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Un guardia muestra una fotografía de Samarn Poonan, el buzo que falleció cuando llevaba oxígeno a los niños en la cueva. :: P.. S. / reuters
La lluvia y la falta  de aire retrasan  el rescate en la cueva

La lluvia y la falta de aire retrasan el rescate en la cueva

Fallece uno de los buzos del operativo, lo que evidencia la peligrosidad de evacuar a los niños a través de las angostas grutas inundadas

PABLO M. DÍEZ

MAE SAI (TAILANDIA).

Sábado, 7 de julio 2018, 00:07

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Si ya era difícil de por sí, el rescate de los niños atrapados en una cueva de Tailandia se complicó ayer más. Uno de los buzos de salvamento, Saman Kuman, falleció cuando regresaba de colocar bombonas de oxígeno en las grutas inundadas.

El buzo, de 38 años, era un miembro de la Marina retirado que se había ofrecido como voluntario para rescatar a los doce niños atrapados en la cueva de Tham Luang junto a su entrenador de fútbol. Refugiados desde hace casi dos semanas en una cavidad parcialmente anegada, el grupo tiene que salir a través de angostas grutas inundadas, con fuertes corrientes y visibilidad nula por el fango. Se trata de una odisea de cuatro kilómetros que los profesionales tardan en recorrer entre cinco y seis horas, ya que las aberturas entre las rocas son muy pequeñas y hay una que solo mide 72 centímetros. Para que los niños tengan que bucear lo menos posible, se está drenando el agua y se está introduciendo aire en la cueva, ya que el nivel de oxígeno ha caído del 21 al 15 por ciento en su gruta. Los equipos de rescate trabajan a contrarreloj porque este fin de semana se esperan fuertes lluvias que inundarán aún más la cueva.

«El principal problema es la falta de aire», reconoció el gobernador provincial, Narongsak Osotanakorn. Para solucionarlo, los equipos de emergencia han instalado una tubería que, a tenor del gobernador, ya lleva aire al grupo atrapado. Ante la previsión de lluvia para los próximos tres o cuatro días, se han sellado también las entradas de agua en la cueva. El objetivo es que las nuevas precipitaciones no arruinen el drenaje de las últimas jornadas, que ha conseguido reducir el agua en al menos tres cámaras que antes estaban inundadas y exigían sumergirse para atravesarlas. Pero la montaña está llena de cavidades y suele inundarse durante cada estación del monzón, lo que pone en peligro al grupo atrapado.

«Aunque la lluvia sea una amenaza, tenemos que esperar a encontrar el momento adecuado para minimizar los riesgos porque los niños siguen aprendiendo a bucear y a respirar con las máscaras, pero todavía no pueden salir», reconoció el gobernador. El principal reto está en una gruta en forma de U, donde será difícil que los menores no entren en pánico por su corta edad, la oscuridad y las corrientes. Si un profesional falleció ayer en la inmersión, estremece pensar la odisea submarina que espera a los niños.

Consternado, el gobernador lamentó la muerte del buzo y anunció la llegada de dos nuevos especialistas británicos para ayudar en el rescate. Además, los ingenieros de la puntera compañía Tesla, pionera en la comercialización de coches eléctricos, han ofrecido sus conocimientos para diseñar un plan que permita salvar a los muchachos.

En busca de una hendidura

Otra de las opciones que se baraja es explorar la montaña en busca de alguna hendidura que permita acceder hasta la gruta donde permanece el grupo, para poder evacuarlos sin necesidad de arriesgarse a bucear. Aunque el Ejército ha encontrado una cavidad que penetra 400 metros bajo tierra, no se sabe si podría conectarse con la cámara donde están los niños ni si podría tener la anchura suficiente para rescatarlos por ahí. En estas tareas también está colaborando un grupo de buscadores de nidos de golondrinas, expertos en adentrarse entre las grietas de las rocas.

Ante tales dificultades, la alternativa preferida por las autoridades sigue siendo la evacuación de los niños buceando a través de las grutas inundadas. Pero los chicos no están todavía preparados y el tiempo se les echa encima por la falta de aire y la amenaza de lluvia. Para calmarlos, los buzos que han llegado hasta ellos les han llevado cartas de sus padres, que esperan angustiados en la cabaña del parque nacional donde se enclava la cueva.

«Me preocupa la lluvia ahora que hemos conseguido reducir bastante el agua en tres cámaras», confesó el gobernador mientras empezaba a chispear al filo de la medianoche. Tras la tregua que ha dado el monzón durante los últimos días, está previsto que las lluvias vuelvan con fuerza a partir de ahora, lo que podría condenar a los niños porque las precipitaciones continuarán hasta el mes de octubre.

La otra alternativa es que se queden al menos cuatro meses en el interior de la caverna, hasta que acabe el monzón y ceda el agua acumulada en su interior. Pero, aunque estén atendidos en todo momento, corren el riesgo de quedarse sin oxígeno o de que la lluvia inunde su gruta y los ahogue.

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