Borrar
El presidente estadounidense, Joe Biden, sufrió ayer un traspié en la escalerilla del Air Force One. e. baradat / afp
La matanza de los spa destapa el racismo contra los asiáticos en EE UU

La matanza de los spa destapa el racismo contra los asiáticos en EE UU

Biden visita los suburbios de Georgia con el fin de reconfortar a los líderes de la comunidad, muy afectada por los crímenes de Robert Aaron Long

MERCEDES GALLEGO CORRESPONSAL

NUEVA YORK.

Sábado, 20 de marzo 2021, 00:04

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Hace un año las tiendas de Chinatown cerraron a cal y canto, antes incluso que la ciudad que nunca duerme. No fue la pandemia lo que más les aterrorizó, sino la ola de insultos y vandalismo que azotó a la comunidad asiática desde que Donald Trump se refirió a la covid-19 como «kun-flu». A los pocos días de que escribiese #chinesevirus en Twitter, la etiqueta superaba con creces la de #covid-19.

Jiayang Fan, columnista de la revista 'New Yorker', supo que el presidente le había puesto una diana en la espalda cuando bajó una noche a tirar la basura y escuchó a un joven llamarla «zorra china». Las seis mujeres que fallecieron el martes en la matanza de los spas lo averiguaron demasiado tarde. A Xiaojie Tan, propietaria de Young's Asian Massage, le faltaban dos días para cumplir los 50. Delaina Yaun se casó el verano pasado y acababa de tener un bebé. Hyun Jung Grant era una madre soltera de dos hijos a los que había dicho que trabajaba en un salón de belleza. Uno casi tenía la edad del pistolero, Robert Aaron Long, al que el capitán Jay Baker, portavoz del sheriff del condado, dio un pase: «Las veía como el objeto de su adicción y quería eliminar la tentación. Estaba harto y había llegado al límite. Ayer tuvo un día realmente malo y esto fue lo que hizo», resumió ante la prensa.

Ese tono casual que quitaba gravedad al asunto capturaba también el racismo sufrido por las mujeres asiáticas en EE UU desde que las subastaban en San Francisco como esclavas sexuales, al mismo tiempo que se compraban africanos en Georgia para los campos de algodón. Si éstos eran fuertes, ellas eran dóciles. Cuando en 1875 las autoridades consideraron que había que acabar con ese comercio depravado no se les ocurrió otra cosas que impedir la entrada de las mujeres asiáticas, asumiendo que todas eran objetos sexuales.

El estereotipo se perpetúa hasta hoy. La insistencia de Trump en culpar al «virus chino» disparó en 2020 los ataques a asiáticos hasta 3.800, y al menos 260 ocurrieron en la Gran Manzana, según la organización Stop AAPI Hate. El 68% de las víctimas eran mujeres, y el 30% ancianos.

Los racistas son también cobardes por naturaleza. El joven de 21 años que dejó ocho muertos y un herido en tres salones de masaje fue detenido sin prestar resistencia, como el joven que perpetró la masacre de la Iglesia Mother Emanuel en Charleston hace seis años. A Dylan Roof los agentes le compraron una hamburguesa porque tenía hambre. De él alabaron que hubiera «asumido su responsabilidad en los crímenes», dijo el portavoz, relevado tras la indignación popular.

Si alguien sabe de tragedias familiares es Joe Biden. Por eso su presencia ayer en Atlanta, donde se reunió con líderes de la comunidad asiática, resultó un bálsamo. El mandatario y su vicepresidenta tenían ya previsto este viaje antes de la masacre como parte de su gira para celebrar el paquete económico que rescatará la economía, pero la tragedia convirtió la visita en duelo.

«Ahora es el momento»

El mandatario quería hablar de vacunas y ayudas a pequeños negocios, pero acabó recordando que uno de los primeros memorándums que firmó fue para condenar el racismo, la xenofobia y la intolerancia contra los asiáticos americanos. «Ahora es el momento de que el Congreso codifique y expanda esas acciones, porque cada persona en nuestra nación merece vivir segura con dignidad y respeto», pidió.

No es eso lo que hizo el congresista de Texas Chip Roy al evocar los linchamientos durante una audiencia el jueves en la Cámara Baja, que debía arrojar luz sobre los crímenes de odio. Para Roy, la justicia es «colgar una cuerda del roble más alto», dijo sin el menor rubor, «como se hacía antes en Texas con los tipos malos». No precisó quiénes eran, pero sí perpetuó los estereotipos al referirse a los «chi-coms», otra etiqueta racista que hace de los asiáticos «comunistas chinos».

Biden, por contra, prometió que la justicia empezará por dar vida a las víctimas en las estadísticas policiales, que se han resistido a tipificar como crímenes de odio acciones como la que se hizo viral en las redes con el vídeo que muestra como Vicha Ratanapakdee, un jubilado tailandés de 84 años, era embestido violentamente por un joven. Una hemorragia cerebral le causó la muerte.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios