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Ailce Weidel, cabeza de lista de AfD. Efe
La populista Alternativa para Alemania brilla por su ausencia en campaña

La populista Alternativa para Alemania brilla por su ausencia en campaña

La formación xenófoba, racista y antieuropea mantiene un perfil bajo envuelta en luchas intestinas e ignorada por el resto de partidos

juan carlos barrena

Corresponsal en Berlín

Domingo, 19 de septiembre 2021, 15:32

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La populista Alternativa para Alemania (AfD) parece una sombra de su pasado. Ni declaraciones estridentes, ni provocaciones. La formación xenófoba, racista y antieuropea está pasando casi desapercibida en los comicios al Bundestag, el Parlamento federal, del domingo próximo. En la campaña de hace cuatro años, el partido, fundado en 2013, acaparó la atención con sus críticas a la acogida de refugiados y el presunto peligro de islamización. Tras subir como la espuma y convertirse en una fuerza de peso en las regionales en los Estados del este del país, supo ganarse el voto de los insatisfechos y de los que temían ver en peligro su bienestar a costa de la atención a quienes huían de guerras y persecución. Así logró ser el principal partido de la oposición en la Cámara Baja.

Ahora sus dos cabezas de lista, la economista Alice Weidel, de 42 años, y el maestro pintor de brocha gorda Tino Chrupalla, de 46, se comportan civilizadamente, evitan temas conflictivos y, en los debates defienden sus posiciones con serenidad y respeto frente a sus contrincantes, procurando no espantar al electorado.

Nada que ver con hace cuatro años, cuando Weidel abandonó iracunda y lanzando improperios el estudio de televisión al ser preguntada por el líder de su partido en Turingia, Björn Höcke, un ultraderechista que es admirado por los neonazis. Ahora ha aprendido, se ha dejado guiar y sonríe relajada ante los ataques de sus rivales. También Chrupalla tiene un asesor que le orienta para ofrecer una imagen amable y tranquilizadora que resulte atractiva. Pero el hecho de que en esta campaña AfD llame tan poco la atención se debe también a que sus temas de combate, como la acogida de refugiados, han perdido notoriedad. Frente al millón de acogidos en 2015, Alemania no recibe ya ni el cupo máximo de 220.000 peticionarios de asilo anuales. Y a que el resto de partidos –que los ignoran–, los medios y los electores se han acostumbrado a su existencia.

«Somos el partido más aburrido de la campaña», reconocía un miembro de la ejecutiva de AfD. También porque todo el mundo se ha dado cuenta de que no pintan nada. A ni una sola formación se le pasa por la cabeza negociar una posible alianza con los ultraderechistas. Su marginación y aislamiento político es total. Esto ha hecho que los sondeos le den como máximo un 11% de sufragios, un punto y medio menos que en 2017, y solo pueden aspirar al respaldo de sus incondicionales. Sus actos concentran solo a quienes comparten su burbuja. Las luchas intestinas por el poder han contribuido a su declive. El futuro del actual presidente de la formación, el moderado Jörg Meuthen, pende de un hilo ante la creciente influencia del ala más radical que encabeza Höcke y al que respaldan los dos cabezas de lista en las elecciones.

Cada vez más radicales

Desde su fundación, AfD no ha hecho sino radicalizarse y aproximarse cada vez más a extremistas, por no decir neonazis. Los populistas están además envueltos en un nuevo escándalo de financiación ilegal. Una asociación de oscuro entramado ha pagado al parecer más de 3 millones de euros para el pegado de carteles.

Pese a los negros augurios, parece esperarles una gran satisfacción. En Sajonia, Estado federado oriental semillero de neonazis, serán el partido más votado. Un sondeo del instituto Insa revela que logrará el 26% de votos, mientras los conservadores sufrirán un varapalo con solo el 18%, igualados con los socialdemócratas.

Olaf Scholz, se impone también en el tercer duelo televisivo

Esta vez sí hubo debate. Y además con una discusión en la que, por fin, se confrontaron animadamente los distintos programas. A una semana de las elecciones legislativas, los tres candidatos con más opciones de victoria discutieron acaloradamente, en su tercer y último enfrentamiento televisivo, sobre el salario mínimo, la pobreza infantil en Alemania y la justicia social, pero también sobre la lucha contra el cambio climático, posibles subidas o rebajas de impuestos o la epidemia de coronavirus. Un duelo a tres en el que el candidato del partido mejor situado en las encuestas, el socialdemócrata (SPD) Olaf Scholz, jugó con frecuencia en pareja con la aspirante de Los Verdes, Annalena Baerbock, para poner contra las cuerdas a Armin Laschet, el hombre con el que los conservadores quieren reemplazar en la Cancillería Federal a Angela Merkel. «Entiendo lo que la señora Baerbock quiere decir y le respaldo», se le escuchó varias veces decir a Scholz en el programa emitido este domingo en directo por tres cadenas privadas de televisión alemanas.

No hubo sorpresas tampoco esta vez a la hora de proclamar un ganador del debate. Como en los dos duelos anteriores el candidato socialdemócrata, Olaf Scholz, fue quien volvió a convencer a un mayor número de espectadores. Un sondeo del instituto Forsa publicado al término del programa destaca que el 42% de los consultados consideran que el también ministro federal de Finanzas fue el más convincente de los tres aspirantes a la jefatura del gobierno alemán. A favor de Laschet se pronunció el 27% y de Baerbock el 25%. Un orden que casa también con las encuestas electorales. La más reciente, publicada por el dominical Bild am Sonntag, atribuye al SPD un 26% de votos, cinco puntos más que los conservadores de la Unión Cristianodemócrata y la Unión Socialcristiana (CDU/CSU), mientras Los Verdes obtendrían el domingo próximo un 15%, los liberales (FDP) 12%, los populistas de Alternativa para Alemania (AfD) el 11% y La Izquierda un 6% de sufragios.

Aunque durante el debate se apreció una cierta complicidad entre Scholz y Baerbock, la candidata de Los Verdes no dudó en castigar verbalmente a sus dos rivales. Como cuando acusó a la gran coalición de conservadores y socialdemócratas de perder el tiempo los últimos ochos años en la lucha contra el calentamiento del planeta o cuando inquirió a Scholz sobre el escándalo en departamentos de su ministerio de Finanzas que han actuado negligentemente en la lucha contra el lavado de dinero. Un momento del debate en el que la candidata ecologista se alió con su rival conservador para atacar al aspirante socialdemócrata. Al final y preguntados de nuevo por posibles coaliciones de gobierno tras los comicios, Laschet excluyó toda negociación con los ultranacionalistas de AfD o la izquierda radical y advirtió contra un pacto de SPD, ecologistas y el partido de La Izquierda. Scholz solo marginó a la extrema derecha y se pronunció abiertamente a favor de una coalición con los ecologistas: «lo que más me gustaría es gobernar con Los Verdes». Desde que los sondeos dan a su partido una ventaja de diez puntos frente a los ecologistas, el candidato socialdemócrata se abstiene de criticar a sus aliados preferidos y no pierde ocasión de subrayar, como en este debate, las coincidencias programáticas. Por su parte, Baerbock subrayó no descartar «conversación alguna entre demócratas», dejando abiertas todas las opciones menos el diálogo con AfD. Eso sí, no dudó el recomendar a los conservadores regenerarse en la oposición, ya que representan «la política de ayer».

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