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Aparicio y Corcuera fueron increpados por los vecinos de la barriada de La Paz, en una visita a los dos días de las inundaciones.
"Las inundaciones del 89 están entre mis peores momentos como alcalde de Málaga"
TESTIMONIO

"Las inundaciones del 89 están entre mis peores momentos como alcalde de Málaga"

ANTONIO ROCHE

Miércoles, 12 de noviembre 2014, 19:36

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Pedro Aparicio Sánchez gobernó la capital bajo las siglas del PSOE entre 1979 y 1995. A él le tocó vivir uno de los momentos más amargos como alcalde de Málaga.

¿Dónde se encontraba usted cuando ocurrieron las inundaciones?

Estaba en Tokio. Fuimos una expedición con Borbolla (presidente de la Junta de Andalucía) a promocionar el Parque Tecnológico.

¿Cómo se enteró?

La noticia la tuve de la forma más tremenda. A las cuatro de la mañana, recién llegado a Tokio y estando en la habitación del hotel, una voz lejana me dice por teléfono: «Oye, soy un concejal de Granada. Es que me avisan de tu ciudad de que están incomunicados». Yo le pregunté: «¿Pero qué dices?». Me parecía una pesadilla.

¿Qué hizo?

Subí un piso, porque Borbolla dormía en la planta de arriba, y le desperté con golpes en la puerta. Le dije: «Oye, que ha pasado esto, que yo me tengo que ir...». Y él me dijo: «Pues yo también». Y nos vinimos los dos a las pocas horas.

«La ciudad fue lo que menos falló; fracasó el territorio»

¿Cuál fue su primera imagen?

Fue impresionante desde el avión. Hicimos escala en Barcelona y de la oficina que tiene allí la Junta salió un jefe de prensa y nos dio todos los recortes de la prensa nacional. Vimos la magnitud del drama.

¿Qué falló?

Lo que menos falló fue la ciudad. Es decir, fracasó el territorio. La ciudad fue víctima del fracaso.

Explíquese.

Sí. Fracasaron tres cosas. La primera el río Guadalhorce, que estaba sin drenar, que había habido dos inundaciones pequeñitas y se vio que no tenía fondo ninguno. Desde el helicóptero vimos que las s que hace el Guadalhorce se habían convertido en líneas rectas. Es decir, se había desbordado, y el río inundó todo el oeste de la ciudad, entre otros, el acceso al aeropuerto, con lo cual Málaga se quedó aislada por vía aérea. El segundo fracaso gordo fue el Guadalmedina. Había tres o cuatro puentes que un tío de pie no podía pasar. Es decir, tenía que agacharse para pasar por debajo. La luz de los ojos del puente tenía menos de dos metros. Y el borde derecho del Guadalmedina era más alto que el barrio de la Trinidad. No existían bordes, no existía, por tanto, contención del agua. El tercer fracaso fue que los montes del Este de Málaga, es decir todos los que están sobre El Palo y Pedregalejo, se vinieron abajo... Impactó contra lo que había entre el monte y el mar: el arroyo Jaboneros, otros pequeñitos y las tuberías de desagüe, que se obstruyeron con pedruscos y peñas desprendidas del monte. Esos fueron los tres grandes fracasos.

Usted creó un gabinete de crisis.

Sí. Nos reuníamos a diario, a las diez de la noche creo, y nos contábamos qué había pasado en el día y qué se esperaba para el siguiente. Los trabajadores se portaron fenomenal. Recuerdo que en el Gobierno Civil estaban a oscuras, con velas, y eso que era la sala de máquinas. Luego vino el Ejército. Los soldados aportaron todo su corazón. Yo fui a darle las gracias a Ronda.

¿Fue su peor momento como alcalde?

Sí, sí, sí... Mis dos peores momentos fueron las inundaciones y la segregación de Torremolinos. A partir de entonces se tomaron ciertas medidas para evitar lo de 1989. Claro, claro. La Confederación Hidrográfica tomó conciencia de que no podía tener un río con los puentes obturados. Cuando se abrió la presa del Limonero, el agua pasó por encima de cuatro puentes. No hay mal que por bien no venga: la cantidad de dinero que nos entró a partir del 89 fue tremenda. Las obras públicas fueron espectaculares. Se prometieron otras cosas con suma urgencia como fueron el segundo acceso al aeropuerto y la reforestación de todos los montes de Málaga.

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