barra Juan Manuel Rodríguez.
Caminando por la acera que da a los terrenos, una pareja de jubilados departe sobre el uso que se le debería dar. Y José Antonio López lo tiene claro: «Lo mejor es que hagan viviendas sociales para las familias que peor lo están pasando y para un pulmón verde, aunque luego habrá que ver cómo se mantiene». Aunque matizando que «hay sitio para todo», Antonio Porras se decanta por crear un gran parque. Eso sí, con un parking subterráneo.
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