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Ana Pérez-Bryan
Viernes, 10 de julio 2015, 01:32
«Se venden dos edificios colindantes con una superficie de terreno de 570 m2 y 2850m2 construidos, consta de planta baja más cuatro superiores, tiene protección arquitectónica de primer grado, así que hay que mantener la fachada. Está en el casco histórico de Málaga, ideal para albergue, la estructura del edificio permite hacer sótanos para parking y el proyecto arquitectónico está pagado». Algunas de las páginas web de referencia en la compra venta de inmuebles incluyen desde hace unos meses en el capítulo de edificios en venta el anuncio de que los números 3 y 5 de la calle Mariscal, en la zona de La Goleta, están disponibles para inversores interesados en reconventirlo en un apartahotel, en un hostal o en un albergue. Y para los que tengan 5.500.000 euros, claro. Es el precio de salida de dos edificios con una historia repleta luces y sombras cuyo propietario, J. J., quiere dejar de escribir para que lo hagan otros.
Entre esos otros hay varios grupos empresariales, en concreto uno de británicos y otro de japoneses, que ya se han mostrado interesados en hacerse con los edificios. Juntos o por separado las páginas web ofrecen la posibilidad de venta individual por 2.750.000 euros, J. confirma sin embargo que su intención es la venta en bloque «porque es una oportunidad única para un proyecto de estas características. Sería un negocio bonito». De hecho los inversores que ya han llamado a su puerta han mostrado su interés en aprovechar las «condiciones» que reúne el inmueble y que el hasta ahora propietario recita de memoria: «De ahí saldrían 124 habitaciones, 88 dobles y 36 simples, con setenta ventanas a la calle y dos ascensores».
Para traducir el proyecto a la realidad haría falta una inversión muy elevada, que se sumaría a los más de cinco millones de euros que pide J. por la operación de compraventa, ya que el inmueble está muy deteriorado. Y eso que hace unos seis meses el empresario invirtió 800.000 euros «en reforzar el armazón, los cimientos y los pilares», aunque una enfermedad admite lo ha alejado del proyecto. El que lo asuma sólo tendrá que mantener la fachada, que tiene una protección arquitectónica de primer grado.
El resto será previsiblemente pasto de la piqueta, igual que el resto de las historias que ha ido devorando este espacio con el paso de los años: de pisos de renta antigua a edificio de okupas, sobre el inmueble de la calle Mariscal y su propietario pesó hace casi una década la sombra del acoso inmobiliario, conocido popularmente como asustaviejas. Los últimos inquilinos denunciaron en reiteradas ocasiones el deterioro deliberado del edificio como medida de presión para que abandonaran sus casas, hasta el punto de que en el año 2008 las acusaciones fueron trasladadas y admitidas a trámite por la Fiscalía de manos del entonces defensor del ciudadano de Málaga, Francisco Gutiérrez.
En ese momento el Ayuntamiento de Málaga tomó cartas en el asunto y obligó a la venta forzosa de los números 3 y 5 por 2,4 millones de euros «para salvaguardar los derechos de los inquilinos», según admitió el entonces edil de Urbanismo Manuel Díaz. La operación quedó desierta. No así los edificios, cuyas viviendas se convirtieron desde entonces en refugio de okupas hasta que en el año 2010 la policía ejecutó la orden de desalojo de la treintena de personas que allí malvivían. Desde entonces, el abandono ha sido marca de la casa. Hasta ahora, que parece encarrilar un nuevo uso... previo pago de su importe.
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