La Fiscalía investiga como ataques neonazis los tiroteos con once muertos en Alemania

La reconstrucción de los hechos indica que el ultraderechista escogió los lugares para cometer la masacre. Sus nueve víctimas, sin contar la madre del asesino, tenían origen migratorio. Las cuatro primeras fueron abatidas sobre las diez de la noche del miércoles en el céntrico barrio de Heumarkt, en el bar 'Midnight', un local de degustación de pipas de agua, y en el café 'La Votre', donde el asesino disparó certeramente a la cabeza de sus respectivos propietarios y sendos clientes.

Identificado posteriormente como Tobias Rathjen por la Policía, el hombre huyó del lugar en su automóvil para dirigirse al cercano barrio de Kesselstadt, donde entró en el 'Arena Bar', otro local frecuentado por jóvenes de origen extranjero, y disparó indiscriminadamente, matando a cinco clientes y dejando a varios más heridos. Acabada la carnicería, se dirigió en el coche a su cercano hogar y mató a su madre, enferma y postrada en la cama, antes de suicidarse. Cuando un comando de asalto de la policía derribó violentamente la puerta y entró a las tres de la madrugada de ayer en la vivienda familiar encontró los cadáveres de ambos y una pistola junto a la mano de Rathjen.

El fiscal federal, Peter Frank, destacó que el autor del crimen «tenía una ideología profundamente racista» y que sus mensajes en internet estaban llenos de «ideas confusas y abtrusas teorías conspirativas». Frank confirmó que las nueve víctimas mortales, de entre 21 y 44 años, eran de origen extranjero, en su mayoría turcos y kurdos, y que otras seis personas resultaron heridas por los disparos, una de ellas de gravedad. Máximo responsable de la lucha antiterrorista, el fiscal destacó que la investigación se centra ahora en averiguar si hubo cómplices o encubridores y si Rathjen tenía contactos con alguna red ultraderechista.

«El racismo es veneno, el odio es veneno. Ese veneno existe en nuestra sociedad y es culpable de demasiados crímenes», dijo la canciller federal, Angela Merkel, quien prometió «actuar con toda contundencia para frenar esos intentos de dividir Alemania». El ministro del Interior, Horst Seehofer, anunció una reunión con sus colegas de los 16 Estados federados para estudiar medidas encaminadas a incrementar la seguridad callejera y la persecución de activistas de ultraderecha.

El Consejo Central de los Musulmanes y el de los Judíos en Alemania se mostraron conmocionados. El primero lamentó la «inoperancia durante años de la política y las fuerzas de seguridad para proteger a los musulmanes y otras minorías». dijo su presidente, Aiman Mazyek, mientras el segundo habló de una «pista de sangre de la extrema derecha» tras la serie de diez crímenes de la célula neonazi NSU, el asesinato del funcionario regional Walter Lübcke y el atentado contra la sinagoga de Halle el pasado diciembre.

De la condena generalizada se distanciaron los ultranacionalista de AfD. Su presidente, Jörg Meuthen, dijo que el atentado no obedece «a terrorismo de derechas o de izquierdas», sino a la «actuación enajenada de un loco», y afirmó que «toda instrumentalización política de este terrible suceso es un error cínico».