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La viuda de Pedro Aparicio, María Ruiz, y sus hijos Pedro, Germán, y Almudena.
«Pudimos hacerlo porque no sabíamos que era imposible»

«Pudimos hacerlo porque no sabíamos que era imposible»

El hijo de Pedro Aparicio evoca una frase de su padre de su paso por la Alcaldía en el emotivo discurso para loar su figura, durante la entrega de la Medalla de la Ciudad

Pilar R. Quirós

Jueves, 15 de enero 2015, 22:27

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Dicen que nadie es profeta en su tierra. Pero esta insidiosa frase hecha perdió ayer su acostumbrada validez en un salón de plenos del Ayuntamiento de Málaga, al que hubo que doblar su sillería para hacer frente a los invitados, autoridades y personas que habían participado, más de un centenar, en el expediente para entregar la medalla de la Ciudad y el título de hijo adoptivo a título póstumo al primer alcalde de la democracia, al socialista Pedro Aparicio, que falleció repentinamente el pasado 25 de septiembre, justo cuando la corporación se encontraba reunida celebrando el pleno ordinario del mes. La noticia conmocionó a los presentes, y la junta de portavoces de la corporación, representada por los tres partidos, decidió homenajear así su figura. Ayer tarde, en la que ya no cabía ni un alfiler en el salón más solemne de la Casona, el hijo mayor de Aparicio, que se llama igual que él, Pedro, y que ha elegido para desarrollar una de las profesiones que tuvo su padre, médico, consiguió aunar en sus palabras los sentimientos de muchos de los que se encontraban en la sala recordando la figura de su padre, esparciendo cariño, emoción, y las ganas de rendirle honores que se respiraba en el ambiente.

Dicen que cuando en un mismo lugar muchas personas sienten lo mismo se crea una especie de magia, que era la que ayer envolvía la sincera celebración. Embargado por la emoción, y con la voz entrecortada, Pedro Aparicio hijo, recordó cuando recibieron la triste noticia por el jefe de Protocolo, Rafael Illa, Rafa, como dijo haciendo hincapié en su cercanía a la familia, y agradeció todas las muestras de cariño, que recibieron entonces y que les han ido llegando a lo largo de estos meses «que hemos guardado como un tesoro».

De su progenitor, del que llevaba la corbata con la bandera de Europa, dijo que, entre sus vivencias, quería destacar el prólogo de un libro que escribió, en el que él mismo explicaba que en 1979 empezó el más modesto trabajo de la Transición, el trabajo desde los ayuntamientos, y en el que contaba que se alegraba de haber escrito una de las páginas más importantes de la historia española, «porque, como dijo un militar romano, pudimos hacerlo porque no sabíamos que era imposible», como expresaba haciendo alusión a su paso por la Alcaldía en los primeros años de la democracia en una ciudad en la que no había saneamiento y muchas calles aún eran de tierra. En el acto, al que asistieron compañeros suyos de corporación como Curro Flores, José Asenjo, Suni García Aguyó, Manuel Pérez Salas o Francisco Bóveda, fue presidido por el alcalde Francisco de la Torre, y su viuda, María Ruiz, ocupó un lugar de honor a la derecha de la presidencia, desde donde recibió la medalla de la Ciudad y el título de hijo adoptivo, del que su hijo Pedro dijo que le hubiera hecho mucha ilusión que se lo hubiesen dado en vida porque él, aunque llevaba cuarenta años en Málaga, había nacido en Madrid.

De hecho, antes, nada más empezar De la Torre reconocía con sinceridad, que hubiera sido mejor en vida, «pero es bueno que hagamos este acto de justicia, de reconocimiento, y de honor».

Aparicio hijo también subrayó la historia de las instituciones se crea como la huella indeleble de los que han formado parte de ella, y que la historia del Ayuntamiento de Málaga llevaba la huella indeleble de su padre. «Me gusta compararle con el Quijote, anteponía el honor a todo, una afrenta al honor para él era la peor de las desgracias». De la nieta del homenajeado, Teresa, de 9 años, explicaba que le había dicho:«Papá, el abuelo es como Van Gogh» porque ella entendía que no le habían reconocido en vida, algo que rehusó su hijo diciendo que él siempre se había sentido querido por la ciudad y por sus amigos.

Intervenciones

Al acto asistieron la rectora Adelaida de la Calle, el delegado del Gobierno andaluz, José Luis Ruiz Espejo, el presidente de la Diputación, del PP y edil, Elías Bendodo; el secretario provincial del PSOE, Miguel Ángel Heredia, y amigos como Germán Álvarez Vleitez, entre otros muchos. También estuvo presente el otrora alcalde Luis Merino, y se comentó la ausencia de Celia Villalobos (que aseguró a este periódico que no había sido invitada, algo que negó el Ayuntamiento). Intervinieron los instructores del expediente, los concejales Manuel Hurtado y Gema del Corral, así como los portavoces popular Mario Cortés; socialista, María Gámez, o de IU, Eduardo Zorrilla; y, por último, el alcalde Francisco de la Torre, quien resaltó que Aparicio había escogido en su vida dos profesiones, la medicina y la política, «que son de servicio a los demás», y que gobernó la ciudad con «gran altura y con eficacia».

Antes, Zorrilla había elogiado su necesaria participación en la modernización de la ciudad, que supondría un «cambio inimaginable», y él junto a otros recordaron su sello en la Casa Natal de Picasso, el Teatro Cervantes, la Orquesta Sinfónica, el jardín botánico La Concepción o los paseos marítimos del Este de la ciudad.

Gámez resaltó su liderazgo, su compromiso social con Málaga, su ejemplaridad y sus ideales de izquierdas, al tiempo que recordó la tribuna que publicó en este periódico, Gracias Pedro, y así finalizó su intervención. Cortés hizo hincapié en su aportación al PTA, y su capacidad para forjar estrategias en un gobierno en minoría en 1979, junto a comunistas y andalucistas, así como su vertiente europeísta y municipalista, argumento en el que coincidió con el alcalde.

Hurtado recorrió en su discurso las mejores frases de todos aquellos que habían sumado su adhesión al expediente para que se le entregara la medalla y algunas tan brillantes como la de Eugenio Chicano:«su crucial paso por la Alcaldía de Málaga traqueteó la sesteante vida la ciudad», o curiosas como la de Araceli González:«Si no hubiese sido médico, hubiese querido ser director de orquesta o conductor de trenes». Del Corral realizó un brillante discurso, en el que repasó su vida, así como las características de su personalidad y sus aficiones.

Teatro Cervantes, un centro con su nombre

Por último, De la Torre adelantó que el Teatro Cervantes tendrá un centro de documentación en el que se explique su historia, y que llevará el nombre de Pedro Aparicio. El espacio se ubicará en la sala Moreno Villa.

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