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Baterías antiaéreas sirias responden a un ataque israelí del sábado. En la foto de detalle, un Il-20. AFP
Moscú y Tel Aviv suben la tensión en Siria

Moscú y Tel Aviv suben la tensión en Siria

El presidente Putin explica como «un cúmulo de casualidades trágicas» el derribo de un avión ruso por misiles sirios que atacaban a F-16 israelíes

RAFAEL M. MAÑUECO

MOSCÚ.

Miércoles, 19 de septiembre 2018, 00:02

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El derribo de un avión de reconocimiento ruso Iliushin-20 por misiles sirios S-200 que habían sido disparados durante un ataque de cuatro aviones israelíes F-16, con el objetivo de abatirlos, ha abierto una crisis de momento diplomática y no excesivamente virulenta entre Moscú y Tel Aviv. El Ministerio de Defensa ruso responsabilizó ayer a Israel de lo sucedido con el Il-20, cuya caída al Mediterráneo, el lunes cerca de la localidad siria de Latakia, causó la muerte de sus quince tripulantes. El presidente, Vladímir Putin, quitaba hierro al incidente horas después y dejaba claro que no habrá crisis en las relaciones con Israel.

En el momento en que la aeronave desapareció de los controles de radar, cuatro F-16 israelíes atacaban posiciones en Latakia. Según el comunicado del Ministerio de Defensa, los aparatos hebreos utilizaron como «escudo» el avión ruso, que fue alcanzado por misiles S-200 disparados por la artillería antiaérea siria. El portavoz, el general Ígor Konashénkov, calificó de «hostiles» las acciones de Israel y aseguró que sus aviones «crearon deliberadamente una situación peligrosa», ya que el Il-20 se disponía a aterrizar y en las inmediaciones se encontraba el navío francés 'Auvergne'.

Según sus palabras, «quince militares rusos han muerto por culpa de las acciones irresponsables de Israel en Siria». Konashénkov consideró «imposible» que el control aéreo de Tel Aviv no se percatara de la presencia del Il-20 y subrayó que Israel no avisó con la debida antelación de sus planes de ataque, lo que «impidió situar el Il-20 en una zona segura».

Este avión, un turbohélice de reconocimiento y lucha radioelectrónica, desapareció de las pantallas de radar hacia las diez de la noche (hora española) cuando volaba sobre el Mediterráneo camino de base aérea rusa de Jmeimim, situada en el noroeste de Siria junto a Latakia. Sus restos varios de los cadáveres fueron hallados ayer por la Marina rusa a 27 kilómetros al oeste de la ciudad de Baniyas (en la provincia de Latakia).

Tras el enfado mostrado por el Ministerio de Defensa, cuyo titular, Serguéi Shoigú, responsabilizó directamente a Israel del incidente y llegó a decir que Rusia se reservaba «el derecho de responder de forma adecuada», el portavoz de la Presidencia, Dmitri Peskov, bajó considerablemente el tono de los reproches. Aunque afirmó que en el Kremlin reina una «preocupación extrema» por la muerte de los quince tripulantes del Il-20, declinó entrar en materia. «La situación se está analizando. Los primeros resultados se han ofrecido en la declaración del Ministerio de Defensa, que de manera unívoca calificó de provocadoras esas acciones», dijo Peskov, quien aseguró que el derribo del avión no influirá en el acuerdo alcanzado el lunes entre Rusia y Turquía para pacificar la situación en la provincia de Idlib.

Colaboración de Tel Aviv

El Ejército israelí dio a conocer un comunicado responsabilizando de la catástrofe al régimen de Bashar el-Asad, a Irán y a la milicia chií Hezbolá. Según la nota, «en el momento del ataque el avión ruso derribado no se encontraba en la zona de operaciones (...) el objetivo de la incursión era un centro, dependiente de las tropas sirias, de fabricación de armas de exterminación masiva para que Hezbolá las empleara contra Israel». Tel Aviv aseguró estar dispuesto a «facilitar a Rusia toda información relevante» que sirva para esclarecer los hechos.

Esta misma oferta se la hizo poco después por teléfono el primer ministro de Israel, Benyamin Netanyahu, a Vladímir Putin, indicando que enviará a Moscú al máximo responsable de la Fuerza Aérea para ayudar en la investigación. Netanyahu expresó al jefe del Kremlin sus condolencias por la muerte de los militares rusos.

Putin fue quien puso punto final al percance dando a entender que no pondrá en peligro las relaciones con Israel como sucedió con Turquía hace tres años, cuando aviones de combate turcos derribaron un cazabombardero ruso en la frontera entre Turquía y Siria. El presidente dijo que «lo sucedido ahora parece una cadena de casualidades trágicas», y avanzó que «nuestras acciones de respuesta apuntarán ante todo a dar mayor seguridad a nuestros militares y a nuestras instalaciones en Siria».

militares rusos perdieron la vida al caer el aparato de reconocimiento.

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