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miguel pérez
Lunes, 10 de enero 2022, 22:53
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La Federación de Rusia no tiene «planes ni intenciones de atacar Ucrania». Con esa rotundidad, el viceministro de Exteriores Sergei Ryabkov trasladó este lunes a la subsecretaria de Estado norteamericana, Wendy Sherman, la garantía de que la invasión de «un país vecino» queda fuera de toda discusión en las conversaciones entre las dos potencias para buscar una salida a la crisis ucraniana. Los dos diplomáticos y sus delegaciones técnicas se reunieron en Ginebra durante una maratoniana sesión de casi ocho horas. A su término, realizaron un breve resumen por separado del encuentro, que dejó casi todo en el aire y cumplió las limitadas expectativas depositadas en la cita.
Porque, a pesar de que el viceministro ruso declaró que su país «no tiene ni puede tener intenciones de atacar» Ucrania y que la Casa Blanca tampoco debe temer una «escalada» de fuerza -salvo que la provoque ella misma con el envío de soldados a Kiev-, Estados Unidos, la OTAN y sus aliados prefirieron mantener la vigilia. Quizás en otra situación, en circunstancias diferentes y con otros actores la frase hubiera resultado más tranquilizadora. Pero en este caso hay razones para no echar las campanas al vuelo.
Los dos interlocutores carecen de capacidad para tomar decisiones y deben informar ahora a sus máximos jefes, Joe Biden y Vladímir Putin, quien hasta ahora ha jugado con una retórica ambigua sobre sus planes para Ucrania. La enviada estadounidense admitió, a la pregunta de si su interlocutor ruso había dado garantías de una pronta retirada de tropas de la frontera ucraniana, con un lacónico: «No creo que sepamos la respuesta».
3 reuniones sobre Ucrania constan en la agenda de Sergei Ryabkov. Tras Ginebra, este miércoles acudirá a la OTAN y el jueves a la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa.
En realidad, no parece existir ahora mismo en el Kremlin la intención de iniciar la desmovilización de sus 122.000 soldados acantonados a un centenar de kilómetros de la antigua república soviética; un punto al que Ryabkov quiso referirse este lunes con el ánimo de normalizar el despliegue: «Todas las medidas para el entrenamiento de combate de tropas y fuerzas se llevan a cabo dentro de nuestro territorio nacional».
El viceministro llegó a Ginebra con paso firme, Las reclamaciones a la subsecretaria Sherman no aflojaron un solo centímetro de lo que venía anunciando el Kremlin en vísperas de la cumbre. Ryabkov solicitó que no se juegue con la paciencia de su Gobierno y exigió «garantías de hormigón armado» de que Ucrania y Georgia no alojarán bases de la OTAN -lo que situaría a la Alianza a las puertas mismas de Rusia- y de que se abordará el equilibrio armamentístico en la región. A este extremo se aviene la Administración de Joe Biden para evitar una nueva crisis de los misiles en el este de Europa, lo que arrojó el principal punto de luz a la cumbre.
De hecho, la subsecretaria de Estado norteamericana examinó con su homólogo «una serie de ideas que nuestros países pueden adoptar como acciones recíprocas» para limitar el despliegue de arsenales y de tropas. «Redundarían en nuestros intereses de seguridad y mejorarían la estabilidad estratégica», indicó Sherman, antes de anunciar que los detalles sobre este eventual plan -y fundamentalmente sobre qué hacer con misiles capaces de llegar a mil kilómetros de distancia- se desgranarán en próximas reuniones.
La enviada de Washington fue taxativa, sin embargo, respecto a la pretensión de Moscú de acabar con la «política de puertas abiertas» de la OTAN para tener unas «garantías de seguridad» de que la Alianza no se instalará en las antiguas exrepublicas soviéticas. «Nos mantenemos firmes en nuestra oposición. No autorizaremos a nadie a cerrar la política de puertas abiertas de la OTAN», insistió Sherman.
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Antes de dar por terminada la sesión, la subsecretaria también insistió a Ryabkov en que una hipotética ocupación de Ucrania acarrearía a Moscú «costes enormes» en forma de sanciones de los gobiernos occidentales. La Casa Blanca tiene la intención, llegado el caso, de promover el aislamiento del país respecto a la comunidad financiera internacional, aunque es bien cierto que a Putin no le han importado demasiado las penalizaciones que le han sido impuestas por distintos motivos en los últimos años y que Rusia ha capeado con cierta solvencia.
El viceministro de Exteriores se reunirá este miércoles con los líderes de la OTAN en la siguiente parada de su gira de la «desescalada». Su secretario general, Jens Stoltenberg, confió este lunes en que este encuentro facilite encontrar una salida a la tensión en Ucrania. «Vamos a las conversaciones con buena fe», destacó.
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