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En coma la mujer que se lanzó al mar para salvar a su hijo de nueve años

«Entre el tiempo que pasó en el agua y fuera, estuvo media hora en parada cardiorrespiratoria», explica su cuñada

Juan Cano

Jueves, 7 de agosto 2014, 01:47

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Era el segundo día de una semana de vacaciones en Málaga y decidió ir un rato a la playa. La bandera amarilla advertía de un mar embravecido por el fuerte viento de poniente. Desde la orilla, Ulrike Berkani vio a su hijo de nueve años en apuros, y se lanzó al agua. Al final, los dos tuvieron que ser rescatados. El pequeño se agarró a una boya para mantenerse a flote hasta que un socorrista pudo llegar hasta él. A su madre la salvó un bañista, que resultó ser un policía nacional de vacaciones.

Aunque los sanitarios del 061 que la asistieron lograron estabilizarla para su traslado al hospital, su estado era grave. «Lleva ya cuatro días en coma», explica su cuñada Maite Montoya, que es vecina de El Palo. «Entre el tiempo que pasó en el mar y luego fuera, estuvo media hora en parada cardiorrespiratoria añade. Tiene afectados los pulmones, el corazón y ahora también los riñones, ya que le han detectado una infección por el agua que tragó».

En Carlos Haya, donde permanece ingresada, aseguran que la paciente continúa grave y presenta un cuadro de insuficiencia respiratoria que le obliga a tener ventilación mecánica. Fuentes hospitalarias explicaron que, al estar sedada (coma inducido), los médicos aún no pueden hacer una valoración de los posibles daños neurológicos.

Su familia aún no sabe exactamente cómo sucedieron los hechos. El sábado, la mujer, de nacionalidad alemana y de 43 años, había estado de compras con su cuñada. «Por la tarde, cuando volvimos, me dijo que tenía ganas de un poco de sol. A mí no me apetecía, así que ella bajó un rato con su hijo, sobre las seis de la tarde», relata Maite. Pese al viento, había bastante gente en la playa. Se colocaron junto al espigón de la desembocadura del arroyo Gálica, en la cala de poniente. «Su hijo se puso a jugar en la orilla con otro niño al que conoció, y por lo visto se lo llevó una ola», explica la cuñada de Ulrike. «Por lo que nos han contado, ella se lanzó al agua sin pensarlo sabe nadar bien, precisa Maite y vino una ola más grande todavía y se la llevó por delante. Después ya la vieron boca abajo».

Llamada a la hija

Mientras trataban de reanimar a su madre, los sanitarios intentaban conversar con el pequeño, que sólo repetía «Deutsch, Deutsch». «No habla nada de español», cuenta su tía. «Vino una mujer alemana, cogió el teléfono móvil de mi cuñada y marcó el número de la hija la mayor de Ulrike, de 17 años, que en esos momentos paseaba con una prima». Ella sí se desenvuelve en castellano, ya que la familia ha vivido durante siete años en Benajarafe, donde regentaron un bar y, posteriormente, una hamburguesería. La hija de Ulrike, que estaba muy cerca de la zona, corrió en busca de su hermano. «Al llegar, vio a su madre tumbada en suelo, azul, y con el vientre muy hinchado», dice Maite. Al principio «parecía que había recuperado la consciencia», explica su cuñada, pero su estado se agravó de nuevo en el hospital.

Ulrike sigue en la unidad de cuidados intensivos, arropada por su familia. Su marido, que estaba en Alemania, su madre y una de sus hermanas cogieron el primer avión que pudieron para volar a Málaga y permanecer a su lado en la recuperación. «Hoy por ayer nos han dicho que le queda al menos una semana más en la UCI. Esto es muy lento. Sólo queremos que abra por fin los ojos». Al menos su hijo, como ella pretendía cuando se lanzó al mar, está a salvo. El pequeño estuvo en shock los primeros días. Aún lo está cuando recuerda. «Ahora no quiere ver el agua. Ni siquiera la de la piscina», concluye Maite.

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